Monday, October 30, 2017

Océano Azul para nuestras empresas

Este domingo, un poco de teoría vinculada al desarrollo empresarial. Uno de los desafíos más complejos en cualquier firma o institución es, por una parte, entender o proponer un modelo de negocios, para uno es bueno en el mercado, y por otra, elaborar una estrategia de largo plazo que le brinde sostenibilidad al proyecto económico y social.

Business Model Generation (Canvas) y la Estrategia de Océano Azul son dos metodologías muy utilizadas para elaborar modelos de negocios y estrategias, tanto de instituciones públicas como privadas. En el primer caso ayuda encontrar la propuesta de valor que más encaje con las necesidades de los clientes o usuarios de una empresa. Por ejemplo, zapatos que respiran para las personas que tienen problemas de sudoración en los pies. En el segundo caso, la metodología permite elaborar una estrategia creativa, innovadora y singular para servir al mercado o la comunidad.

Según A. Osterwalder, la esencia de todo modelo de negocios se encuentra en el encaje que se logra entre la propuesta de valor de la institución y los clientes. La propuesta de valor es una respuesta a las alegrías y los dolores de los usuarios.  Cuántas veces nos hemos encontrado  con productos o servicios que parecen diseñados para nosotros y que su uso nos hace la vida más fácil, y felíz. También hay ocasiones en las que un bien nos resuelve algún problema o dolor como persona o empresa. Pero una vez definido el modelo de negocio, viene el desafío de cómo hacer correr el emprendimiento.  ¿Cuál es la estrategia de la institución, cuál es mirada de largo plazo de la empresa, cuál es el camino a seguir?

 Según uno de los gurús del planeamiento estratégico, Michael Porter, la gerencia contemporánea se enfrenta al dilema no excluyente de apostar a la eficacia operacional o la posición estratégica para alcanzar el éxito empresarial. En el primer caso, la gestión de la empresa se concentra en ser la mejor en un determinado mercado asimilando, logrando y extendiendo las mejores prácticas administrativas que mejoren la operación en la cadena de valor.


Generalmente, este camino apuesta a una táctica de bajar costos como manera de tener una mayor participación en la torta del mercado. Este camino de pelear por un pedazo de la misma torta fue denomina como estrategia de océano rojo (W. Chan Kim y Renée Mauborgne) porque implica una pelea dura y sangrienta, con los cuchillos pendencieros para cortar costos, que al final tiñen el mar de la competencia de rojo. En la actualidad, un camino imprescindible es el posicionamiento estratégico, la competencia, no para ser el mejor, sino para ser el único en el mercado. Para ello, la empresa busca una posición diferenciadora, sostenible y única respecto a los competidores; es decir, navegar en un océano azul.

 Guy Kawasaki, líder de la empresa Apple, resumió la disyuntiva en la siguiente frase: "Al final, o eres diferente o eres barato”. Optar por ser diferente, único y, por lo tanto  estratégico es alimentarse de la creatividad, la innovación y tanto del emprendimiento (creando nuevas empresas) como del intraemprendimiento (reinventando algo dentro de la empresa).

Veamos dos ejemplos pioneros en la línea estratégica. El circo como oferta de diversión para niños y jóvenes tiene centenas de años. El modelo de negocios de este tipo de entretenimiento ha cambiado muy poco. El espectáculo mostraba siempre animales maltratados, trapecistas subidos de peso y payasos sin gracia. Los circos estaban en la competencia del océano rojo, bajando el costo de las entradas y viajando entre pueblos pobres. Hasta que llegó el Circo del Sol (Cirque du Soleil), que cambió completamente la propuesta de valor,  se atrevió a ser diferente y reinventó el circo mezclando varias artes: teatro, ópera y danza, ampliando su oferta de entretenimiento a toda la familia. Se volvió el único circo de calidad mundial, con una estrategia de diferenciación.

 La industria de la literatura y el cine del terror proporcionan otro ejemplo. El conde Drácula, cuyo principal actor murió hace pocos años, Christopher Lee, fue fuente de las pesadillas de muchas generaciones. Libros y películas sobre vampiros esparcieron pánico y sangre hasta  los años 70, porque después el género entró en desgracia. Las nuevas generaciones  de aficionados al cine y la literatura ignoraban el clásico libro Bram Stoker que dio origen al temible personaje de dientes afilados, de 1897, y los filmes del Conde Drácula, el caballero de la noche, fueron exiliados en viejas cinematecas.

 Pero emprendedores piratas revivieron el género. Reinventaron a Drácula, quien ahora es apuesto, joven, enamoradizo, fiel y sale de día;  es un vampiro vegetariano y ecologista, que encanta y seduce, y no así un chupasangre desalmado.   Piense en la película Crepúsculo o las decenas de libros de la colección El vampiro adolescente.

 En cuanto a la industria tradicional del cine de terror,  se empeña en teñir con más sangre el mar de la competencia, el nuevo draculín navega por aguas azules haciendo suspirar a las adolescentes. Ha generado una propuesta única de valor en  relación con los competidores. En estas industrias del entretenimiento se atrevieron a pensar diferente, a pensar fuera de la caja, a crear una estrategia diferente.

 Para los interesados en estos temas, Kim y Mauborgne han lanzado un nuevo libro el mes pasado: Blue Ocean Shift. Beyond Competing.

Monday, October 23, 2017

Selfies con el FMI y el conjuro de los yatiris

!Pare de gastar! !Controle su fiebre de consumo! Y !Pare de sufrir!. Ya es oficial que no habrá segundo aguinaldo. Esto fue anunciado desde la cúspide del poder. Así que lo dejarán, por segundo año consecutivo, con los crespos hechos y el arrebato en la puerta, pero, en contra parte,  son buenas noticias para las billeteras de los productores nacionales, pequeños y medianos.

Este es un resultado de la desaceleración de la economía boliviana que el gobierno insisten en negar con todo tipo de prestidigitaciones estadísticas, tortura de datos y empalagosa propaganda. Pero los números son fríos y claros. La cúspide del crecimiento económico se dio el año 2013 cuando el producto interno bruto (PIB) - toda los bienes y servicios producidos en un año en Bolivia - subió a 6,8%. Pututos al viento y coro de ñustas sopranos. Las puertas del paraíso revolucionario se abrían de par en par.  En la épica oficial era el efecto de la magia del nuevo modelo. En la práctica era el resultado de la lotería de los precios de la materias primas.     Después de este periodo áureo, la  economía boliviana comenzó a acompañar la letra del viejo tango argentino que dice: cuesta abajo en la rodada. En el 2014, el crecimiento fue de 5.5%. Un año más tarde, 2015, una vez más el aparato productivo boliviano creció pero más lentamente,  4.9%. El año pasado, 2016, nuevamente se frenó la economía y la velocidad del coche se redujo a 4,3%. Este año, en el primer trimestre tanto sólo se creció a 3.3 por ciento y hasta fin del 2017 es muy probable que el desempeño esté en torno de 4%. En este contexto, para que el economía boliviana crezca al 4,5% y todo los trabajadores formales seamos bendecidos por el segundo aguinaldo, la economía debió crecer 5.96% en el 2do semestre del 2017. Cosa que no ocurrió. Entre tanto,  es preocupante que no se tengan las informaciones del crecimiento a mitad del semestre y sospechosamente se haya cambiado al director del INE, que lo estaba haciendo muy bien. Como dice el líder máximo no quisiera pensar que se están cocinando los datos con la ayuda de los yatiris y curacas del proceso de cambio.

El aparato propagandístico del gobierno ha sacado toda su artillería para mostrar que aunque andemos más lento estamos mejor que varias economías de América Latina. Por supuesto , si te comparas con los desastres económicos Venezuela o Brasil, hay motivos de sobra para sacar pechito de bronce. En esa dirección, el gobierno, perdiendo el pudor ideológico, se saca coquetas selfis con las proyecciones de crecimiento del otrora odiado FMI. Hasta estos engendros del imperio se ponen en un cúbito ventral frente a los resultados del modelo primario exportador extractivista, sostiene la propaganda. La euforia con un crecimiento que va de bajada me recuerda al periodo de la dictadura banzerista, que también exhibía en la vitrina política los datos económicos como gran legitimador de su gestión. Connotados jerarca de la nomenclatura actual, opositores del régimen de la época, cuestionaban debilidad y poco sustento productivo del crecimiento de esos siete años, que promedio superó el 5,6% al año, usando argumentos como que se basaba en déficit públicos no sostenibles y excesivo endeudamiento. Con razón se criticaba que esa estrategia de sustentación del crecimiento era artificial. Pero ¡Oh, sorpresa! Se sigue el mismo camino en la actualidad.

En una mirada más amplia, hoy como ayer, los dueños del poder se concentran en la espuma de la historia, como dice Fernando Braudel, porque si analizamos los ríos profundos de la estructura de la economía veremos que el crecimiento de largo plazo y otras variables económicas, financieras y sociales siguen colocándonos como uno de los países más retrasados de la región. Pero el narcisismo macroeconómico no tienen límites. Duck face para la próxima selfie, o en una traducción libre: Boquita como potito de gallina para la próxima fotito.

Ahora bien, cabe resaltar que  la ralentización de la economía boliviana se da en el momento en que el gobierno pone toda la carne al asador keynesiano, es decir en una situación donde tanto el gasto como la inversión pública son los más altos de estos últimos 11 años. En efecto,  en el año 2017, la inversión pública superará los 6000 millones de dólares (será superior en 22% respecto al año pasado)  y el crecimiento económico con suerte pasará del 4%. Son las paradojas del nacional desarrollismo: cuanto más gastas menos creces. Este resultado, probablemente está mostrando los límites del modelo.

Imagínese la economía boliviana como una peta que anda cada vez a una menor velocidad y el gobierno fuerza la máquina colocándole gasolina de aviación. Es obvio que el escarabajo no volará y más bien, puede hasta  fundir bielas. El más que cada vez genera menos” posiblemente ocurre porque la inversión y el gasto son cada más ineficientes, se gasta a la loca o, en gran medida, porque la inversión se viene concentrando en la administración central del gobierno. En el 2013, la mitad de la inversión pública la hacían los gobiernos regionales. En el 2017, tan solo el 17% de esta está en manos de municipios y gobernaciones y el 83% en el gobierno central.


Monday, October 16, 2017

Premio Nobel para el lado psicológico de la economía

Un viejo y pretencioso chiste entre los economistas pregunta: ¿Por qué sólo existe premio Nobel de economía?  ¿Por qué no hay este galardón para la sociología, antropología o psicología? La respuesta antipática de gremio es que  sí existe esta presea. Las ciencias sociales reciben el premio Nobel, todas juntas,  en la categoría de literatura.

El supuesto equivocado detrás de esta broma es que le economía, al igual que la física o la química, sería una ciencia superior al resto de las ciencias sociales, porque utiliza rigor matemático y, por lo tanto, es la única que debe ser reconocida. Ciencias del comportamiento humano y social o áreas que estudian la historia serían menos rigurosas, en el extremo especulaciones  literarias.

Por supuesto nada más falso. La Academia Sueca que otorga el Nobel de economía acaba de dar una buena bofetada a esta visión equivocada de la economía, otorgando el galardón al profesor de la Universidad de Chicago Richard Thaler, quien desde la psicología y el análisis social ha explicado mejor el comportamiento económico de los individuos.

Una de las bases de la teoría económica clásica es el supuesto de racionalidad total de las personas a la hora de tomar decisiones de compra, venta, ahorro u otro tipo de acciones económicas o financieras. El ser económico racional siempre se trabaja con información perfecta cuando actúa en el mercado. La gente conoce las características, ya sea de una naranja o un computador; tiene información de todos los precios de estos bienes y, por lo tanto, cuando compra uno de estos productos maximiza su bienestar. De igual manera una empresa, conoce todo sobre los deseos de sus clientes, les ofrece el bien adecuado y así maximiza su ganancia. No hay ningún espacio para la incertidumbre, duda, emoción o la influencia de los contextos sociales o políticos.

Personas y empresas tienen una racionalidad ilimitada y son maximizadoras de sus respectivos intereses.

Thaler, con un abordaje multidiciplinario en temas sociales y enfatizando el comportamiento  de las personas, ha roto con el paradigma tradicional y ha contribuido a expandir y refinar el análisis económico. Sostiene que  la racionalidad económica es limitada, que los agentes económicos tienen percepciones de justicia diversas que afectan sus decisiones económicas; y que muchas veces las personas no tienen total control en las decisiones y actúan por impulso y justicia.

En la práctica, las empresas, organizaciones y personas tienen limitaciones cognitivas, y no tienen información perfecta a la hora de realizar transacciones económicas; es decir, tienen una racionalidad limitada. Veamos la teoría de la contabilidad mental de Thaler que, en base a muchos experimentos y observaciones concretas,  sostiene que la gente común toma decisiones financieras con información y conocimiento restringido. Por ejemplo, prefiere prestarse dinero del banco para mantener un nivel de consumo y no gastar sus ahorros, siendo que el primero recurso es más caro que el segundo. Percibe que si gasta sus ahorros será menos rico que endeudándose.

O como ciertos taxistas, que trabajan de corrido ocho horas hasta conseguir unos ingresos determinados por jornada y luego se van a casa. Cuando trabajando de manera selectiva, en horas pico, por ejemplo, podrían ganar más dinero y trabajar menos. Esto es comportamiento irracional.

Otra teoría muy interesante de Thaler es el "efecto propiedad”. Por ejemplo, las personas sobrevaloran el precio de sus casas a la hora de venta, pero si buscas en comprar un inmueble similar estarían dispuestas a pagar mucho menos. A la hora de venta busco maximizar mi ganancia, pero en el momento de la compra busco minimizar el precio. Esto es contrario a la racionalidad tradicional de la oferta y la demanda, que debería dar el mismo precio en ambos momentos.

La investigación de Thaler también ha abordado las preferencias sociales y cómo incide en las decisiones económicas el concepto de lo que es justo. Cuando llueve, el precio de los paraguas sube como resultado de una mayor demanda, pero las personas no entienden esta racionalidad y les parece injusto que alguien se quiera aprovechar de esto. No compran el paraguas y prefieren mojarse. Según Thaler, explicado por la Academia, "la gente no toma las decisiones sólo mirando lo que es beneficioso para ellos, también están preparados para privarse de un beneficio material con tal de mantener lo que ellos perciben como una distribución justa. Están preparados para soportar un coste personal si así castigan a otros que violan las reglas básicas de lo que es justo. Y no sólo cuando ellos se ven afectados, también si alguien más ha sido afectado”. Las decisiones de compra y venta están influenciadas por cooperación, solidaridad, pero también por envidias y celos.

Haciendo experimentos con la economía comportamental, el profesor Thaler demostró que los trabajadores se enojan mucho cuando le bajan el salario nominal, pero aceptan con menos problemas que un reajuste del salario sea menor que la inflación. Debido a la racionalidad limitada, no perciben la pérdida del salario real por inflación de la misma manera que una reducción del salario nominal, que pueden ser equivalentes en la práctica.

 Finalmente y no por eso no menos importantes, el nuevo premio Nobel de Economía también ha descrito las tensiones entre la necesidad de ahorrar para el largo plazo y las percepciones de gasto de corto plazo. Mucha gente percibe que la compra de un seguro médico es un gasto innecesario y no una inversión de largo plazo. Este es un comportamiento irracional frente al riesgo.

En suma, el profesor Thaler ha creado un puente entre el análisis económico y la psicología, usando experimentos, ha demostrado que la racionalidad limitada es un fenómeno muy presente en las decisiones de los individuos. La economía tiene un enorme lado psicológico.

Monday, October 9, 2017

Con el puñito en Alto. ¿Patria o muerte? !Gastaremos!

De aquella misma fuente que asegura que la economía  está blindada o  que no existe desaceleración de la economía cuando el Producto Interno Bruto (PIB) se reduce, viene la nueva ficción analítica: el déficit público neorrevolucionario no es un problema.

 Los fríos datos muestran que ya van cuatro años consecutivos de brecha fiscal elevada. En 2014 este desajuste llegó al 3,4% del valor de mercado de todos los bienes y servicios producidos en Bolivia en un año (PIB). En 2015 este indicador saltó a 6,9%. En el 2016 se registró un 6,6% y este año, el agujero  público podría llegar a 7,8% del Producto. Estas cifras negativas se registran después de siete años de constantes superávits fiscales. De manera telegráfica, déficit público es cuando el Gobierno gasta más que los ingresos que recibe; superávit es exactamente lo opuesto.

 Intuitivamente, mucha gente tiende a pensar que los superávits son buenos, por lo tanto revolucionarios, y así fueron presentados por el régimen durante muchos años. Contrariamente,  desde la cima del poder, nos bombardearon con la idea de que los déficits eran malos y cosas del oscuro pasado neoliberal, ya superado. Pero, ¡oh!, sorpresa: resulta que los agujeros fiscales reaparecieron con fuerza; pero ahora estos son buenos porque están en manos de los luminosos conductores del proceso de cambio. Sin embargo, pedir que haya cierta racionalidad, especialmente, con gastos superfluos, como en propaganda  e inversiones inútiles,  como en edificios del poder, continúa siendo una estrategia neoliberal. Pero no tan rápido, los economistas tienen un largo debate sobre las virtudes y defectos de los déficits públicos.

 La lectura positiva o negativa de un superávit/déficit depende de varias circunstancias. Mencionemos las más importantes: de la forma de financiamiento, de la sostenibilidad (origen de ingresos y destino de gastos) y de la percepción de la gente.

 En el tema fiscal, todo depende con el cristal con que se mire: un superávit público puede, por ejemplo, estar mostrando ineficiencias en la acción del Estado, a saber: falta de planificación y capacidad para ejecutar los gastos y las inversiones. Desde esta perspectiva, los superávits son malos e inútiles. No están sintonizados con las necesidades de la sociedad. Pero si este mismo dinero se guardara en un fondo de estabilización (una alcancía gigante), destinado exclusivamente a enfrentar períodos económicos difíciles, entonces estamos haciendo que el superávit sea sostenible; es decir, estamos ahorrando en periodos de auge económicos para el periodo de vacas flacas. Este es un estabilizador automático de la economía y tiene beneficios para la economía.

 Lo mismo se puede decir del déficit público, en momentos de crisis económica y recesión aguda, cuando el sector privado no está invirtiendo lo suficiente, es legítimo y recomendable que el Estado gaste e invierta para sostener la demanda interna. Para ello puede endeudarse, gastar reservas internacionales o aceptar un déficit. Pero esto no es a ciegas, también es relevante saber en qué se gasta e invierte. Si las expensas son solamente en salarios, temas improductivos o lujos, el déficit no será sostenible y es malo. Pero si los dispendios e inversiones son en actividades rentables como en infraestructura productiva y tecnológica, educación o salud, por supuesto, el déficit puede ser sostenible, se pagará en el mediano y largo plazo. La condición es que la inversión pública tenga retornos, generando ingresos futuros, directos e indirectos, para el Estado y la sociedad.

 Observando el portafolio  de los gastos de capital de los últimos 11 años, hay muchas dudas sobre si se camina en la dirección señalada o ¿cuál es el beneficio de coliseos donde sólo juegan los ratones? ¿De aeropuertos a donde no llegan aviones? ¿De museos sin gente? ¿De edificios improductivos que además son un homenaje a la fealdad? ¿De carreteras que no conectan polos productivos? O ¿plantas petroquímicas sin gas ni mercados? ¿De empresa públicas sin insumos productivos? ¿De proyectos económicos que destruirán la naturaleza?

 Para rebatir la sugerencia de racionalidad y serenidad con las cuentas públicas se apela a la vieja cantaleta de que ésta sería la vieja receta del Fondo Monetario Internacional. Pero, otra vez, vamos con calma que los santos de la procesión son fletados.   

 ¡Oh sagrado asombro! Parece una infiltración del FMI en la gestión fiscal del oficialismo. Analizando con más precisión los datos del sector público, sí hay cortes en la inversión pública y los gastos de capital de inspiración neoliberal, pero son en las gobernaciones y municipios. Estos ítems se han reducido de 11,3% (2014) a 8,5% (2016). Contrariamente, el gobierno central mantiene elevadas sus inversiones,  superiores al 3,1% en promedio, en el periodo 2014 y 2016. Quiere decir,  para los gobiernos locales, la mayoría en manos opositores,  un ajuste fiscal del tipo fondomonetarista; en cuanto para la administración central, las mieles  del gasto sin restricciones.

 Finalmente, un apunte sobre la eficiencia y eficacia del gasto e inversión pública: desde el año 2013 la economía se desacelera. Este fenómeno que el Gobierno se empeña en desconocer comienza el 2013, cuando se alcanza el pico del crecimiento del PIB, 6,8%. A partir de este momento comienza la desaceleración: en 2014  la velocidad de la economía baja a 5,5%; en el año 2015 se vuelve a desacelerar y se llega al 4,9%; un periodo después (2016) se alcanza un ritmo menor, 4,3%, y para este año que termina se prevé que llegue tan sólo al 4%, según los malos de la CEPAL. 
La ralentización de la economía se da cuanto más aumenta la inversión pública. Probablemente la explicación de este fenómeno tiene que ver con la baja rentabilidad de la inversión estatal, la poca productividad de la economía y los límites de la demanda interna. Es decir, la calidad del gasto e inversión estatal. Pero, el keynesianismo de guitarreada sigue en las consignas de homenaje a sus héroes. ¿Patria o muerte? !Gastaremos!

¿Nos sacaron o nos salimos del mapa de la competitividad?

Bolivia está fuera del mapa de la competitividad mundial. Con sorpresa se constata que el país no figura en el Reporte Global de Competitividad del periodo 2017-2018 elaborado por el Foro Económico Mundial. En el informe 2016-2017, la economía boliviana figuraba en el puesto 121 de 138 naciones. Ciertamente una posición muy baja cuando se considera la tomografía de la economía (restricciones estructurales e institucionales y desafíos microeconómicos).  Este hecho contrasta con los resultados macroeconómicos que, en la actualidad,  son sobreenfatizados por la lectura del oficialismo. No sé si nos sacaron o nos salimos de esta comparación internacional, pero el hecho es que la realidad económica, financiera y del mundo de los negocios se oscurece, lo cual es una mala noticia para investigadores o hacedores de políticas públicas que trabajan y proponen soluciones a base de estos datos. 
 
 Además, la competitividad económica es un concepto que prácticamente ha desaparecido de nuestro debate. Una visión obtusa de la realidad nacional considera ésta una aproximación neoliberal. Entre tanto, cabe aclarar que esta es una miopía ideológica. Conocer los niveles de competitividad permite a las naciones notar sus desafíos de productividad; es decir, ver qué actividades o sectores requieren hacer, de mejor o de manera diferente, sus procesos, productos y servicios.
 
 Economías más competitivas son más productivas, crecen de modo más sostenible  y, de esta manera, satisfacen las necesidades sociales, políticas y medioambientales de su población. Hablar de competitividad implica un  abordaje de desarrollo integral.   
 
 Son muchos factores los que determinan la competitividad de un país y existen varias metodologías para medirla. El reporte que comentamos se enfoca en indicadores que fomentan el crecimiento económico, la eficiencia en la economía y la innovación en el aparato productivo. El Foro Económico Mundial también elabora reportes sobre capital humano y avances sociales. Como toda metodología, tiene sus limitaciones, pero tal vez su gran virtud es que se la aplica desde hace varios años (2004) y en muchos países, lo que permite la comparación temporal y entre naciones. 
 
 El Índice de Competitividad incluye indicadores tradicionales como el desarrollo institucional y de infraestructura, la evolución del contexto macroeconómico, la situación de la salud y la educación, todo lo anterior vinculado a la evolución de los factores productivos que afectan a la economía. Para el tema de la eficiencia se toman en consideración: la calidad de la educación, la eficiencia de los mercados, el desarrollo financiero, entre otros indicadores de desempeño. 
 
 Algo relativamente nuevo  son los temas de la innovación y el emprendimiento. Aquí la medición se hace más compleja y desafiante, porque se trata de  evaluar  el valor de las ideas, la importancia de colaboración y el trabajo en equipo dentro de las empresas e instituciones públicas; la predisposición al cambio, la apertura de mente de la gente, la densidad de la  conectividad y, sobre todo, la capacidad de innovación y el valor de un espíritu emprendedor. Además, se intenta tener una noción de la calidad del ecosistema que promueva la creatividad. Buena parte de la medición de este tipo de competitividad tiene que ver con los desafíos de la nueva revolución industrial. 
 
   Concentrémonos en el rol que juega la innovación en la competitividad. Competitividad no es vender más barato, es hacer las cosas mejor y más rápido, pero, muchas veces esto no es suficiente, porque se puede hacer las cosas bien, pero puede ocurrir que los salarios y, por ende, los costos suben y esto no compensa el diferencial de calidad.  Es muy difícil hacer productos más baratos que los chinos y de mejor calidad que los alemanes, por ejemplo, pero aún así hay la alternativa de hacer cosas distintas de los demás. En el largo plazo, la competitividad no se basa en los costos sino en la creatividad y en la innovación. 
 
 Ahora bien, la innovación no es un monopolio  de países ricos que invierten mucho en investigación y desarrollo, ni tampoco es un sinónimo de máquinas o computadoras. Pueden ser formas de organización de empresas, modelos de negocios  o emprendimientos sociales  novedosos. Las grandes innovaciones provienen de los creativos y de los emprendedores, que son responsables del 92% de las grandes ideas y negocios. Sólo el 8% provienen de científicos o universidades. En el primer caso el Cirque Du Soleil, Uber, Facebook, Zara, Ikea, Banco Sol y otros casos nacionales.  Pero si lo que es imprescindible para que la innovación genere competitividad es un Estado emprendedor. Sí, leyó correctamente, se requiere de la acción pública que debe asegurar, a cualquier persona que tiene  ideas creativas, las condiciones para convertir éstas en emprendimientos empresariales y sociales. En otras palabras, el Estado, nacional o local  puede ser el dínamo de un ecosistema para la competitividad, no siendo el único actor.
 
 Un ecosistema es un tejido social de actores e instituciones de diverso tipo que se articulan a través de las principales etapas de la creación de un emprendimiento. A saber: 1) Creatividad e innovación, donde interactúan universidades, centros de investigación, laboratorios, corporaciones y organismos públicos. 2) Emprendimiento, donde se articulan enseñanza, investigación aplicada, políticas públicas y tanto la experiencia como el talento empresarial. 3) Diversos tipo de financiamiento público y privado, como ser capitales ángel, semilla, de riesgo e inversión patrimonial.  
 
 Promover la innovación y por ende competitividad de una economía, sin medir las potencialidades y restricciones de diverso índole  es como trabajar en un cuarto oscuro. Por eso el hecho de que este año Bolivia no figure en el Reporte Global de Competitividad es una mala noticia para todos aquellos que no le tememos a la verdad de los hechos y los datos, justamente para poder cambiarlos.

La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...