Retomo mi columna con energía renovada
y esperanza. Creo que aún es tiempo de ponerse el turbante, sacar la bola de
cristal y realizar algunas previsiones de lo que puede pasar, en términos
económicos, en el año 2017, siendo que hoy se cumplen 11 largos años de la
administración del Presidente Morales. Así que abróchense los cinturones y
mantengan el sillón en posición vertical que esta columna va a despegar. Que
todos tengamos un muy buen viaje analítico y un año asustadoramente
feliz, por lo menos en lo personal, porque el contexto económico y político,
tanto nacional como internacional, las cosas no se pintan muy bien.
En su último libro: “Thank you
for Being Late”, Thomas Friedman, sostiene que vivimos tiempos donde aparecen
con mucha frecuencia, los "elefantes negros.” La alegoría
conceptual, creada por Adam Sweidan, es
un cruce imaginario entre un "cisne negro,” que define a un evento como
inesperado o improbable, pero con enormes ramificaciones e impactos, y un
"elefante en el living ” que expresa un problema que está en nuestras
narices, pero al cual no lo queremos ver y sobre todo, nadie quiere hacer nada
al respecto.
En el contexto nacional, un
cisne negro fue la escasez de agua en la ciudad de La Paz, problema del cuál
nos enteramos - simultáneamente, el 28 de noviembre - tanto el gobierno como
los ciudadanos y cuyas consecuencias económicas y políticas son muy fuertes. Un
ejemplo de elefante en la cristalería es la apreciación del tipo de cambio. El
problema es gigante, todos lo vemos, nadie hace nada, pero cuando el paquidermo
se mueva o salga en estampida es fácil imaginarse lo que pueda pasar en
la sala. Aquí la muletilla de: “nadie nos dijo” o “no sabíamos”, por supuesto
no será válida.
En ciertos
casos los cisnes negros son en realidad elefantes negros. Un ejemplo clásico,
según, Sweidan, es un rebaño paquidermos negros ambientales como el
calentamiento global, deforestación y la escasez de agua dulce. Estos problemas
están frente a nuestras narices. Los elefantes están parqueados en nuestros
bosques, montañas y ciudades, los vemos todos los días y nos recusamos a reconocerlos
como desafíos. Entre tanto, cuando veamos los impactos desastrosos que
causaran estos problemas diremos que se trata cisnes negros, fenómenos que
nadie podía haberlos previsto, pero en realidad, siempre fueron enormes
elefantes negros que estaban durmiendo a pierna suelta en nuestra sala.
En la política y economía
boliviana existen varios elefantes negros caminando lentamente por los
corredores de la coyuntura pero también en los laberintos estructurales de la
economía. Mencionaré algunos de ellos. Desde el 2014, el sector público
boliviano registra un elevado déficit público (3,6% del PIB). Ya son 3 años
seguidos de un enorme hueco fiscal (2015 = 6,6% del PIB y 2016 = 6% del
producto) y en el año 2017, está previsto que este alcance el 7,8% del mismo
agregado económico. El problema está frente a nuestros tiernos y revolucionarios ojos. El paquidermo
engorda todos los años y nadie hace nada al respecto. ¿Nos sorprenderemos
cuando este elefante negro salga en estampida y se lleve por delante toda la
coqueta cristalería del proceso de cambio? ¿Diremos que no los vimos echados
en las alfombras persas en las nuevas salas de Ministerio de Economía y Finanzas
Públicas?
Según los malévolos del FMI, la
apreciación cambiaria del Boliviano estaría en torno del 40%, esto resta
competitividad a nuestras exportaciones, especialmente las no tradicionales y
genera una competencia desleal en el mercado local, para la industria nacional.
El atraso cambiario también podría ser categorizado como un elefante negro.
El problema está frente a las respingadas narices de nuestras autoridades
que prefieren matar con la indiferencia al paquidermo, y considerarlo un simple
cisne inmaculado. ¿Hasta cuando esta estrategia funcionará? Las reservas
internacionales que sostienen el equilibro de esta variable han caído en cera 5
mil millones de dólares en dos años. Pero desde el árbol del poder lo único que
se hace es alimentar al gigante mamífero con maníes. consignas y piropos.
Las malas lenguas dice que hasta tiene: El Dumbo leninista, el centinela
monetario del proceso de cambio.
Otro paquidermo negro, que pesa
cerca a 14 mil millones de dólares, es el sistema de pensiones (AFPs). Este se
mueve en una gelatina institucional, porque hace más de 5 años fue estatizado
pero su administración continúa en manos privadas, bajo la mirada lejana de una
Gestora Pública, que no termina de arrancar y un supervisor débil, la Autoridad
de Pensiones. ¿Está siendo bien cuidado este elefante? ¿Las inversiones que se
realizan con nuestras contribuciones responde a parámetros técnicos de bajo
riesgo o ya entró el criterio político en la gestión de estos recursos, como
parece ser la inversión en un fondo que prestará al sector agropecuario? Dios
nos guarde si este mamífero se debilita por malas inversiones y sale corriendo
por el medio de la sala.
En
cuanto los cisnes blancos neo revolucionarios se ven mimosos y presumidos las
plumas en el espejo de la macroeconomía, enormes elefantes negros caminan junto
a nosotros. Ignorarlos ciertamente es una mala estrategia, el 2017 podrían asomar
sus trompas y causarnos serios problemas. Y la excusa de que no los veíamos será rechazada
por la población.
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1 comment:
Los elefantes negros estan y son faciles de ver, pero tambien estan los elefantes blancos o plomos que tambien se ven pero son buenas notocias o al menos eso parecen, el dilema es a cual hacerle caso y saber disernir
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