Análisis económico y otras latitudes de la vida y el pensamiento
Sunday, January 1, 2012
El primer dia del año del fin del mundo
Hoy es el primer día del año. Nunca había escrito en esta fecha. Estaba en vacaciones o simplemente los calendarios no me habían dado la oportunidad de abrir, con la palabra, un nuevo año. Debo confesar que es algo asustador hacer una columna en este día, todos esperan que digas algo profundo, significativo, trascendental. Es como hacer un brindis en una boda de marxistas, tiene que haber un mensaje con contenido. No se si lo lograré, porque debo estar un poco fuera de forma, ésta es también mi primera columna después de una larga ausencia.
El primero de enero siempre tiene un significado muy importante, en especial éste porque da inicio a un año cargado de malos presagios. Mucha gente cree que el 2012, que nace hoy, será el último que vive la humanidad. Se acabará el mundo y más vale que nos encuentre bien bailados y tomados.
El 1 de enero también puede tener significaciones personales, como en mi caso. Mi padre nació en una fecha como hoy, pero ya no celebramos sus cumpleaños, si no, sus años de ausencia. Festejamos la “saudade”, palabra en portugués que significa: “la presencia de la ausencia”. O emoción de lo que no está.
La frontera entre el 31 de diciembre y el primer día del año abre un paréntesis para la evaluación, el ejercicio de la esperanza y la militancia de los sueños. Países, empresa, familias y personas se miran al espejo del futuro y se lanza, sin miedo a ser felices, a los brazos de los dioses de la fortuna.
Generalmente, los gobiernos hacen un balance de la economía y la política. Las empresas evalúan su gestión y ventas. Familias y personas miran la ventana de pasado contabilizan penas y alegrías. Pero también es tiempo de la esperanza privada o de la ilusión general. Los gobiernos vuelven a ofrecer un cielo y tierra recauchutados por enésima vez. Piden que la población visite sus “museos de grandes novedades” Y nosotros simples mortales realizamos nuestra lista de promesas, que muchas veces son las mismas del año pasado, pero que una las presenta también como nuevecitas. Éste año voy a bajar de peso. Después del fricacho de la fiesta de año nuevo, cerraré la boca para siempre. Me pondré como Angelina Jolie antes de casarse con Brad Pitt. En día primero en la tarde comienzo a hacer ejercicios, jugaré fútbol todos los sábados y saldré a correr a las seis de la mañana todos los días de este nuevo año sin fallar. Recupera la forma… la forma de pera de siempre. Ésta es un clásico de los viciositos: a partir de hoy dejo de fumar. Nunca más toco estos filtros cancerosos. O las más tiernas, a partir de las cero horas de este nuevo año, seré un mejor padre, amante, amigo, político, compañero de trabajo o para ponerse en el newage andino, seré un revolucionario como el Che. Uno encara el espejo, lo mira de frente y sin piedad, se miente.
Pero al igual que los gobernantes de un país, a los que hacemos promesas no nos gustan las evaluaciones o recuentos. ¿Cómo te fue con la ejecución presupuestaria del año pasado? ¿Se cumplieron los objetivos del plan de negocios de la empresa? ¿Alcanzaste tus metas personales? ¡Uy!, éstas son preguntas incómodas. Mejor hay que hacer borrón y cuenta nueva. Para qué mirar el pasado mentiroso, neoliberal, quencha. Es mejor lanzarse al futuro sin miramientos ni remordimientos. ¡A partir de ahora será diferente!, es la muletilla más usada para conjurar los fracasos. Mirar el futuro, reinventarlo, por un instante, dominarlo, recrear la esperanza, teclear, con seguridad, sobre las promesas nos ayuda a ser felices y a realizar algún rito de renacimiento.
Cuando suenan las 12 campanadas, algunos cuentan dinero para que no les falte todo el año, otros sacan maletas para poder viajar mucho, los más atrevidos se colocan ropas íntimas para que no les falte amor y sexo o al revés, otros comen uvas, suben gradas, saltan de un pie, sacan la lengua tres veces, cuentan estrellas, se cambian de zapatos, fuman kullo pipas, en fin un sinfín de cábalas que buscan lo mismo: felicidad, prosperidad, paz, salud y amor. Es decir, las cosas buenas de la vida. Son minutos, a veces segundos mágicos, donde uno se vuelve el dueño del mundo, de la esperanza, del futuro y de los buenos fluidos y, lo que es mejor, es capaz de transmitir esto a los seres queridos o amigos que nos rodean con un abrazo. Munido del poder de los sueños y la esperanza les deseo a todos ustedes un año azul, lleno de fuerza, de amistad y amor.
Una advertencia final, dicen los que leen en coca, búzios, café y otros elementos que este año, que hoy comienza, será el fin del mundo, no vaya a ser que sea cierto, por lo tanto o por si acaso, comience a disfrutar cada segundo de vida, porque puede que sea su último. Goce, inclusive del chaqui que debe tener ahora por el festejo del Año Nuevo.
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