Thursday, September 17, 2015

De la teoría de blindaje al ajuste de cinturones

Desde hace dos años, aproximadamente, se vislumbra un deterioro del contexto externo. Lento crecimiento de los países desarrollados y crisis en los BRIC (Brasil, Rusia, India y China). Todo indica que el súper ciclo de los precios de las materias primas, iniciado en el año 2006, ha terminado. En los últimos tiempos, el valor mundial de las materias primas, en especial del petróleo y los minerales, han bajado significativamente. Está en curso un choque externo negativo de ingresos que afectará, sobre todo, a las economías basadas en recursos naturales, como la boliviana. El futuro es incierto y la pregunta central es cuánto durará este periodo de vacas flacas.
Frente a estos hechos, el Gobierno nacional ha pasado por varias fases. En un primer momento, ante el contundente deterioro de los precios de las materias primas en el mercado internacional y muchas voces críticas que alertaban del problema, se impuso la estrategia de la negación. Se revivió una vieja frase del general Banzer, quien, frente una situación parecida a finales de los años 70, dijo que la economía boliviana estaba blindada.

Desde el árbol del poder se insistía que aquí no pasaría nada. La política de avestruz neorevolucionaria se reflejó en el precio del petróleo que se estableció para el Presupuesto Nacional de 2015, un petulante 80 dólares por barril.
La máquina de propaganda se alineó a la teoría del blindaje y, como de costumbre, se lanzaron cobras y lagartos contra todos aquellos que levantaban otras hipótesis menos optimistas. Los mimos y piropos de organismos internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, reforzaron el narcisismo macroeconómico oficial. El espejo era más fuerte que la realidad de los hechos.
Pero junto a la negación, el Gobierno montó un esquema gigante de sustentación de la demanda interna, un keynesianismo criollo financiando por más de 6.200 millones de dólares de inversión pública y diversos mecanismos para obligar, en algunos casos, e incentivar, en otros , al sector privado ha invertir masivamente.

La aceleración del motor interno sería suficiente para pasar la crisis, que se negaba que existiese. La coherencia nunca fue un atributo del régimen, pero a quién le importa este detalle cuando se está haciendo la revolución más inspirada en Maquiavelo que en Marx. Pero los hechos son caprichosos y todo lo que sube en el capitalismo de periferia debe bajar. Cabe recordar que el deporte favorito en la plaza Murillo es hablar mal del perverso sistema, pero fomentarlo, con furor juvenil, desde los sótanos de la economía informal.

La vanguardia revolucionaria está en el comercio y en los servicios legales e ilegales. ¡Importadores, comerciantes, mercachifles, khateros del mundo uníos¡ Arengan desde los palcos del proceso de cambio. Para ello, el tipo de cambio nominal seguirá fijo y el boliviano continuará apreciado.
La segunda fase tiene fecha y hora de inicio. El 6 de agosto, en su mensaje informe a la nación, el Primer Mandatario anunciaba que la caída de ingreso por exportaciones en 2015 alcanzaría los 2.500 millones de verdes. Se iniciaba la etapa de aceptación de la crisis y de denuncia de la conspiración internacional.

Pero los datos que el Gobierno no controla también son testarudos: sólo en el primer semestre del año en curso, las ventas al exterior cayeron en 2.000 millones. Así que esperar que en la segunda mitad del año sólo perdamos 500 millones era, por decir, lo mínimo, lo tierno, en especial si a inicio del segundo semestre el precio del petróleo se situó por debajo los 40 dólares y las perspectivas, hasta fin de año, continúan poco alentadoras.

Si bien el motor de la demanda interna está funcionando, no hay que olvidar que funciona con gasolina externa. Buena parte de los ingresos del Gobierno viene de los impuestos de las ventas de gas natural. Se tendría dinero para dos o tres años, a lo máximo, pero si la caída de ingresos tiene un carácter persistente en el mediano plazo, apostar a impulsar el multiplicador keynesiano - que convierte cada boliviano gastado por el Gobierno en 1,30 morlacos - no será suficiente.
Consciente de esta limitación, el Gobierno entra en una tercera fase frente a la crisis: la propuesta del ajuste de los cinturones. Se anuncian reducciones de ingresos para varios departamentos y medidas de austeridad. El lado neoliberal del Gobierno sale del armario.
En todo este proceso, el encargado de dar las malas noticias es el Presidente, candidato a líder vitalicio. En cuanto el equipo económico, éste sigue con un entusiasmo de corta palos junior sobre el futuro de la economía boliviana.

Parece razonable racionalizar los gastos, pero nos invade un Illimani de preguntas: ¿por dónde comenzar? ¿Se dará el ejemplo desde la cúspide? ¿Se dejará de gastar las millonadas en propaganda y viajes? Cómo acto simbólico, ¿se detendrá la construcción del nuevo palacio para el líder eterno? ¿Cómo será el corte de los gastos: del tipo carnicero que elimina todo de un sopetón o del tipo cirujano que preserva las inversiones y gastos sociales? ¿O estamos frente a una más de las operaciones de prestidigitación de los maestros del "aquí lo puse y no parece”? ¿Estaremos frente a un aterrizaje suave o fuerte de la economía boliviana? ¿Cual será la cuarta de fase? ¿Echarle la culpa al maldito imperio, a la ponzoñosa derecha y a los opinadores kenchas? Ciertamente la novela continuará.

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