Con frecuencia desde el árbol del poder, se vanaglorian del nuevo modelo
económico que estarían implementando en Bolivia. En las últimas
semanas, los rosarios de autoelogios se han incrementado impulsados por
el inicio de la campaña electoral, pero más allá de los discursos, ¿qué
hay de nuevo en el modelo económico implementado desde el 2006? Hagamos
un recuento desde múltiples perspectivas.
¿Existe una macroeconomía del proceso de cambio? Veamos la política
fiscal. Ésta, si bien se ha beneficiado de la espectacular bonanza
externa, no tiene nada de novedosa. Por el lado de los ingresos, el
fisco recauda mucho más que en el pasado debido al incremento
substancial de los precios de los recursos naturales (especialmente el
gas natural), el aumento de los impuestos de la Ley de Hidrocarburos, la
nacionalización, medida que va en su tercera versión desde 1938 y el
mayor dinamismo del mercado interno impulsado por el boom externo.
¿Aumentó el universo de contribuyentes que pagan impuestos? No. Se sigue
apretando el cuello a los de siempre. Comerciantes, cocaleros,
gremiales, cooperativistas mineros, para mencionar a los más
importantes, continúan pagando bajos tributos. Si bien la inversión y
gasto público se multiplicó por cinco, este es tan solo un efecto
riqueza; en los años setenta, cuando también se produjo un boom
financiero, el Estado también gastó más. El tema de la calidad del gasto
público y su pertinencia en el marco de un modelo de desarrollo local
por ejemplo, no existe ni en el debate. Lo que importa es gastar para
mantenerse en el poder. Aquí se sigue una vieja receta de populismo
económico y del desarrollismo nacionalista, obras de infraestructura
como satélites, caminos, teleféricos y otros, y obras pequeñas
desconectadas (escuelas sin profesores, coliseos sobredimensionados,
hospitales sin médicos y ni presupuesto) construidas con el intuito de
generar lealtades políticas antes que desarrollo social. El otro camino
seguido son los bonos como la Renta Dignidad, que en realidad nace en
1994 con el nombre de Bonosol y las transferencias condicionadas como
Juancito Pinto y Juana Azurduy de Padilla; políticas recomendadas e
implementadas por el Banco Mundial en toda América Latina hace mucho
tiempo. Nada nuevo bajo el sol, es el extractivismo benefactor con más
dinero que antes haciendo lo mismo del pasado.
En términos de la política monetaria, también se siguen acciones
tradicionales para mantener la estabilidad del Boliviano. Por un lado,
controlando la inflación con políticas monetarias restrictivas que
dispararon las tasas reales de interés, especialmente en los primeros
cuatro años del gobierno, permitiendo grandes ganancias a los bancos
privados, y ahora, con una política monetaria que permite tasas de
interés en Bolivianos negativas (tasa de interés pagada por los bancos
menos la inflación) para los ahorristas nacionales, provocando una
transferencia de patrimonio de las personas a los bancos privados.
Asimismo, el Banco Central volvió a ser la caja del gobierno de turno y
ha comenzado a prestar dinero a empresas estatales como YPFB o ENDE.
Aquí, también, más de lo mismo. Es el capitalismo de Estado
reempaquetado. En materia cambiaria, el Bolsín, instrumento creado por
el neoliberalismo, sigue operando de manera eficiente, ahora dizque al
servicio del proceso de cambio. Como resultado de ellos en los últimos
años, el tipo de cambio real se ha apreciado haciendo de Bolivia una
economía cada vez más abierta y neoliberal. Por cada dólar de
exportación que entra al país, vuelven a salir 90 centavos en
importaciones.
Si adoptamos una mirada de largo plazo para evaluar un nuevo modelo
económico, veamos que la estructura de la economía no ha cambiado nada,
en realidad Bolivia ha vuelto a los años 30. En la actualidad, el 80% de
las exportaciones son de recursos naturales, a saber, gas natural,
minerales y soya. No se producido ninguna diversificación productiva.
La re-primarización de la economía ha sido acompañada de la
re-estatización de varias empresas en sectores estratégicos. El boom de
las materias primas muestra claros síntomas de enfermedad holandesa. La
economía boliviana registra una burbuja de consumo y prosperidad
prestada en el comercio legal e ilegal, y los diversos servicios, sobre
todo construcción. Además, el grueso de estas actividades impulsó una
enorme economía informal que da un empleo precario al 80% de la
población. El apoyo integral a las pequeñas empresas, al sector privado
productivo o al área agrícola se ha quedado en el papel y en los
discursos grandilocuentes. En realidad, la idea de presentar el modelo
económico como un gran divisor de aguas sólo es un instrumento político
que no soporta el test de la realidad. Es el viejo extractivismo
benefactor, la vuelta del capitalismo de Estado y la ideología del
nacionalismo desarrollista de los años cincuenta, todo reempaquetado en
un discurso antiimperialista. El nuevo modelo de desarrollo es “un museo
repleto de grandes novedades” en términos de políticas e instrumentos.
Análisis económico y otras latitudes de la vida y el pensamiento
Monday, October 21, 2013
Subscribe to:
Posts (Atom)
La dolarización, pros y contras
Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...
-
En cuanto gobierno y oposición regional se agarran de las mechas, en un "Catch-As-Catch-Can" a cuatro caídas, vulgo agárrate como ...
-
En términos económicos y también políticos el año que despierta rebalsando de tiempo se avizora difícil, aunque los avestruces del oficiali...
-
Hace muchos años la revista inglesa, The Economist, pública el índice Big Mac, que lista el precio de esta famosa hamburguesa en varios país...