Monday, July 31, 2017

Ecce Homo. Prefacio de un próximo libro

Hoy quiero hablarles de cómo comenzó este oficio de escribidor de domingo y las razones por las que escribo. Debo confesar que su presencia aquí para mí es un misterio, pero les puedo revelar, desde el fondo de mi alma porqué yo comparezco sagradamente todos los domingos del Señor para compartir con ustedes mis angustias, fantasmas y visiones de la vida, y de la economía. Por supuesto, este sinceramiento dominical debe estar acompañado de un coctelito de tumbo, por eso le propongo un cruzadito, y al oído le digo que el santo y seña de esta columna es la palabra: para-. Una preposición que abre puertas e ideas, que conecta acciones y personas. Esta columna se escribe: para contribuir al debate nacional, para sacudir certidumbres cansadas, para analizar la espuma de la coyuntura, para reflexionar en equipo, para desenmascarar la impostura, para hacer propuestas, para jamás abandonar la libertad de pensamiento, para cultivar la esperanza y, por qué no, también para pasarla bien en el mejor día de descanso.
Escribir ofrece una trinchera única para difundir y defender valores, y principios. Es una manera de ejercitar ciudadanía, de hacer política con las palabras y los pensamientos. También es una terapia personal y espero, que también colectiva. Mentarle la madre a la nomenclatura del poder ayuda a bajar el colesterol y el estrés. Luchar contra el empecinamiento ideológico del régimen contribuye a abrir horizontes pendencieros y baja la presión.
Denunciar el autoritarismo, que alimenta el miedo entre la gente, mantiene viva la libertad de conciencia y permite buenos sueños. Diluir con ráfagas de humor los dogmas de la nueva hegemonía permite mostrar que el populismo chabacano no es el fin de la historia y, de paso, previene la calvicie. Evitar el secuestro del imaginario y vocabulario del cambio, por parte de los circunstanciales dueños del poder, permite que la gente vuelva a imaginar el futuro y evita la gastritis del disgusto.
Escribir es un ensayo de la inmortalidad. Seguramente a futuro los buceadores de la historia y los mineros de datos encontrarán mis columnas en las nubes de la internet y con ellas se harán una idea de qué pasaba con el tipo de cambio, descubrirán de las cosas que nos reíamos, entenderán nuestras preocupaciones sociales y comprenderán el debate sobre la política económica que teníamos en el primer decenio del siglo XXI.
Es decir, uno escribe para los lectores de hoy domingo, pero así mismo para los curiosos del futuro, para los que discreparán en el mañana e interpelarán nuestras tumbas y memorias por lo que hicimos mal, pero también por nuestros rosarios de aciertos, que con el añejado del tiempo, esperemos que sean muchos.
Una columna está hecha de palabras, de noches mal dormidas, de hilos de indignación, de miradas extraviadas y mente en blanco, de bocanas de ilusiones, de ironía de ADN sureño, de horizontes de recuerdos, de fronteras del conocimiento y de una perseverancia a veces sacrificada.
Una columna es una ventana a la esperanza, pero para construirla y alcanzarla uno se sube en hombros de gigantes que nos ayudaron a desarrollar las vocaciones, cultivaron los talentos, educaron nuestra ignorancia y apaciguaron nuestros colmos e iras.
Mi primer recuerdo de mentores se traslada a la Escuela Cornelio Saavedra de Villazón, la capital mundial de los vientos. Jóvenes profesores de educación cívica y música nos tallaron el lenguaje y la imaginación en base a obras teatrales. En soleadas horas cívicas en las que adquiríamos el bronceado api, representábamos a Simón Bolívar, Tupak Katari, Eduardo Abaroa y lo más sublime de la época, al propio don Cornelio. Les pido disculpas por no recordar sus nombres, pero sus enseñanzas están aquí reflejadas. En la época también educábamos el espíritu sirviéndonos unos brazuelos de cordero soberbios y soberanos en el sabor al ritmo de los Beatles y Led Zeppeling, en el restaurante Siete Hierbas.
En la secundaria del poderoso San Calixto descubrí simultáneamente la subversión, la literatura y el amor (en el rock ya era ducho), en ese orden de importancia, como corresponde a la marca de los años 70. Nuestro profesor de Física, René Bascopé Aspiazu, nos inculcó que para escribir o hacer la revolución, primero había que leer y, por supuesto, no enterarse ni por la tapas de las leyes de Newton. Así, con varios compañeros de colegio entramos en frenesí leyendo a los Augustos: Céspedes y Roa Bastos. A Mario Benedetti, cuyos cuentos me fascinaron y cuya poesía me ayudó a conquistar a varias compañeras, que para llegarles al corazón primero había que pasar por su conciencia social.
Obviamente, para alcanzar segunda base -como se dice ahora- mínimo tenías que recitar Bertolt Brecht en alemán, cantar músicas de Inti Illimani con acento chileno y bailar como John Travolta. Por supuesto, quedamos flechados, como no podía ser de otra manera, por García Márquez, Vargas Llosa, Cortázar, Julio de la Vega, Costa du Rels.
En las clases de Física también descubrimos a Marx y Lenin, así le entramos a la economía. Una pasión que comenzó por el lado izquierdo del corazón. Le dedicamos nuestros mejores domingos de la vida a leer El capital. Tal era nuestro compromiso, que nos inscribimos a cursos de alemán porque sospechábamos que los traductores al español eran revisionistas pequeño burgueses que, al mando del imperio, tergiversaban el pensamiento de los maestros.
Revolución y literatura dio su primer fruto allá por 1977, cuando picamos un stencil, en la clandestinidad, que criticaba a la dictadura banzerista, mostraba nuestra vena de literatura social y hablaba mal de algunas reglas del colegio. Aquí escribí mi primer artículo de título: Ecce homo, (Ese Hombre), inspirado en Nietzche, reivindicaba el trabajo de los porteros, ayudantes, dulceras que trabajaban en torno al colegio. Era mi primera mirada socioeconómica a la realidad nacional. Al terminar el artículo sentí un enorme placer, pero también una profunda angustia. Sabía que nunca más dejaría de escribir y aquí me tiene jodido pero contento.

Monday, July 24, 2017

¿Patria o muerte? !!Gastaremos!!

¿Patria o muerte? !!Gastaremos!! Economía en línea. Análisis del déficit público en Bolivia. ¿Patria o muerte? !!Gastaremos!!

¿Cuándo el déficit público debía quitar el sueño a la revolución? Rebautizado como ¿Patria o muerte? !Gastaremos!

Hoy domingo de julio una pregunta a quema ropa. ¿Cuándo debemos preocuparnos por el déficit público? Sin el ánimo de querer arruinar la hermosa mañana, va disculpar el frío dato contable: ya van cuatro años consecutivos de déficit público elevado. En 2014 este desajuste llegó al 3,4% del valor de mercado de todos los bienes y servicios producidos en Bolivia en un año, el Producto Interno Bruto (PIB). En 2015 este indicador saltó a 6,9%. En el 2016 se registró un 6,6% y este año, que presuroso ya recurrió a su media vida, el agüero público podría llegar a 7,8% del Producto.

La respuesta de un militante hueso colorado a la pregunta del título de la columna es: Un soldado del proceso de cambio jamás duerme. Soñar es hábito pequeño burgués. Así que la interrogante es retórica e inútil.  ¿Patria o muerte? ¡Gastaremos!, arenga el keynesianismo de guitarreada, una versión algo más refinada del populismo económico, que cree ciegamente en el mágico poder curativo del gasto e inversión pública sin control ni racionalidad.

Veamos cómo razona lo que técnicamente se conoce como keynesianismo vulgar. Frente al apagón del motor externo (caída brusca de los precios del gas natural) que sostenía el avión de la economía boliviana, es la hora de prender y acelerar la turbina interna, es la vez del poder del mercado local. Para esto se debe aumentar tanto el gasto como la inversión pública, dos componentes centrales de la demanda interna. En efecto, ahora tanto el gasto corriente como de capital representan más del 40% de la riqueza generada en una año (PIB) y constituyen la locomotora de la economía.

De una manera más precisa, el gasto corriente (sobre todo salarios)  en 2010 representaba el 20,8% del Producto, alcanzó su máximo en 2015, con el 27%, y para el 2016 hubo una reducción 22,6% del PIB. La inversión pública o de capital (Gobierno central y empresa públicas), en 2010 era de 10,7% del Producto, en su auge este valor llegó al 19,4%, para, posteriormente, estabilizarse en 17%, en el binomio 2015 y 2016.

Prima facie, estas políticas públicas lucían muy bien cuando se podía financiar, con holgura, con los ingresos provenientes del Impuesto Directo a los Hidrocarburos (IDH) y las regalías departamentales, que habían subido resultado de los precios fabulosos del gas natural. Este milagro alcanza su zenit en 2013, cuando estos ingresos llegan al 11,5% del PIB, pero a partir de este año estos ingresos inician su fase descendente y el año pasado, 2016, sólo entró a los cofres públicos el 4,2% del Producto de estos dos rubros.

Cabe recordar que el IDH y las regalías representan el 70% de los ingresos totales del sector público no financiero. Por lo tanto, resultado de la mantención de gastos e inversiones públicas en niveles elevados y fuerte caída de ingresos, en especial los provenientes del sector petrolero, se registran los déficits públicos señalados, que no han sido compensados, ni de lejos, por la renta interna, cuya contribución se mantiene en niveles cercanos al 20% del Producto y tiene poco margen de incremento.

A rigor y siendo un poco más finos, si se produce un corte en la inversión pública, los gastos de capital bajan en las gobernaciones y municipios, reduciéndose de 11,3% (2014) a 8,5% (2016). Contrariamente, el Gobierno central mantiene elevadas sus inversiones,  superiores al 3,1% en promedio en el periodo 2014 y 2016. Quiere decir,  para los gobiernos locales, la mayoría en manos opositores,  un ajuste fiscal del tipo neoliberal, en cuanto para la administración central, las mieles  del gasto sin restricciones.

Este tipo de modelo de crecimiento impulsado por la inversión pública, conocido también  como "fundamentalismo del capital”,  le mete nomás al ritmo de "con tu quiero y mi puedo, vamos juntos compañeros”, sostiene que no hay problema sostener el agujero fiscal  quemando reservas internacionales, financiándose con deuda externa e interna, exprimiendo con más rigor a los contribuyentes tradicionales y tolerando, precisamente, mayores déficits públicos.

En el mediano y largo plazo, se confía que del mismo cuero salen todas las correas; es decir, que el efecto multiplicador interno de los gastos corrientes y de capital generan mayores impuestos, y que las inversiones hechas en infraestructura y empresas públicas rindan más ingresos de exportación y también más impuestos. El supuesto fuerte de este  razonamiento es que las inversiones públicas hechas son de enorme calidad, alto retorno y acumulan activos de alta productividad para la economía.

Observando el portafolio  de los gastos de capital de los últimos 10 años hay muchas dudas al respecto o ¿cuál es el beneficio de coliseos donde sólo juegan los ratones? ¿de aeropuertos donde no llegan aviones? ¿de museos sin gente? ¿de edificios que homenajean a la fealdad? ¿de carreteras que no conectan polos productivos? O ¿plantas petroquímicas sin gas ni mercados?

Además, detrás del entusiasmo con el gasto e inversión pública existe la percepción equivocada de que el shock de ingresos externo es temporal, cuando todos los indicadores muestran que va pasar mucho tiempo antes que vuelvan a subir los precios del petróleo a niveles de 110 dólares el barril. Un  keynesianismo de guitarreada, similar al nuestro, llevó a graves problemas fiscales en Argentina y Brasil y a la quiebra del Estado en Venezuela.

En este contexto, el elevado déficit ya debería estar quitándonos nuestros dulces sueños y aún es tiempo de no exagerar el entusiasmo de la billetera pública. Es el momento de dejar la guitarra de lado y optar por un keynesianismo inteligente que haga cortes en gastos superfluos, en especial propaganda y obras públicas innecesarias, y se focalice la inversión pública en desarrollo productivo, salud, educación, protección al medio ambiente e innovación tecnológica.

Monday, July 17, 2017

De la espuma del consumo a los ríos de la productividad

El tiempo y el metalenguaje de la política generalmente se concentra en la descripción de las fotografías de la historia económica corta. En 2017, la economía crecerá en cerca de 4,7% y será el mejor indicador de América Latina. O en el periodo 2006 y 2016, el crecimiento promedio fue de 4,9%.  Click, la foto está lista para el photoshop de la propaganda y de las redes sociales.  Entender la economía como una sucesión de selfies -como dijo Fernando Brauldel- "es concentrarse en la espuma de la historia”; es decir, la sucesión de hechos más visibles pero menos significativos. Cuando se sobre-enfatiza en el análisis económico el crecimiento del PIB y no se habla del desarrollo integral de la sociedad, estamos viendo la superficie y no los profundos ríos que circulan en las estructuras económica, social y cultural. No estamos viendo la película de desarrollo.

Para zambullirnos en las aguas de la estructura del desarrollo nacional utilizaremos dos referencias, analizaremos: a) los avances en transformaciones estructurales vinculadas al aumento de la productividad (capital o mano de obra) y b) los cambios que se han producido en los fundamentos del desarrollo, a saber: acumulación de capital humano o calidad de las instituciones que impulsan el desarrollo integral y lo hacen medioambientalmente sostenible. Nos focalizaremos en el primero, viendo el tema de educación.

 Cuando se evalúa el profundo río de las reformas estructurales, uno de los indicadores  más importantes, no el único,  es la productividad de todos los factores de producción capital, tierra y trabajo, pero, sobre todo, de este último.  Rodrik, Macmillan y Verduzco, en un reciente libro, han mostrado -comparando varios indicadores de productividad y optando por una perspectiva de largo plazo- que existen dos modelos de reformas estructurales. Por una parte, existiría un cambio estructural reductor del crecimiento, que sería el caso de América Latina, y, por otro, tendríamos un cambio estructural inductor del crecimiento económico, que sería el ejemplo de Asia. En este último, la calidad de la educación es fundamental y en el primero invertir en educación tiene un retorno cercano a cero.

 Bolivia está en el primer grupo y haré una explicación preliminar del porqué de esto. Desde una perspectiva de largo plazo, la economía boliviana ha mantenido un modelo primario exportador independiente del tipo de gobierno, nacionalista o neoliberal, y, por lo tanto, tiene una estructura económica poco diversificada, los niveles de pobreza son aún altos, no obstante lo avanzado, para los parámetros latinoamericanos. Entre 1961 y 2016 el crecimiento promedio ha sido 3,16%, en cuanto la población crecía al 2%. Los niveles de pobreza han bajado al 17,8%.

Gran parte de la explicación para este crecimiento y mejores niveles de desarrollo está en los booms de precios de las materias primas, que produce una hinchazón del sector servicios y comercio. En el pasado, los auges externos duraban entre cuatro y seis años. La bonanza desde del 2006 al 2014, nueve años, fue la más larga y la que más recursos extras generó, en torno de 60.000 millones de dólares.

Sin embargo, los booms económicos no son acompañados por aumentos en la productividad promedio.   Según datos obtenidos del Griningen Growth and Development Centre, entre 1961 y 1993 la productividad total de los factores de producción (PTF) habría crecido al mismo nivel de aumento del producto per cápita boliviano. A partir del 1994 se abre una brecha,  la PTF  creció levemente (en promedio 0,13%) y se estancó durante más de 20 años, en cuanto el PIB per cápita subió significativamente, 2,34% al año.

 Dentro de este agregado también es conocido que la productividad laboral es muy baja. Según la economista Beatriz Muriel, sería un tercio de los países desarrollados y la mitad del promedio regional. Quiere decir que si en los países desarrollados hacen una silla en un día,  en Bolivia un trabajador promedio se tarda tres jornadas.  

 De una manera más general, durante el auge del modelo primario exportador se crea un círculo vicioso que le serrucha el piso al desarrollo económico de largo plazo. Con la entrada de dinero a los sectores intensivos en capital, como ser hidrocarburos, electricidad, agua, comunicaciones y transporte, se elevan sus niveles de productividad laboral parcialmente, pero representa tan sólo el 20% del empleo.

Entre tanto, servicios como construcción, comercio, restaurantes, o sectores como la manufactura y la agricultura -que emplean al 80% de la gente, la mayoría en actividades informales- registran niveles muy bajos de productividad laboral y contribuyen con el 50% en la creación del PIB.

 En esta situación, el crecimiento económico de largo plazo se explica por el efecto precio/ingresos y no por saltos en productividad, que sería lo deseable, para que se genere desarrollo sostenible. Además, al concentrarse el grueso del empleo en el sector servicios y comercio de muy baja productividad, esto manda una señal negativa al mercado de trabajo y desvaloriza uno de los fundamentos del desarrollo: el capital humano.

 Éste tiende a empeorar en calidad porque en el mercado laboral de los sectores no transables (mercado interno e informalidad) no exige educación. Lykke Anderson muestra que los ingresos ganados por hora han bajado dramáticamente en 15 años. En 1999, un año adicional de educación implicaba un 11% de mayores ingresos por hora; en 2014 esto bajó a 4,3% para un trabajador promedio. En suma: tener 12 años de escolaridad no rinde mayores ingresos,  excepto honrosas excepciones, como la de los bachilleres que nos gobiernan.

Así, la película del desarrollo nos cuenta que cambios estructurales que consolidan niveles bajos de productividad y que deterioran uno de los fundamentos del desarrollo, como es el capital humano, confirman la hipótesis de que las transformaciones vinculadas al boom de materias primas son reductoras de crecimiento y desarrollo integral.

Gonzalo Chávez A. es economista.


Capital humano y productividad. Cambios estructurales reductores del crecimiento

Capital humano y productividad. Cambios estructurales reductores del crecimiento

Monday, July 10, 2017

Cápsulas económicas. Institucionalismo

Cápsulas económicas. Institucionalismo

Cápsulas económicas. Keynesianismo

Cápsulas económicas. Keynesianismo

Cápsulas económicas. Neoliberalismo

Cápsulas económicas. Neoliberalismo

Cápsulas económicas. Escuelas de pensamiento económico

Cápsulas económicas. Escuelas de pensamiento económico

Cápsulas económicas. Qué es la política comercial?

Cápsulas económicas. Qué es la política comercial?

Qué es la política cambiaria?

Qué es la política cambiaria?

Cápsulas económicas. Qué es la política fiscal?

Cápsulas económicas. Qué es la política fiscal?

Cápsulas Económicas. Qué es la. política monetaria?

Cápsulas Económicas. Qué es la. política monetaria?

Elijamos por voto directo al Ministro de Economía

Se dice, en las altas esferas del poder, que están preparando una propuesta realmente revolucionaria que busca profundizar la democracia directa. Dado el tremendo éxito de la elección de los magistrados, cuya transparencia, sofisticación académica, independencia y transparencia  han dejado con la boca abierta al mundo, el proceso revolucionario se prepara para dar un salto cualitativo: la elección por voto directo del ministro de Economía. El pueblo debería elegir al hombre o mujer más versado en temas financieros, contables y estadísticos para cuidar de los bolsillos de la gente  y conducir el luminoso proceso de cambio, y así ser, con mayor legitimidad, el timonel de brazo fuerte, y mirada tierna del inédito modelo económico que tiene embobado hasta al FMI.   
 
  Para llevar adelante esta nueva hazaña de la epopeya neorrevolucionaria se pretende seguir tres pasos. Un examen de competencia sobre la ciencia económica. Posteriormente, los elegidos deberán pasar por un sofisticado escáner de detector de neoliberales desarrollado con tecnología venezolana y sólo con la aprobación de esta maravillosa máquina los candidatos podrán pasar por la bendición del voto soberano. 
 
  Un aquelarre de la más fina flor de economistas de nuestras casas de estudios superiores estarían elaborando las preguntas para el examen de competencia. Para unirnos a esta patriótica causa, algunos agudos internautas de las redes sociales y su escribidor de domingo no podían quedar indiferentes, por lo que, humildemente, proponemos algunas preguntas y  una metodología para evitar las adivinanzas en los exámenes de selección múltiple. A saber: dos malas respuestas anulan una buena.  Así que papel y lápiz o entre a la siguiente página https://goo.gl/forms/CsTbupi8eaBFuHEj1 y responda electrónicamente. Los resultados globales son anónimos pero usted podrá ver su nota. 
 
 Aquí van alguna de las interrogantes ordenadas por áreas: Preguntas generales. 
 
1) ¿Cuánto del crecimiento del PIB es consecuencia del narcotráfico y del contrabando? a) Menos del 2%, b) más del 2%, c) nada pues, no seas pro imperialista. 2) Si la economía entra en crisis: a) Pides apoyo al ALCA. b) Pones la cara de Solís, quien decía: "Hazte el soncito y serás feliz”, y sigue afirmando que la economía está blindada. c) Reconoce los problemas y cortas gastos e inversiones públicas  superfluas. 3) ¿Crearía un nuevo Fondo Indígena y a cuál de los siguientes patriotas le encargaría su administración: a) A su suegra. b) A El Santo.  c) A la líder Zapatista.   4) ¿Qué opinas del nuevo edificio del Ministerio de Economía: a) Está muy mono, es la prueba de que el modelo funciona.  b) Es un monumento al cemento, la fealdad y la opulencia. c) Tiene una coqueta fuente que es mejor que la Chito alcoba. 
 
 Preguntas de microeconomía. 1) Un monopolio es: a) Una falla de mercado donde una empresa abusa de los precios. b) El mejor juego de mesa inventado por los gringos.  c) La producción de coca en el Chapare. 2) Ceteris Paribus significa: a) El alias de Adam Smith. b) Manteniéndose todo los demás constante.  c) Proceso de cambio en tupi guaraní. 3) ¿Cuántos neoliberales se necesitan para cambiar un foco? a) Ninguno, las fuerzas del mercado lo cambiarán.  b) Se robaron hasta los focos estos perros. c) Quién necesita focos frente a la luminosidad eterna del proceso de cambio. Preguntas numéricas y estadísticas. 1) ¿Cuál de las siguientes fórmulas describe mejor el glorioso proceso de cambio? a) logxy = logx +logy. b)   V-E+F = 2, porque el proceso es imaginario.  c) C=M+D-T donde C es corrupción,  M es monopolio, D es discrecionalidad y T es transparencia. 2) ¿Cómo se escribe el cero en números romanos? a) En Roma no había ceros a la izquierda.  b) La letra O.  c) X-X. 3) Meter la cuchara al dulce significa: a) 10% del valor total.  b) Mita a mita.  c) Comer bien riquito. 
 
 Preguntas macroeconómicas. 1) La política fiscal es: a) La que lleva adelante la Fiscalía para perseguir a los vendepatrias. b) La gestión de los ingresos y los gastos/inversiones de acuerdo a un presupuesto. c) La acción de unos cuantos burócratas. 2) Déficit público en aymara se dice: a) janiwa utkiti colque. b) Manka gastos.  c) Lunthatas in action. 3) Inflación es: a) Un invento de los neoliberales que quieren perjudicar Bolivia.  b) La subida generalizada de los precios.  c) La palabra preferida de los malditos falsos analistas.  4) La tasa de interés: a) Debe fluctuar libremente.   b) Debe ser regulada adecuadamente.  c) La tasa sirve para tomar té y el interés depende de con quién se esté. 5) ¿Qué es lo que limita el crecimiento económico? a) La escasez de ahorro. b) La falta de inversión pública, tecnología e instituciones. c) El imperio y sus lacayos.
 
  Aprobado este examen viene la prueba del escáner por el cual deben pasar los aprobados. ¿Cómo funciona esta maravilla creada por el ingenio del socialismo del siglo XXI? Cuando algún candidato promercado pasa por estos aparatos se activan fuertes alarmas y altoparlantes poderosos repiten, sin parar, improperios como: vendepatria, pillo, sarnoso neoliberal y otros adjetivos irreproducibles. 
 
 En casos extremos, los detectores de neoliberales, que están decorados con coquetos motivos que recuerdan a la Puerta del Sol, sueltan lenguas de fuego para hacer retroceder a los mugrientos seguidores de Milton Friedman. Ahora bien, si un candidato,  auténtico revolucionario, atraviesa el artefacto, los parlantes sueltan la melodiosa voz del luminoso líder bolivariano, cantando: "rojo, rojito…” en do mayor, acompañado por un coro de zampoñas chapareñas e, inmediatamente, de lo alto del detector se proyectan luces multicolores con la esfinge del Che que alumbran y señalan el sacrosanto camino del cambio.
 
 Bueno, sólo después de esta peripecia se llevará a consulta popular a los candidatos a ministro de Economía.  Ahora, si esta propuesta le parece tan descabellada, como la elección de magistrados, siempre puede votar nulo. Los resultados de los exámenes de esta ficción analítica serán publicados en las redes sociales.

Monday, July 3, 2017

Cápsulas económicas. Depreciación del tipo de cambio real

Cápsulas económicas. Depreciación del tipo de cambio real

Cápsulas económicas. Apreciación del tipo de cambio real

Cápsulas económicas. Apreciación del tipo de cambio real

Cápsulas económicas. Definición de economía de mercado

Cápsulas económicas. Definición de economía de mercado

Cápsulas económicas. La intervención del Estado en la economía

Cápsulas económicas. La intervención del Estado en la economía

Cápsulas económicas. Que es la productividad?

Cápsulas económicas. Que es la productividad?

Cápsulas económicas. Balanza Comercial

Cápsulas económicas. Balanza Comercial

Cápsulas económicas. Fallas de mercado

Cápsulas económicas. Fallas de mercado

Cápsulas económicas. Qué es el tipo de cambio real?

Cápsulas económicas. Qué es el tipo de cambio real?

Cápsulas económicas. Qué es el PIB?

Cápsulas económicas. Qué es el PIB?

Nada por aqui. Nada por allá. !Fuera manos. Trabaja vista!

A la voz de "nada por aquí, nada por allá ¡fuera manos, trabaja vista!”, el 1 de mayo de 2006, el nuevo gobierno realizó el truco de magia política más exitoso de su gestión. Para asombro de la audiencia ávida de un cambio,  el mago neorevolucionario sacó el sombrero de copa alta, se puso los guantes blancos, colocó al Ejército en su mejor gala de guerra, colgó sendos letreros decorados con vistosas whipalas y a la cuenta de tres, extrajo de la galera, ante el asombro y júbilo del público, el gordo conejo de la nacionalización que hizo llover dinero. A rigor, esta medida fue una renegociación de contratos con las empresas petroleras transnacionales y no una expropiación, como se esperaría de una nacionalización clásica. 

 En la época,  dicen las malas lenguas vendepatrias que el renombrado ilusionista David Cooperfield al enterarse de semejante hazaña se preocupó por su reinado en el mundo del encantamiento. En un país pequeño como Bolivia, la magia de la nacionalización había generado cientos de millones de dólares adicionales a las arcas del Estado y elevado la popularidad del hechicero a 80%. Los trucos de hacer desaparecer elefantes o edificios quedaron avergonzados ante la aparición de montañas de dinero.

  Por supuesto, los ríos de dinero que surgieron prácticamente de la nada, como se dice técnicamente,  fueron atribuidos a la nacionalización de los hidrocarburos. Así comenzó un magnífico presterío del consumo en el país, cuyo pasante, con el pecho inflado como huminta cochabambina, era YPFB. 

 Los ingresos provenientes del impuesto directo a los hidrocarburos (IDH) subieron de $us 5.497 a 15.602 millones; es decir, crecieron en 184%. Gobernaciones, municipios y universidades también  recibieron lo suyo, sus ingresos escalaron de $us 10.329 a 29.225 millones, un salto de 183%.

  El pasante YPFB incrementó sus ganancias -redoble de tambores, doradas trompetas del proceso de cambio en do mayor, salva de media hora de cuetillos pendejos y un largo ¡chachachan!- en 6.876% entre 2006  (Bs 97 millones) y 2014  (Bs 6.878 millones). ¡Ay Mamita de Urkupiña, las cosas que haces cuando te piden plata!

  A los herejes que se atrevieron a preguntar si no había también un efecto precio del petróleo (que llegó a 110 dólares el barril en la época) y el gas natural (10 verdes el millar de pies cúbicos) en la explicación de los nuevos ingresos, se los despellejó en plaza de la opinión pública, acusándolos de herejes apátridas y víboras ponzoñosas de las ciénegas neoliberales.     

  También la magia de la nacionalización llegó a la macroeconomía a través de magníficos superávits fiscales. Entre el 2006 y el 2013 el excedente del Estado fue de 1,8% del Producto. 

Entre tanto, el tiempo, el implacable, pasó "sin medida ni clemencia”, como reza  el glorioso vals, y a partir de  2014 los datos cambiaron de curso vertiginosamente. En efecto, los ingresos por el IDH cayeron de $us 15.602 a 6.163 millones, una reducción de 60% en dos años.  Las rentas de las gobernaciones, municipios y universidades se contrajeron en 35% entre el 2014 ($us 29.225) y el 2016 ($us 19.046 millones). En la misma dirección fueron las ganancias de YPFB, que pasaron, en caída libre,  de la friolera de  Bs 6.767 en el 2014 a  Bs 254 millones en el 2016, una contracción del 96%. Y en sintonía con el periodo de vacas flacas, en el mercado internacional del petróleo y el gas natural  volvieron los déficits  públicos  elevados;  a saber: el 3,4% del Producto en el 2014; el 6,9% en el 2015; el 6,6% en el 2016 y para el año que transcurre se espera un agujero público de  7,8% del PIB. 

 ¿Qué pasó? ¿Chakatau nacionalización? ¿Hubo una conspiración de  Cooperfield para denostar a los magos nacionales? ¿El fascinador local perdió el encanto y velocidad de los dedos? No, nada de eso. 

  A rigor, ocurrieron dos cosas: primero, terminó el súper ciclo de precios de las materias primas, y, segundo, la nacionalización de los hidrocarburos  -que aún flamea en los mástiles del glorioso proceso de cambio como el divisor de aguas de la economía nacional- mostró que se le atribuían virtudes que no tenía. El fetichismo de la nacionalización se desvaneció. 

 Porque, en buena ley,  el salto en los ingresos  públicos venía del maravilloso incremento de los precios del petróleo e indirectamente del valor del gas natural y no de la nacionalización per-se. El haber incrementado la participación del Estado en la torta petrolera,  subiendo los impuestos en el sector, fue una buena idea tributaria, pero fue un truco menor, una alegría financiera de humo y de corto plazo, porque dependía del aumento de los precios del petróleo. De hecho, ahora que el precio del crudo está en torno de los 45 dólares el barril y el valor del gas natural está entre cuatro y seis verdes el millar de pies cúbicos, y los impuestos de los hidrocarburos no se modificaron, los ingresos se desplomaron. 

  En suma: durante más de 11 años  el discurso político y propagandístico atribuyó, a la medida de la nacionalización, la bonanza económica, cuando en realidad eran los precios fabulosos de los hidrocarburos los que explicaban los mayores ingresos.  Ahora que se derrumban los precios del crudo y, por ende, del gas natural, muy convenientemente, se echa la culpa de la crisis financiera de ingresos, ahora sí a la caídas de precios y les aseguro que más adelante al imperio. 

  Ahora el mago en cuestión sigue vendiendo su charque: "jovena revolucionario, papito churro, cholita amorosa, acérquese sin miedo, voy a hacer la magia del siglo, oye chiquito de azul no me pises la víbora no ve que es de plástico. Nada por aquí, nada por allá. ¡Fuera manos trabaja vista!”.
 
Pero ahora,  frente una disminuida asistencia, sale de galera un escuálido ratón que ya no impresiona a nadie. 

La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...