Monday, September 9, 2019

Piromanocracia o el poder del fuego

La ciencia política ha acuñado diferentes términos para describir anomalías políticas en la gestión del Estado. Tenemos el caso del autoritarismo, que es un sistema de gobierno que concentra el poder en una sola persona. La cleptocracia, palabra que proviene del griego clepto, “robo”; y cracia, “poder”, lo que equivale a un gobierno dominado por ladrones. También existe la cacocracia o gobiernos de los inútiles, de los peores. Estos “proliferan en sistemas políticos degradados  que repelen a los talentosos y le abren paso a los ciudadanos menos preparados”. Entretanto, la realidad de los hechos supera el avance teórico de las ciencias sociales porque, de repente,  surgen regímenes que construyen poder a través del fuego y la destrucción. Podríamos denominar este tipo de gobierno como la piromanocracia.  El populismo extractivista tiene el talento de juntar estas cuatro anomalías políticas. 
 Los pirómanos locales vienen incendiando nuestros bosques y selvas, quemando la flora y la fauna en la  Chiquitania y Amazonia de la mano de un patrón de desarrollo extractivista y un irracional aumento de la frontera agrícola. 
Por supuesto, el incendiario no es sólo aquel que, bidón de gasolina en mano y fósforos veloces, le prende fuego a la naturaleza o las instituciones, sino también aquel que implementa las políticas públicas y dictamina la normativa que facilita, incentiva y promueve que ciertos grupos abusen de la quema de campos, por ejemplo. En efecto, la Agenda Patriótica del MAS coloca como objetivo la política pública “expansión de la frontera agraria”: de 3,3 millones de hectáreas (en 2013) a 13 millones de hectáreas para 2025. Y en sintonía con esta estrategia, el gobierno de Evo Morales dictó la Ley 741 y el Decreto Supremo 3973. La norma se encontró con el encendedor. 
 Pero, los pirómanos del poder no se quedaron en el bosque, también incendiaron la democracia. Sin ningún tipo de contemplación quemaron 2,7 millones de votos que  dijeron No a la reelección de Morales. Regaron la gasolina de la ilegalidad y encendieron el cerillo de la prepotencia sobre la soberanía popular. Las llamas del autoritarismo crearon un gravísimo daño al ecosistema de los valores, los principios, y el respeto a las reglas de juego democrático. Hicieron explotar, en 1.000 pedazos, la confianza de los ciudadanos. 
 Los incendiarios de turno también le pusieron fuego a las arcas públicas quemando dinero en gasto superfluo e inversiones faraónicas sin retorno. Esta es una combustión que ahora no se ve, está sofocada por la propaganda, pero tarde o temprano saldrá el humo y las gruesas lenguas de la hoguera podrían quemar la casa común. Entre 2014 y 2018, hicieron arder más de 12.000 millones de dólares en déficit público acumulado.  También prendieron gigantes fogatas con las reservas internacionales del Banco Central. Estamos hablando de más de 6.000 millones de dólares.  La explicación es que estas inversiones y gastos tendrían un retorno para la economía. Pero no hay duda de que gastar dinero en propaganda, en palacios, museos, o fábricas, que no tienen mercados o insumos, es quemar dinero a manos llenas.   
 En términos más estructurales, en 14 años de gobierno, quemaron más de 60.000 millones de dólares, medio Plan Marshall a precios de hoy, para repetir el modelo primario exportador comerciante y rentista. Es decir, bailaron y caminaron en círculos alrededor de una enorme fogata entonando cánticos revolucionarios: Hey, heya, naha. Hey, heya, naha. 
 Los amigos del fuego también incendiaron las instituciones, quemando la ética y la moral, haciendo arder los controles y supervisiones, quemando la meritocracia, organizando fogatas sólo entre compañeros, encendiendo las hogueras de la corrupción. El incendio institucional más feroz, provocado por los pirómanos, fue en el Tribunal Supremo Electoral. Las elecciones del octubre próximo ya están tomadas por oscuras nubes de humo que anuncian fraude. 
 Los pirómanos de turno incendiaron el sistema de justicia. A nombre del cambio crearon un andamiaje de ilegitimidad e ilegalidad, creando un infierno de Dante donde todos los ciudadanos arden, a fuego lento o fuerte, en los pasillos de la prepotencia y corrupción.  Inclusive desde las esferas del poder se reconoce que la justicia apesta en el país, huele a azufre porque los demonios de la injusticia abrazan, extasiados, a la gente con sus látigos de fuego. Para aumentar la temperatura de la impostura, jueces y fiscales, usan el poder judicial, para perseguir opositores.
Finalmente y no por eso menos grave, los seguidores de Nerón de turno incendiaron la esperanza, quemando todos los puentes hacia el futuro,  El fuego de la ideología no deja avanzar a las nuevas ideas, propuestas y proyectos. Decretaron que el “infierno verde”, el extractivismo extremo, es el fin de la historia, es el único camino a seguir.   
 Por lo tanto, una pregunta pertinente es: ¿Hay “futuro seguro” cuando la naturaleza, la democracia, los recursos públicos, las instituciones, el sistema de justicia y las esperanzas prenden fuego? La respuesta contundente es: No. El fuego no es el único camino para el desarrollo institucional y agropecuario nacional. La solución se llama productividad con innovación tecnológica.  El futuro no tiene ni apellido ni dueños.

Gonzalo Chávez es economista.

Monday, March 11, 2019

La economía es un carnaval

El Ministerio de Economía y el Banco Central (BCB) presentaron el Programa Fiscal Financiero 2019 con la cansina cantaleta de que ahora forzamos las variables macroeconómicas con soberanía, cuando, en el pasado, esto era impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. 



En una prueba contundente de coherencia ideológica, le dan palo a los organismos internacionales, pero cuando se trata de hacer retroceder a los opinadores y otros satanases neoliberales, no dudan en sacar la cruz de los datos legitimados y bendecidos por la cooperación externa. Oigan sordos de la oreja derecha, machacan: no ven que nos va de maravilla, inclusive según la suegra FMI. 
Como dice la música leninista Pasito tun tun, “uno para adelante, otro para atrás, uno a la izquierda y sin ponerse coloradito, otro a la derecha, pasito tun, tun…”

Los nuevos datos macroeconómicos presentados proyectan una ligera reducción en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), este año llegaríamos a 4,5%  y no a 4,7%, como lo establecía el Presupuesto General de la Nación. A muchos les entró el alma al cuerpo porque la nueva estimativa mantiene el segundo aguinaldo. Así que este Carnaval preelectoral se pueden gastar los morlacos a cuenta de este futuro beneficio, al ritmo de si me emborracho es con mi plata, con mi plata que me da el gobierno. ¡Salud, hermanos y compañeros! ¡La casa invita! 
El programa fiscal y financiero anuncia que la inversión pública seguirá comandando la economía,  se inyectará la friolera de 5.323 millones de dólares. Como buenos cocineros, se pone toda la carne al asador electoral.  La economía será el centro de la campaña política de la ilegal candidatura de Morales. El mensaje es claro: los temas de la democracia son secundarios. Carnavaleros del mundo, piensen con los bolsillos: sólo hay un garante en la estabilidad económica y el buen desempeño del producto, Evo.  

La Constitución es papel mojado frente al verano económico eterno que se ofrece desde la cúspide del poder; por lo tanto, todos al son de la morena keynesiana: “Cuánto cuestas cuánto vales, amor mío.  Si tú quieres yo te pago, pero nunca, nunca te olvides”.

¡Ho! ¡Ho! Fuerza morenos, grita el líder. “Vivan los poderosos siempre bien amados neorrevolucionarios del buen gastar”. Y como dice la música: “Qué nos importa que hable la gente,  igual le vamos a meter. Anda y dile que no vas a volver con ese tampulli neoliberal”. 
 Por lo tanto, a aflojar la billetera. El BCB perderá reservas internacionales por 1.215 millones de dólares para financiar la inversión pública.  Es probable que hasta fin de año estas reservas bajen a menos de la mitad de 2015, cuando alcanzaron la cifra récord de casi 15.000 millones de dólares. También se anuncia un déficit  público de 7,8% del PIB, con éste serán seis años de agujero gubernamental. Se estira la cuerda de manera peligrosa. 

A los críticos que sostienen que se gasta mucha plata, se les recuerda la nueva “música-consigna” compuesta por los artistas preferidos del proceso de cambio: “Quien busca una mujer, bella mujer, cara bonita, mucha plata debe tener, pa mantener cara bonita”. La revolución también es cara, cara bonita. 

En lo que respecta a la inflación, ésta se mantendrá en 4% y el tipo de cambio nominal  no se moverá para la alegría de la comparsa de los comerciantes legales e ilegales.   
Por supuesto que detrás de estos anuncios continúa el discurso triunfalista del gobierno y se minimiza el deterioro de las variables macroeconómicas. A saber: déficit público y comercial, fuerte caída reservas internacionales, apreciación del tipo de cambio real e incremento de la deuda externa. ¡Todas mentiras de la derecha! Así que, seco cruzadito. ¡Nadie nos quitará lo bailado! 
Ahora bien, pasada la fiesta qué puede ocurrir. Veamos dos escenarios posibles.

En un escenario optimista la música a corear es: “Ahora que tenemos, bien que cascaremos”, otra vez. El segundo casque depende de la subida del precio del petróleo por  encima de los 80 dólares el barril, lo que dispararía  el valor de gas natural. Además, Argentina  compraría más de este energético y Brasil renovaría el contrato por otros 20 años, en las mismas condiciones de precios que el acuerdo vigente hoy. También, súbitamente, mejorarían las exportaciones de minerales y soya. Consecuencia de este escenario, aumentarían los ingresos del Estado de manera significativa. Así mismo, los proyectos de inversión en carreteras, las plantas de úrea, San Buena Aventura, el satélite, la Casa del Pueblo y otras obras comenzarían a generar impuestos y otros ingresos. 

Un escenario pesimista va al ritmo de la salsa, Llorarás, que en su principal estrofa dice: “Por tu mal comportamiento te vas a arrepentir. Bien caro tendrás que pagar todo mi sufrimiento. Llorarás y llorarás, sin alguien que te consuele”. Y nadie nos consolaría si se profundiza el deterioro de sector externo, con precios de gas natural, minerales y soya a la baja, y sin mercados de largo plazo para los energéticos, con un déficit público cercano al 9% del PIB, con reservas internacionales por debajo de 6.000 millones verdes, y con una enorme presión para devaluar el boliviano y con proyectos estatales con bajo retorno.  En este escenario, el Gobierno, cualquiera que esté, sea en un futuro cercano, tendría que hacer ajustes duros. 
Por supuesto, entre el casque y el llanto, entre el cielo y el infierno, hay muchas combinaciones posibles, y las proyecciones de la economía podrían estar en un lugar intermedio. Por el momento, como decía el gran economista y carnavalero Lord Keynes, en el futuro todos estaremos  muertos, así que mejor disfrute la fiesta de la carne. 
Gonzalo Chávez A. es economista.


Existe vida despues del neoliberalismo?

La respuesta corta de los dueños del poder es un rotundo no. El modelo de desarrollo en vigencia es la cúspide del pensamiento económico y político. El Evoeconomics es la nueva religión, sólo resta, a los simples mortales, la alabanza tántrica y contemplación extasiada. Todo lo contrario a la nueva verdad y luz es pasado neoliberal, es el pantano de mentiras. 

El fanatismo de mercado ha sido substituido por el fundamentalismo estatista y populista, y su versión más pomposa por estos paisajes: la “teología extractivista” (Gudynas).   El futuro está secuestrado por la ideología de los resultados de cemento, por la destrucción de la naturaleza, por la PIBocracia que asimila desarrollo tan sólo al crecimiento de esta variable. 

El gobierno, a pesar de los 13 años de gestión, se resiste a ser pasado. Cree haber tomado el elixir de la eterna juventud. Se contempla embelesado en el espejo de la propaganda. No entiende que su ciclo ha terminado con las cosas buenas y malas que ha hecho.  Y como todo guardián del nuevo status quo niega, persigue y busca encarcelar al tiempo que nos enseña que el cambio de ideas y personas es la esencia de la vida. 


Por supuesto que hay vida después del neopopulismo. Y es un horizonte que no sólo tiene nuevas respuestas para los temas económicos o sociales, sino que ha cambiado las preguntas. Por cuestiones de espacio mencionemos tan sólo tres: ¿Cómo reinventamos el desarrollo a través de la dimensión ética? ¿Qué papel juega la creación de valor público?  ¿Cómo la tecnología se convierte en eje articulador de un crecimiento económico inteligente, inclusivo y sustentable? 

La esencia de la vida es la confianza y reciprocidad, es el pacto en el espacio del microcosmo societal (familia, empresa, comunidad) que muchas veces va más allá de las reglas jurídicas generales (leyes, Constitución). Las razones para justificar cualquier tipo de modelo de desarrollo deben estar ancladas en valores y no al revés, como ocurre en la actualidad. Donde los valores están instrumentalizados. Los medios justifican el fin, razón por la cual el tejido básico de la sociedad está deteriorado, en algunos casos, y en otros, destruido, tanto por el individualismo impuesto por el mercado o el colectivismo financiado con favores del Estado.

 En ambos casos se ha roto la ética de la confianza, prevalece el egoísmo o el privilegio del grupo sobre el todo de la comunidad. Se ha quebrado la relación entre ética y prosperidad. Tanto para el capitalismo especulativo financiero como para el capitalismo estatal de amiguetes todo vale para acumular riqueza y poder. Entre tanto, no puede existir desarrollo sostenible sino se repone la ética de la reciprocidad y del bien común, sostiene Paul Collier, profesor de la Universidad de Oxford. Por eso el desafío es mayúsculo cómo repensar el desarrollo a partir de la ética de la reciprocidad en la familia, la comunidad, la empresa, el Estado y el mundo. 

En una sociedad fragmentada ética y económicamente la creación de valor colectivo se pierde. La creación de valor se define la producción de nuevos bienes y servicios, que en la actualidad debían tener un mayor contenido tecnológico. Aquí el ejemplo es una empresa productiva que puede ser pública o privada. Estamos frente a un capitalismo emprendedor. 

Contrariamente, la extracción de valor se define como actividades focalizadas alrededor de recursos y productos existentes. Aquí el ejemplo es la especulación financiera o comercial. A esta forma de capturar valor también se conoce como rentismo o capitalismo de casino.
Las economías primario exportadoras enfatizan la extracción de valor de los recursos naturales y no la creación de valor en otros sectores. Y cuando la gestión política adquiere un carácter de culto a la personalidad se convierten en “teologías extractivistas”. En estas situaciones el principal rol del Estado es la captura de este valor (rentas) y su distribución populista en la sociedad. 

En economía emprendedora, a la cuál debíamos aspirar, la creación de valor se basa en la innovación tecnológica. La innovación se basa en la inversión en capital humano que, a su vez, es la base de un desarrollo y crecimiento inteligente.   Mariana Mazzucato, profesora de la Universidad de Londres, sostiene que el desafío del siglo XXI es el crecimiento inteligente en el que el Estado es el responsable fundamental para promover innovación. No es un mero distribuidor. Es decir, que el Estado es el principal emprendedor e implementador, de manera directa e indirecta, de varias innovaciones tecnológicas; es decir, que la acción gubernamental va más allá de la corrección de fallas de mercado y se concentra en la formación, y creación de mercados. Y, lo que es mejor, generando innovación y creación de valor económico y social colectivo. Lo que implica también promover también el crecimiento inclusivo y medio ambientalmente responsable. 

En suma, la vida económica después del neopopulismo requiere pensar fuera de la caja y colocar como conductores el desarrollo a la ética de la reciprocidad, la innovación y la creación de valor colectivo.



Monday, February 25, 2019

Bolivia potencia subsahariana?


En los años 90 fui invitado a una reunión mundial sobre desarrollo económico. En determinado momento del cónclave dividieron a los participantes por continentes. Por supuesto me dirigí inmediatamente a la sala de América Latina y el Caribe. Entretanto, cuando ingresaba al salón asignado a la región,  para mi sorpresa, fui detenido por uno de los organizadores del evento, quien con amabilidad pero con firmeza me informó que Bolivia no estaba en Sudamérica, sino en África subsahariana.

Frente a semejante afronta geográfica, me disponía rebatir la tropelía munido de mi mapamundi electrónico. Por supuesto, estaba indignado frente esta muestra de ignorancia e inmediatamente saqué mi ametralladora cargada de  mi mejor repertorio antimperialista y anticolonialista.

Sintiendo los puñales que salían de mis ojos, el afable estafeta del evento me comenzó a explicar que la distribución de países se había hecho basándose en indicadores internacionales, como el tamaño del Producto Interno Bruto (PIB), los niveles de pobreza, índices de desarrollo social, enclaustramiento geográfico, indicadores de competitividad, clima de negocios y otros.

Me entró el alma al cuerpo cuando vi en la misma sala a colegas de Paraguay, Nicaragua, Honduras y otros países de Centro América, con quienes compartíamos este exilio geográfico coyuntural y similitud en muchos de los indicadores económicos y sociales señalados. Junto a nosotros estaban países como Etiopía, Eritrea, Burundi y República Centro Africana, Somalia, Botsuana y otros. Todos con un rango de PIB similar.

 En 1997, el PIB boliviano era, en dólares de la época, un poco más de  7,9 mil millones y el producto de Botsuana, cuyo delegado estaba sentado a mi lado por el orden alfabético,  era de 5.000 millones de washingtones.  En 2017, nuestro PIB subió a 37,5 mil millones y el de Botsuana tan sólo a 17.400 millones. Sin duda, nos fue mejor, pero seguimos siendo muy pequeños respecto  a nuestros vecinos.

En 2017 el PIB boliviano era tan sólo 19% del Producto chileno o peruano y el 2,6% del PIB brasileño.  Inclusive, y a pesar de la hecatombe económica venezolana, éramos el 15% del PIB bolivariano. Sin duda, aumentamos significativamente en 20 años, pero aún estamos lejos de presumir por nuestro tamaño. Puede que ahora seamos líderes en África subsahariana y en Centro América, pero en el vecindario no podemos hacernos los gallitos pisadorcitos, los machos alfa del PIB.

A nivel mundial y considerando el tamaño del PIB, ocupamos el puesto 121 de 185 países. Entretanto, para no abandonar el patriotismo estadístico, podemos decir: vamos que se puede. Nota técnica: las anteriores comparaciones usan PIB de paridad de compra y los datos provienen del Banco Mundial y el FMI.

Pero veamos el PIB per cápita, que es la división de toda la riqueza producida en un año  por la población. Esta es una mejor aproximación  del bienestar económico. También es relevante ver la trayectoria de la tasa de crecimiento del producto que nos indica el tiempo de convergencia con los vecinos. Por ejemplo: en cuánto tiempo alcanzaremos económicamente a los chilenos.

La tasa de crecimiento del PIB per cápita debemos verla en el largo plazo. Entre 1960 y 2017 esta variable en Chile creció, en promedio, 2,55%. El PIB per cápita boliviano, en este largo periodo, fue tan sólo de 1,68%. Si agarramos los últimos  12 años, esta variable creció en Chile 2% y en Bolivia 2,99%. En esta etapa corta nos fue mejor.

Ahora bien, respecto al tiempo que nos tomaría alcanzar el tamaño de la economía de Chile, el debate está abierto: el gobierno dice 34 años y la Fundación Inaset dice 105 años.

En ambos caso es mucho tiempo. Podría servir de consuelo que en términos de manejo macroeconómico estamos 20 años por delante de Venezuela. Pero si pensamos en una dimensión de desarrollo integral, la vara debía ser más alta que Chile. Si nos comparamos con países del Sudeste asiático y de Europa, los tiempos para alcanzar sus resultados sociales y económicos se miden en centenas de años.   Como mención,  el tema de la trayectoria del PIB es apenas un aspecto del desarrollo. La PIBcracia local, los adores del tamaño del producto, machaconamente insisten en endiosar esta variable, pero, si hablemos de otros indicadores de comparación internacional, las cosas son diferentes. En el índice desarrollo humano, ocupamos el puesto 118 de 188, en 2017. Aquí seguimos con indicadores de pobreza africana.

Lo mismo considerando el índice Gini que si bien mejor, aún somos un país desigual. Si tomamos el índice de competitividad, de igual forma estamos en la parte más baja de la tabla, ocupamos el puesto 105 de 133.

En suma, introduciendo variables cualitativas, que no dependen del tamaño del PIB o su tasa de crecimiento, sino de su dirección y la calidad de éste, hay mucho que avanzar en el país y no es el tiempo del narcisismo macroeconómico que práctica el gobierno; en realidad es el momento de pensar en la sostenibilidad del crecimiento, en la productividad de los factores de producción, en especial del trabajo, y en la importancia de la innovación y el capital humano.

Un desarrollo basado en las ideas y el conocimiento que puede situar a Bolivia en otra geografía (en la nube del internet) donde nuestras principales ciudades limiten con Bangalore en la India, o California, en Estados Unidos, o Shanghái, en China. Dados los avances de la tecnología, alcanzar a estas regiones cibernéticas puede tomar mucho menos tiempo que la economía tradicional. Es decir, el objetivo debería ser situar al país en el selecto grupo de las economías creativas de base social.





Bolivia

Monday, January 28, 2019

El arte revolucionario de contemplarse el kururu

Comencemos por las buenas noticias. La gran novedad del discurso informe del  an como referencia comparativa 180 años y en otros, 20 años. Ciertamente estos malabarismos comparativos hacen parte de la nueva matemática del proceso de cambio, donde 90 x 3 = 180.
Entre los resultados sociales se mencionó  la reducción de la pobreza, que habría bajado de 61%, en 2005, a 36% en 2017, un logro destacable si utilizamos la variable mejora de ingresos  como referente de pobreza. Entre tanto, considerando el índice de desarrollo humano, que incluye acceso a la salud, educación y otros indicadores, estamos en el puesto 118, cuando Chile ocupa el puesto 38 de 188 países. En suma, se tienen un poco más de plata pero con sistemas de salud pésimo
También hay que mencionar que una mirada menos politizada nos indicaría que mucha de la nueva clase media  baja o intermedia está en un sector informal, que es muy vulnerable a los ciclos económicos.
Las malas lenguas dicen que las estadísticas son como los bikinis y las mallas, siempre ocultan lo esencial; en el caso del Gobierno, sus informaciones estadísticas y la manera cómo las presenta más bien son como los burkinis, que ocultan casi todo con un manto sobreideologizado y propagandístico.
Cabe también resaltar que el discurso informe estuvo concentrado en los resultados económicos. No se hizo mención a los déficits de democracia e instituciones, temas en los que se ha retrocedido mucho en 13 años.
El mensaje de fondo del informe presidencial es que estamos frente al fin de la historia, versión andina socialista. El modelo aplicado por el Gobierno es el plus ultra de la teoría económica y social. No hay nada más que aprender o cambiar. Descubrimos la cuadratura del cuadrado. Y, por supuesto, hay un único líder, Evo, que puede continuar con los diferentes récords en el Producto Interno Bruto hasta 2025 y el más allá.
La referencia de este tipo de informes siempre es la superación de un pasado neoliberal y atroz. Es decir, siempre miran atrás y su referente más importante también es otra idea del pasado: el nacional desarrollismo, que da vueltas en círculos sobre la exportación de los recursos naturales y sus rentas.
En suma: el gobierno propone congelar los sueños de futuro económico. Convirtió el modelo económico a una categoría de religión y sus resultados en verdades morales. Sólo existe el camino oficial, el resto de ideas alternativas provienen del pantano de las mentiras.
Ahora bien, si nuestro referente de comparación fuera  reinventar la esperanza, explorar nuevos horizontes de desarrollo y brindar a la gente un crecimiento económico que le llegue al cuidado de la familia, que ofrezca mejores ingresos, pero a base de emprendimientos productivos y empleos de calidad; que haga  de los servicios de salud y educación los principales aliados para que las personas tengan una vida productiva, y sana; que posibilite una convivencia armoniosa con la naturaleza para cuidar de la casa común entre mujeres y hombres que vivan en igualdad de oportunidades, derechos e ingresos, pues el informe sería muy pobre porque estaríamos muy lejos de estos sueños.
Ya decía Miguel Ángel: el problema no es ponerse una meta muy alta y no alcanzarla; el problema es colocarse metas bajas y acertar, y pensar que se lo está haciendo espectacularmente mirándose el ombligo o kururu.

Sunday, January 13, 2019

2019: El fin de la religión populista


 Vuelvo a mi trinchera dominguera con la esperanza cargada de muchas ideas y dispuesto a dar la batalla por la libertad y la democracia.  Nos espera un año repleto de incertidumbre política por las elecciones de octubre, en especial sí la ilegal candidatura del oficialismo insiste en tirar por la borda, la voluntad popular de 2,7 millones de personas que dijeron un No rotundo a la reelección.

En términos económico será un año similar al 2018 aunque algunos resultados podrían ser contaminados por la vorágine electoral. Aunque se resiste a reconocerlo, el gobierno ha perdido legitimidad y apoyo social por muchos errores políticos cometidos, por la prepotencia con que impone ciertas políticas públicas, por varios hechos de corrupción no esclarecidos, por el natural desgaste después de 13 años de gestión, pero sobre todo, por el intento de desplegar sus alas autoritarias. No es exagerado decir que el gobierno está arrinconando en su núcleo duro resguardado por la guardia Pretoriana de los cocaleros del Chapare. Entre los pocos tanques de oxígeno político que le quedan, al gobierno, sin duda están ciertos resultados  económicos, como por ejemplo, el desempeño del producto interno bruto (PIB).

En este contexto es fácil concluir que la principal bandera electoral de la ilegal candidatura será la venta del éxito del nacional desarrollismo, o en su versión religiosa, el Evoeconomics, doctrina axiológica que polariza la sociedad entre los buenos e inmaculados compañeros vs. los malos neoliberales y vende patrias. La verdad revolucionaria que nos llevará al reino de luz populista vs. la ponzoña, la cruel mentira de la derecha que busca devolvernos a los sótanos de la historia. En la actual narrativa ideológica se ofrece a los fieles la salvación eterna a través de un feroz consumismo capitalista e informal, coquetamente rebautizada como proceso de cambio. Para nuestros neorevolucionarios, en Bolivia, Marx escribe recto sobre renglones torcidos. En realidad el capitalismo de camarilla creado en torno a las empresas estatales, el extractivismo depredador del medio ambiente y el crecimiento exponencial de la burguesía comercial son la antesala del socialismo local.
 
El Evoeconomics se basa en la inversión pública y la industrialización de los recursos naturales, en ambos casos mirando por el retrovisor de la historia pero poniendo cara de quien ve el futuro. Propone subir la escalera del desarrollo, generando valor a las materias primas. Es la vieja narrativa: el mineral se convierte en un lingote; después se producen clavos, posteriormente se hacen calaminas y, en algún momento del horizonte del proceso de cambio, se llega al automóvil nacional. En el mismo camino, el gas se vuelve polietileno. En suma, es hacer la revolución industrial inglesa con 200 años de atraso. Para la nueva religión, desarrollo económico son grandes obras, monumentos al cemento, es sóviets más electrificación, caminos sin destino de desarrollo, represas que matan el medioambiente, teleféricos que cuestan decenas de hospitales, satélites ciegos, museos al ego, pretenciosos y fálicos edificios. En la cúspide del altar de la nuevo culto está el gran fetiche, el falo del desarrollo: el PIB, frente al cual todos los devotos de la virgen del puño izquierdo en alto, los fieles sacerdotes del horizonte de los santos de los últimos días del capitalismo  y otros exegetas de la revolución  deliran ante las subidas  de la cifra encantada. Inclusive, la religión neoliberal impulsada por el Fondo Monetario Internacional (FMI) se postra frente a este resultado. Los extremos se encuentran en la fe.

La PIBiofilia extractivista insiste que desarrollo económico es sólo el crecimiento de esta variable y se deleita frente a los espejo de rankigs internacionales: !Oh, la economía que más crece en América Latina!. El narcinacionalismo estadístico se golpea el pecho.  El modelo nacional desarrollista es el fin de la historia y tiene un sólo conductor, el Mesías Morales. Amén.

Obviamente es un sacrilegio sugerir que el ídolo PIB puede que tenga pies de barro. Es una blasfemia alertar sobre los peligros de un déficit público que persiste por cinco años consecutivos y de manera creciente (más del 7% del PIB). Una profanación señalar que el milagro económico se basa en el incremento de deuda externa e interna que ya sobrepasa el 50% del PIB.  Una herejía advertir sobre el daño que provoca a las exportaciones no tradicionales la apreciación del tipo de cambio real. Una afrenta señalar, que para sostener esta fiesta del consumo, nos gastamos más de 6 mil millones de las reservas internacionales. Un ateísmo asqueroso denunciar la falta de políticas de salud y educación. Una anatema imperdonable sostener que en13 años el gobierno confundió, con predeterminación y alevosía, gordura de consumo y riqueza con desarrollo integral. Y una execración denunciar que se gastó más de 60 mil millones de dólares para, de manera muy talentosa, caminar en círculos sobre el modelo primario exportador.

La rererelección ilegal busca congelar el mundo de las ideas, endiosar el PIB, poner fin a la historia, crear un nuevo oscurantismo ideológico y religioso. Pero el año que comienza, es una gran oportunidad para soltarse del yugo populista, se sembrar nuevas ideas para encarar el futuro. Desde aquí seguiremos demostrando que crecimiento del PIB no es igual a desarrollo social integral y sostenible, que los caminos para llegar a este son múltiples, diversos, alegres y coloridos. Bienvenidos al 2019, el año de la liberación.

La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...