Monday, September 26, 2016

Creando valor económico y social

En las últimas semanas, la industria lechera del país viene atravesando por problemas económicos y sociales complejos. El precio internacional de la leche se redujo, desfasándose de los precios locales. Así mismo, los volúmenes de venta nacional también están a la baja, debido, sobre todo, a un mayor ingreso de leche importada legal e ilegalmente. Las empresas nacionales del sector enfrentan una menor demanda y han acumulado stocks de leche en polvo que no pueden vender, debido a los costos elevados de producción y a la falta de competitividad en el mercado externo.  
 
 Los productores de leche también están en emergencia porque no pueden adaptarse a las nuevas condiciones del mercado, a saber: menores precios de la leche cruda y reducción de volúmenes de venta. Como es habitual en el país, el debate sobre el tema ha estado demasiado concentrado en factores de corto plazo, como son precios y la cantidad adquirida.
 
 Ciertamente, después del tira y afloja tradicional, se llegará a un acuerdo parcial. Entre tanto, la crisis de la producción y consumo de leche podría ser una gran oportunidad para reinventar el modelo de relación entre todos los actores de la cadena de los lácteos y con base en creatividad e innovación, replantear el modelo de negocio. Más aún, es una oportunidad  para que el sector lechero contribuya a alcanzar a la meta de desnutrición cero. 
 
 Cabe recordar que la industria de la leche conecta desafíos de orden social (nutrición, salud, medio ambiente y bienestar) con retos de racionalidad económica (eficiencia, sostenibilidad y abastecimiento). Este es un dilema que ha sido tratado de diversas maneras. 
 
 En un abordaje antiguo, el Estado es quien debe encargarse de los temas sociales y para ello deberá cobrar impuestos y regular al sector privado. Así, a través de este camino, financiar proyectos de salud y mejorar   la nutrición, por ejemplo. A su vez, las empresas deben dedicarse a generar valor para sus accionistas, mejorar sus ganancias  y pagar sus impuestos. En este caso, la dimensión social y económica están completamente separadas. 
 
 Una concepción más moderna sostiene que la empresa es un espacio institucional que aglomera a trabajadores y sus familias, clientes, entorno comunitario, proveedores de todo tipo, accionistas y ejecutivos. Es decir, una ciudadanía social-corporativa compleja, con la cual la empresa tiene diversos tipos de compromisos y responsabilidades.
 
 Las responsabilidades pueden ser: morales, sociales y legales. Esta visión sostiene que la empresa da respuesta y es responsable frente a una pluralidad de intereses sociales. Esta aproximación conceptual se conoce como Responsabilidad Social Empresarial (RSE), que se traduce en una serie de intervenciones de apoyo al entorno social y medio ambiental, como ser sustento a escuelas, becas a hijos de empleados, construcción de postas sanitarias y otros, pero muchas veces estas acciones se confunden con la filantropía. En el modelo de RSE el mundo social y económico también están separados.
 
 A inicios del siglo, Michael Porter y Mark Kramer desarrollaron un marco conceptual que sostiene que las empresas pueden tener políticas y prácticas que aumentan la productividad y competitividad de la compañía  y, simultáneamente, contribuyen a la mejora de las condiciones sociales y económicas. Las empresas crean valor compartido (CVC), es decir, crean valor económico y valor social. Significa que ambas dimensiones se juntan.
 
 Las empresas comparten valor: i) Desarrollando nuevos productos o servicios que ayudan a la gente a vivir mejor. ii) Logrando mayor eficiencia en la cadena de valor, mejorando  el manejo eficiente de los recursos de agua, energía y residuos sólidos con efectos sobre el medioambiente.  iii) Apoyando el fortalecimiento de proveedores o distribuidores locales. iv) Y participando activamente en los clusters o aglomeraciones de empresas, instituciones educativas, entidades públicas y gremios relacionados con un mismo sector para impulsar de forma colectiva a su competitividad.
 
 Quiere decir que el concepto de valor compartido de una empresa es una extensión natural de la idea de conglomerado. Además, ambos conceptos calzan perfectamente en la industria láctea. En efecto, un cluster lechero está integrado por empresas productoras de lácteos, productores de leche cruda, proveedores de insumos (bolsas de plástico, cajas de cartón, químicos), universidades (carreras de veterinaria, ingeniería de alimentos), centros de investigación, diversos tipos de asociaciones sindicales, distribuidores de los productos, agricultores productores de alimentos del ganado vacuno, gobierno central y gobiernos locales.   
 
 De manera más concreta, la industria de la leche, desarrollando su inteligencia colectiva y adoptando la estrategia de valor compartido, puede: i) Disminuir los costos de producción a través del fomento de alternativas alimenticias. El mejoramiento genético del ganado y la investigación e innovación tecnológica tienen como efecto la mejora de la productividad en el eslabón primario de la cadena. Es decir, trabajar con los productores de leche para que éstos sean más competitivos. ii) Impulsar y certificar una red de laboratorios para determinar la calidad de la leche y sus derivados, y la oferta de instrumentos que permitan mejorar la infraestructura de producción, acopio, transporte, higienización, transformación y comercialización de leche, derivados y subproductos, permitirán disminuir la informalidad en el sector. 
 
 La crisis de la industria lechera, en todos sus eslabones, es una oportunidad para  cambiar el enfoque del negocio y del desarrollo del sector, focalizando sus objetivos en: mejorar la nutrición; promover la salud de los niños, jóvenes y adultos mayores; impulsar el uso responsable del agua y fomentar el desarrollo local, pero, al mismo tiempo, mejorar la productividad y competitividad de todos los actores del conglomerado.
 
Gonzalo Chávez A. es economista.

Monday, September 19, 2016

La Escuela Castrense Adam Smith.

Tal vez la derrota más importante sufrida por el antiguo régimen económico y político, denominado neoliberalismo, fue el derrumbe de la dirección intelectual de la sociedad; es decir, la pérdida de la hegemonía ideológica. A partir del 2006, un nuevo bloque social y político en el poder viene buscando construir un nuevo andamiaje conceptual, simbólico e ideológico en el país. Siguiendo a Antonio Gramsci, conquistada la sociedad política, que tiene la capacidad coercitiva, corresponde   también controlar la sociedad civil, entendida ésta como un conjunto de organismos privados desde donde se gesta, se crea y difunde la ideología dominante a través del sistema de educación y cultural, los medios de comunicación  y otros.

 En esta concepción, sólo se controla el Estado si se tiene el palo de la coerción y si se administra del poder suave de la hegemonía. Hace más de 10 años se trabaja en esta línea. Los cambios en la Constitución y las diversas leyes promulgadas, la compra  y control de los medios de comunicación son los instrumentos para construir una imaginario económico, social y político.

 La última perla en la tentativa de avanzar en el control el poder de Estado es el caso de la creación de la Escuela Antiimperialista. Aquí se busca el mejor de los mundos, adicionar al dominio legal de la Fuerzas Armadas, dictado por la Constitución Política del Estado, el control de la dirección intelectual y del sentido común de uno de los factores de poder más importantes de una sociedad: su gente armada. Convertir la ideología del Gobierno en una razón de Estado.
 Pero hagamos las preguntas sencillas: ¿cómo se define imperialismo? ¿la lectura antiimperialista es de exclusividad de la escuela marxista?, ¿se puede enseñar a alguien a ser antiimperialista?, ¿cómo debería lucir un programa académico de una escuela como ésta?, ¿tendrá el adoctrinamiento ideológico efectividad?

 El imperialismo es una forma de dominio económico, militar y político de una nación sobre otras que existe desde épocas remotas. Es así que imperios como el incaico florecieron entre los siglos XV y XVI y controlaron todo el Tahuantinsuyo; es decir, parte de Sudamérica. Si adoptamos esta perspectiva, ser antiimperialista sería condenar estas practicas de los pueblos de la región, que son los ancestros de las naciones aymaras y quechuas de la actualidad.

 En otras latitudes del planeta también hemos tenido imperialismos feroces que han controlado regiones muy grandes (el otomano, el persa o el mongol). Es el caso de la Dinastía Ming que gobernó entre los años 1368 y 1644 y controló de manera imperial buena parte de Asia. En la actualidad, autores como Martin Jacques (When China rules the world) sostienen que China estaría en proceso de recuperación de su hegemonía imperial y parte de ellos sería su agresiva presencia en América Latina. En este contexto, ¿ser antiimperialista sería condenar el resurgimiento chino?

 Ignorando estos hechos históricos, existe una tendencia actual fuertemente influenciado por el pensamiento marxista-leninista  a limitar como imperialismo al proceso de expansión económica que tuvo lugar en Europa a mediados del siglo XIX, sobre todo a partir de 1870, y éste fue conocido como imperialismo capitalista. Por supuesto que existen muchas interpretaciones y escuelas que definen el fenómeno del imperialismo y que éste es mucho más antiguo que su versión capitalista. Si uno adopta esta perspectiva histórica, que en todos los casos está asociada a violencia y saqueo, se puede enseñar a ser antiimperialista adoptando una posición de condena frente a este modelo de dominación.

 Pero como la historia para algunos, entre ellos los promotores de la escuela antimperialista,  se inicia donde comienza su ideología, es entendible que se asocie imperialismo al capitalismo y, más concretamente, a la acción internacional de Estados Unidos. En este sentido, es previsible que la propuesta académica de la nueva escuela esté dominada por Carlos Marx y sus seguidores.

 Pero, a rigor, no existe en este autor una teoría del imperialismo. Como es ampliamente conocido, su trabajo fue interpretar y denunciar el modo de producción capitalista inglés. Es Lenin, en su libro El imperialismo fase superior del capitalismo, quien desarrolle el concepto de imperialismo, describiendo las fases de este fenómeno, que fueron de la concentración de la producción y el capital hasta la exportación de éste y el reparto del mundo, pasando previamente por la fusión del capital bancario e industrial.  Posteriormente, a partir de los años 60, muchos autores de países en vías de desarrollo ampliaron y polemizaron la teoría del imperialismo.

Algunos de  ellos fueron Samir Amin, Ruy Mauro Marini, Theotonio dos Santos, Immanuel Wallerstein o marxistas más contemporáneos como Atilo Boron o Michael Hard. Por lo tanto, para formar un pensamiento y actitud antiimperialista genuina el pénsum de materias deberá entrar en profundidad en los autores señalados.

 Ahora bien, ¿qué de la educación musical antiimperialista?  Seguramente los oídos castrenses deberán ser educados con la nueva trova cubana. Silvio Rodríguez por delante. Pero  me preocupa que algunos de los alumnos de la escuela tomen literalmente frases tan fabulosas como "iba matando canallas con su cañón de futuro”.

Por supuesto, para curar tendencias proimperialistas de la niñez, los estudiantes deberán saber de memoria el libro Para leer al Pato Donald, de Ariel Dorfman.

Por último, ¿será efectivo el adoctrinamiento? Recordemos que la Escuela Antiimperialista es la hermana antónima de la Escuela de las Américas y ésta, durante muchos años, formó a militares latinoamericanos. No obstante el esfuerzo y las becas, vemos que muchos de ellos resultaron contestones y cambiaron de ideología. Este fenómeno puede repetirse en sentido inverso y a futuro, con este precedente de convertir la ideología en razón de Estado, a alguien se le puede ocurrir crear la Escuela Castrense Adam Smith.

Monday, September 12, 2016

Y LOS LOBOS CAMBIARON EL CURSO DE LOS RIOS

En Estados Unidos, en las primeras décadas del Siglo XX, la política oficial era matar a los lobos en todo el país, inclusive en las reservas naturales, como Yelowstone. Entre 1924 y 1995, el ecosistema natural de este parque fue alterado sustancialmente por la ausencia de lobos. En este nuevo escenario, quienes comenzaron a reinar en el parque fueron los venados que se comieron toda la vegetación cercana al río, produciéndose la descertificación de la zona y la desaparición de varios otros animales. A inicios de 1995, el gobierno local y varias organizaciones ecológicas reintrodujeron 12 lobos en el parque nacional de Yelowstone.  Las fieras sueltas comenzaron a cambiar el comportamiento de los venados, quienes empezaron a evitar ciertos lugares del parque, donde ellos podrían ser fácilmente atrapados. ¡Y esas áreas comenzaron a regenerarse! Los bellos árboles crecieron 5 veces más que antes y los lugares estériles se convirtieron en bosques frondosos con nuevos animales. Con la nueva vegetación volvieron los pájaros poblando con sus cantos el parque. Reaparecieron los castores de filosos dientes construyendo represas. Patos, ratas, nutrias y peces volvieron a poblar las cristalinas aguas del río.
Los lobos formaron manadas que se comieron los coyotes. Con menos de estos depredadores volvieron los traviesos conejos y saltarines ratones. Estos roedores trajeron zorros, comadrejas y búhos de vuelta al parque. Las águilas y los halcones volvieron a reinar en Yelowstone. Luego, los osos pardos se unieron y se alimentaron de las fresas de los nuevos árboles. El retorno de los lobos comenzó a transformar el ecosistema. Pero lo más increíble que sucedió,  con la vuelta triunfal de los lobos, fue el cambio del curso de los ríos. En efecto, con menos erosión y más pozas formadas, dejaron de ser caudalosos y su curso se ordenó.
Así los lobos reordenaron el ecosistema a su alrededor. Esta sorprendente modificación de la naturaleza, se conoce como cascada trófica. La cascada trófica es una serie de efectos indirectos amplificados que los animales que están en la cima de la cadena alimenticia ejercen sobre aquellos organismos que están en niveles inferiores. Este fenómeno regula la densidad de los herbívoros y el bienestar del ecosistema”. Lo que Usted acaba de leer amable lector es la descripción de un video elaborado por Sustainable Man, cuyo título toma esta columna, que me permito recomendar, enfáticamente, que lo vea. https://www.youtube.com/watch?v=nHdBB9zTuNA

En el ecosistema del desarrollo económico boliviano, en los últimos 200 años, las políticas públicas centradas en el extractivismo, de izquierda y derecha, en algunos casos han matado o en otros no han permitido nazcan un tipo de emprendedores vitales en la cadena de la revolución productiva. En las praderas económicas nacionales pesados paquidermos estatistas o privados han destrozado el ecosistema impidiendo que otros actores del desarrollo abran sus alas creativas e innovadoras. Los ríos de la generación de riqueza y justicia social han perdido fuerza y per curso. Se ha producido una descertificación en el tejido productivo. Los bolivianos sólo tenemos pocos árboles para cosechar desarrollo. Minería, hidrocarburos, servicios, algo de agroindustria, para mencionar los más importantes. La fauna y flora es escasa y pobre.

En estas circunstancias,  uno de los desafíos más importantes de las políticas de desarrollo es restablecer las cascadas tróficas de la creatividad, la innovación y el emprendedurismo, creando nuevos territorios productivos e inteligentes. Reinventado los ecosistemas.

Según una metodología desarrollada por Gulliver, una agencia de innovación, los ecosistemas de la innovación y el desarrollo también pueden ser acelerados promoviendo el nacimiento de los nuevos lobos del siglo XXI, los emprendedores productivos y sociales de base tecnológica. Para ello,  se requiere pensar que el ecosistema a partir de estrategias que afecten su entorno y estrategias que impulsen a los actores.

En el primer caso se requiere cultivar un nuevo sentido para el desarrollo económico. Cambiar el chip del extractivismo rentista que ordena los imaginarios políticos, económicos y sociales del país, a partir de la explotación de los recursos naturales, y sustituirlo por un chip de la innovación vinculado a la producción y también a los servicios, de preferencia aquellos vinculados a las tecnologías de la información. Es decir crear un nuevo mantra, un nuevo credo.

Asimismo se requiere enraizar una cultura de la innovación y emprendimiento en toda la sociedad. Cambiar la geografía de las ideas, reinventar el lenguaje a través del cual hacemos los negocios. Abandonar la cultura del rentismo desde la academia, el  sector público y también privado.  Con los nuevos decodificadores del desarrollo económico debemos ser capaces de fomentar la polinización cruzada,  para que todos los actores involucrados en este ecosistema se comuniquen e interactúen y reproduzcan el ciclo de la vida empresarial, social y productiva.

Pero tal vez el desafío más complejo para reinventar el ecosistema es incubar personas,  nuevos líderes apasionados que busquen generar valor en su sociedad, y como los lobos de Yelowstone permitan la creación de una nueva fauna y flora del desarrollo. Parte de la responsabilidad de estos nuevos liderazgos recae en el sistema de educación (escuelas, colegios, institutos técnicos y universidades). Pero el ecosistema de la innovación y el emprendimiento también debe incubar nuevas tribus,  es decir un novel tejido social. O términos más técnicos un nuevo capital social de castores-ingenieros, halcones-financiadores, nutrias-creativas, conejos-ONG, zorros-universidades, osos-públicos, pero sobre todo,  lobos-emprendedores que cambien el curso de los ríos del desarrollo, poblando así territorios inteligentes, es decir,  espacios que buscan sintonizar competitividad económica,  cohesión social y sostenibilidad ambiental.


Monday, September 5, 2016

La llamada al embajador y las teorías de las relaciones internacionales

El Estado boliviano ha decidido llamar para consultas a su embajador en  Brasil como rechazo al proceso de destitución de la presidenta Dilma. Similar camino han seguido países como Venezuela y Nicaragua. La respuesta no se dejó esperar, el vecino también llamó a sus embajadores en estos países.

Generalmente, un llamado para consultas de un embajador es resultado de algún tipo de fricción comercial o diplomática que involucra a dos países y es un gesto de distanciamiento en las relaciones bilaterales. Es bastante inusual que un país tome esta medida extrema como reacción a un proceso político interno, como fue el caso de la destitución de la presidenta de Brasil. Por supuesto que cualquier ciudadano en el mundo puede tener una opinión, negativa o positiva, sobre el evento, pero cuando la Cancillería y las autoridades del más alto nivel se posicionan sobre un tema interno de otro país, lo convierten en una razón de Estado.

¿Cómo se explica esta decisión del Estado boliviano de convertir un tema de política interna del vecino país en una declaración de política exterior? Permítame usar la teoría de las relaciones internacionales para dar una respuesta.

La teoría marxista sostiene que el sistema internacional es un espacio de dominación y sometimiento, donde los países ricos o potencias hegemónicas explotan a los países pobres o periféricos. Desde Lenin (El Imperialismo fase Superior del Capitalismo) hasta Hard y Negri (Imperio), pasando por toda la Teoría de la Dependencia, la dominación de clases transciende las fronteras debido a la internacionalización del capital. La forma superior de control y hegemonía es el imperialismo o en el caso brasileño, el subimperialismo. Por lo tanto, la política internacional debe estar pautada por la lucha contra estos imperios y un nuevo sistema internacional, para lo cual requiere de alianzas fuertemente ideológicas entre gobiernos de izquierda para contraponerse al sistema dominante.

Si adoptamos esta perspectiva, el llamado del embajador es una acción de solidaridad internacional basada en una sintonía ideológica. Es un repudio al golpe de Estado de la oligarquía brasileña, que es la interpretación oficial del Partido de los Trabajadores (PT) sobre la salida de Rousseff. Para el alineamiento ideológico, poco importan otras lecturas de la realidad brasileña, como el hecho de que el PT gobernó, en pacto político, con los partidos de la derecha de Brasil por 13 años. Y que en varios de los escándalos de corrupción reciente (Petrobras) hubo participación de jerarcas del oficialismo brasileño, como el señor José Dirceu, otrora hombre fuerte del régimen, y de otros políticos de la oligarquía aliada. La solidaridad ideológica de la política exterior también se manifiesta en el apoyo incondicional al gobierno de Maduro en Venezuela. Bajo esta perspectiva, la lucha de clases deber estar alineada con la causa revolucionaria mundial, aunque se trate de una dictadura como la de Cuba. El lenguaje y las acciones nacionales en este tema  recuerdan el periodo de la Guerra Fría.

La escuela idealista de las relaciones internacionales sostiene que las naciones son unidades autónomas y que se relacionan a través de principios y valores, como la promoción de la paz, la democracia, los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos. Este último es uno de los principios más importantes porque está vinculado a la soberanía nacional. Las Naciones Unidas y los tratados internacionales encarnan el pensamiento idealista. En este contexto conceptual, tanto las declaraciones de las autoridades nacionales como la decisión de llamar al embajador vulneran acuerdos internacionales y constituyen una intromisión en los asuntos internos de otra nación. En el pasado reciente, el Estado boliviano ha fundamentado su política externa, con mucha razón, en el idealismo, por ejemplo, cuando rechazó la injerencia externa en materia de drogas. ¿Alguien se imagina a un otro país llamando a su embajador, en rechazo a la tentativa del  presidente Morales de buscar una cuarta reelección, con base en el argumento de la oposición local de que esta acción es inconstitucional? No hagas lo que no quieres que te hagan.

Finalmente, y no por eso menos importante, está la escuela realista de las relaciones internacionales que sostiene que los países no tienen amigos y sí intereses. Y que las relaciones entre Estados se basan en la defensa de intereses económicos, estratégicos, simbólicos, militares, diplomáticos y políticos. Bajo esta perspectiva teórica, las acciones internacionales de un país deben ser resultado de un cuidadoso análisis de costo-beneficio que coloquen en el centro el interés nacional. En estas circunstancias, el hecho de haber llamado a nuestro embajador de un país con el cual tenemos muchos intereses económicos y estratégicos y del cual dependen más de un tercio de nuestras exportaciones, no es una acción destinada a preservar los intereses nacionales. Estas decisiones tendrán consecuencias económicas y financieras a futuro. Cabe recordar que es altamente probable que negociemos el nuevo contrato de gas natural con el gobierno de Temer. Entonces, ¿es pragmático que nos distanciemos de nuestro principal mercado?

Debo manifestar que me identifico mucho más con la escuela idealista y realista y menos con la marxista. Además, tanto la declaración del Estado boliviano como la acción de llamar a nuestro embajador es precipitada;  además, carece de una visión estratégica, en especial en un país que necesita sumar fuerzas y apoyos internacionales para alcanzar el principal objetivo de su política exterior: la recuperación del mar.

La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...