Sunday, November 24, 2013

Evo Noel y el espejismo populista


Evo Noel y el espejismo populista
Gonzalo Chávez A.
Papá Noel se vino del Polo Norte a Bolivia y se unió al proceso de cambio. Analicemos el impacto económico de Decreto Supremo (DS) 1802 que establece el segundo aguinaldo (2G).
1) El DS establece que el 2G se pagará toda vez que el Producto Interno Bruto (PIB) anual esté por encima del 4,5%. Esta justificación para gatillar el aguinaldazo adolece de problemas técnicos y es discriminatoria.
El PIB es el promedio de crecimiento de todos los sectores de la economía. En  2012, hidrocarburos creció al 14,7%, servicios financieros al 9% y construcción al 9,2%, valores por encima del periodo que fue de 5,2 %.
Entretanto, sectores como minería (-7,2%), comercio (3,8%) y transporte (2,9%) registraron tasas de crecimiento negativas y/o muy por debajo del promedio. En el primer semestre de 2013 ocurrió algo parecido, agricultura, minería y comercio crecieron por debajo del 6,5%.  En suma, no todos los sectores generaron la misma riqueza.
El parámetro del PIB tampoco distingue entre el desempeño del gigante ENTEL y la pequeña empresa Tortas Dolly. Tampoco es lo mismo vender gas natural al exterior, bajo un contrato que garantiza precio y cantidades, que comercializar muebles al mercado interno y externo con precios que están sometidos a una intensa competencia. En este contexto no es justo que a todos se los meta en una misma bolsa.
2) También se afirma que el aguinaldazo sería un incentivo a la producción en las empresas, pero vale recordar,  por ejemplo, que  buena parte de las ganancias de compañías grandes ha crecido en los últimos años, piense en YPFB, gracias a la subida espectacular de los precios de los recursos naturales (gas). El grueso del aumento del valor de la producción se debe al efecto precio  y casi nada al incremento de la productividad. Entonces, cuando el Gobierno propone el 2G está premiando la suerte de tener precios elevados del mercado externo y no el esfuerzo productivo.
 3) El aguinaldazo  tendrá un impacto sobre la inflación, que ya está elevada. Hasta fin de año será superior al 7,5% y la inflación de alimentos podría llegar al 15%. En este contexto, la gigantesca inyección de liquidez, que significa el 2G, ciertamente acelerará la inflación por el impulso de la demanda agregada y también por el lado de la oferta en las empresas fijadoras de precios.
Cabe recordar que la economía boliviana está sobrecalentada, crece al 6,5%. Las empresas están cerca de la plena capacidad y los comerciantes ya tienen sus inventarios para fin de año. Por lo tanto, el estímulo de demanda, a estas alturas del campeonato, no tendrá un efecto multiplicador sobre cantidades, pero sí sobre los precios.
Además, por el lado de la oferta, el sector informal (comercio y servicios sobre todo) buscará su aguinaldo con el incremento de precios que, a su vez, es costo para otras empresas. Así, la espiral inflacionaria se propaga alimentada por las expectativas y la especulación. Habrá una inflación por costos.
El Gobierno puede buscar controlar la aceleración inflacionaria, pero afronta el dilema entre el pirómano (la política fiscal expansiva), que debe ayudar a ganar las elecciones en  2014, y el bombero de manguera corta (la política monetaria contractiva), que debe evitar la inflación.
De hecho, en las últimas semanas el Banco Central ha retirado 2.000 millones de bolivianos, aumentando la tasa de interés y el encaje legal, pero el aguinaldazo metió más gasolina al fuego de la inflación. Políticas monetarias restrictivas elevan las tasas de interés que encarecen el dinero y frenan la inversión.
También, para controlar la inflación, el Gobierno abarató las importaciones legales e ilegales vía apreciación del tipo real. Esta política seguirá, pero es otra puñalada a la industria nacional. Ciertamente seguirán los controles de precios y otras medidas administrativas, con resultados poco efectivos, como en el pasado. 
Con la inflación en alta, el 2G es un espejismo populista. Lo que entró por el bolsillo derecho saldrá por el izquierdo, comido por el impuesto-inflación.
4) El Gobierno sostiene que las empresas (pequeñas, medianas y grandes) están ganando dinero. Es torpe equipararlas. Desde el árbol de poder se reconoce que, en lo que va del año, las empresas privadas pagaron 7.194 millones de bolivianos por impuestos a las utilidades, lo que representa un aumento de 260% con respecto a 2005. Las empresas ya están haciendo una contribución al fisco.
Desde el punto de vista contable, el aguinaldazo es similar a otro impuesto, porque resta recursos a la empresa para reinversión y nuevos proyectos, especialmente a las PyME formales.
5) El Gobierno argumenta que el 2G fomentará la industria nacional. Ésta es otra "inverdad”. La economía boliviana, a pesar del discurso antineoliberal, es muy abierta al comercio mundial. Por cada dólar que recibimos de exportaciones, gastamos aproximadamente 80 centavos en importaciones. El bono navideño Evo Noel impulsará las importaciones legales e ilegales, que son competencia desleal para la producción nacional.
6) El aguinaldazo es como un impuesto a la formalidad y, por lo tanto, incentiva a que las empresas terciaricen el trabajo y, lo que es más grave, se refugien en el sector informal, donde todo vale y no hay Estado que sobrerregule. Piense en el sector cocalero.
El Gobierno presenta el 2G como una socialización de ganancias, pero, como fue visto, los impactos más estructurales van en la dirección contraria. La medida perjudica el desarrollo del sector privado, especialmente pequeño; fomenta la informalidad, provoca inflación, impulsa las importaciones legales e ilegales, matando la industria nacional y poniendo en peligro el empleo. Es fuego de paja populista que desorganiza la economía.
No hay duda de que el país necesita políticas públicas para mejorar los ingresos de toda la población, y no sólo del 20% que tiene un empleo formal. Un camino que se debe recorrer es una revolución productiva, pero esto, obviamente, no da votos.

Gonzalo Chavez A. es economista.

Monday, November 11, 2013

¡DISFRUTE LA VIDA¡ ¡CRIE UN ADOSCENTE¡

Disfruto de una vida entretenida y salvaje. Tengo hijas(o) y sobrinas(o) adolescentes que cada día me echan en cara, sin medida ni clemencia, su juventud y, lo que es mejor, me contagian  su alegría desenfrenada. A continuación presento un testimonio. No pretendo hacer ninguna interpretación, menos aún ser prescriptivo. Esto es simplemente imposible. Cada caso es un caso. Una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.  Y una cosa lleva a otra cosa. En todo caso, no hay peor cosa que no hacer caso a un púber.

El pueblo adolescente es esencialmente populista. Está absolutamente convencido de que agua, luz o teléfono tienen una oferta infinita y son servicios gratuitos gracias al proceso de cambio desde tiempos inmemoriales. Como los adolescentes son el centro del universo, todas la luces de la casa deben prenderse a su paso y no apagarse nunca más; además su cotidiano necesita de una eterna banda sonora, por lo que en cada cuarto de la casa debe tener encendido, a todo volumen,  una radio, iPod, tocadiscos, televisor y cualquier aparato que haga mucho ruido. Luz, sonido, acción es la consigna. Inclusive, recordando un viejo chiste sobre argentinos, si hay una tempestad con rayos, es porque la naturaleza le está sacando fotos con flash.  Un adolescente es como un argentino-porteño a tiempo completo.

Un adolescente que se respeta, deja correr el agua caliente por lo menos media hora antes de entrar a la ducha, hasta que el cuarto se convierta en sauna a vapor. Los baños pueden prolongarse por horas. Sospecho que estos jóvenes actuales son como las víboras, se sacan la piel, la jabonan  hasta sacarle brillo y se la vuelven a poner.

¿Y las llamadas telefónicas? Éstas pueden durar noches enteras. Los asuntos son infinitos e insondables. En una oportunidad, una de mis hijas habló a Alemania por seis horas, creyendo que era llamada local. Pagué un ojo de la cara, encima tuve que poner cara de tuerto feliz. Contrariamente a la total fluidez comunicacional entre jóvenes, que un adolescente responda a una llamada de celular de sus progenitores, especialmente si está en una fiesta, es una tarea simplemente imposible. Conjeturo que cuentan con la complicidad de las empresas telefónicas, sean éstas privadas o públicas. Los pretextos son espectaculares: un árbol cayó en la antena de la empresa telefónica justo en el barrio de la pachanga, el servicio es malo porque nacionalizaron la empresa, el timbre se confundió con la música electrónica, la batería se acabó porque se cayó al inodoro, la señal era pésima porque la empresa es una transnacional chupasangre de los jóvenes, el celular se lo tragó el perro, lo tenía una amiga que es sordita. Al final, la culpa la tienen siempre los padres por darle un celular viejo que no suena bien y no agarra ni las señales de tránsito.

Las masas adolescentes reinventan el tiempo y son como los políticos: tienen memoria corta. El día no se divide en horas o minutos, sino en cachitos y ahorititas.  Si su hijo le dice: "en un cachito salgo de la fiesta”, prepárese para una eternidad. En una oportunidad, en la puerta de una disco espere cinco cachitos hasta que me dormí y encima me desperté con un reclamo por no ser más paciente.  Y "el ahoritita voy a estudiar” significa un largo preámbulo de vueltas sin sentido o de lo que los gringos llaman procastination, cuya traducción libre sería hueveo al fósforo. Y encima viene la afrenta a la memoria: mi papá nunca me recoge a tiempo y frente a la media naranja uno pasa de chofer abnegado a sospechoso número uno de estar viviendo una segunda adolescencia a costa del vástago. La tardanza del mozalbete es, en realidad, una coartada para encubrir andanzas al filo del Código Penal del progenitor.

La tribu adolescente es nativa de internet y ha sustituido el espejo por la foto digital. En mis épocas las máquinas fotográficas tenían, con suerte, un rollo de 36 tomas. Cada disparo, cada toma, debía ser cuidadosamente seleccionada y la calidad de foto, la sonrisa y el paisaje debían pasar por el sagrado proceso de la revelación. No había sensación más dulce y misteriosa que ir a recoger las fotos del viaje o la fiesta. La gente y las montañas salían más bonitas porque no se desperdiciaba la mágica oportunidad del click. No digo que eran mejor, pero era otro gustito. Ahora, en la era del iPad, nuestros jóvenes se sacan fotos compulsivamente, tienen ametralladoras digitales que pueden albergar miles de fotos. Los adolescentes pasan sus reuniones posando y no charlando.  Colocando todo en el Facebook, retratando la anatomía de los instantes. Infelizmente la deliciosa adolescencia es un estado que se cura con el tiempo  y uno se olvida rápidamente, nada como que a uno le recuerden las nuevas generaciones. Dedico este artículo a mi adolescente preferida: mi hija menor, que la está pasando bomba, como corresponde.

Monday, November 4, 2013

Globalización = sudamericanización




Para Bolivia el proceso de globalización contemporáneo significa básicamente, aunque no exclusivamente, sudamericanización.  Esta es una de hipótesis de un trabajo que vengo explorando, conjuntamente dos colegas, en un estudio sobre el impacto de la globalización en Bolivia.
La globalización es un fenómeno político, económico, financiero, migratorio, cultural, diplomático, artístico y entre otros.  Debido a la  multidimensionalidad del proceso, su definición es amplia y ambigua, pero en esta oportunidad nos concentraremos en los temas económicos y financieros de la globalización aplicados al caso nacional.

En el 2011, último dato que sale en el INE, el 55% de las exportaciones de Bolivia se concentran en la región sudamericana. A Brasil le vendemos un 33% del total, mayoritariamente gas natural y el mercado argentino representa el 11.5 de nuestras ventas internacionales también con supremacía de energéticos.  Asia compra el 14% de nuestras exportaciones. Japón se lleva la flor en esta región con 5.9% y el gigante China solo consume el 3.6% de nuestras ventas, aunque ha crecido mucho en los últimos años.  El odiado imperialismo solo recibe el 9% de nuestros productos y servicios.  Estas tres regiones: Sudamérica, Asia y Estados Unidos representan el 88% de nuestras exportaciones, obviamente el resto es Europa y otros países más chicos. 

En las importaciones ocurre un fenómeno parecido, el 51% de nuestras compras provienen de Latinoamérica, destaque para Brasil y Argentina; el 22% de nuestro abastecimiento de bienes y servicios se originan en Asia e importamos el 11% de los Estados Unidos. Todo ello representa el 84%, el restante viene de Europa y otros países.

En los flujos financieros nuestra participación es mínima y también se circunscribe a la región del cono sur.

La sudamericanización económica y comercial es un hecho de la realidad que debe orientar la política exterior boliviana y también las estrategias de desarrollo.  En el horizonte del deseo, obviamente que se debe buscar agrandar las fronteras y los alcances de las oportunidades económicas, pero por el momento nuestros desafíos de desarrollo están ligados a procesos de integración energéticos, comerciales y productivos regionales. En especial, ahora que vivimos un boom económico vinculado al espectacular precio de las materias primas.

¿Cuáles serían las oportunidades que se abren, para un modelo de desarrollo económico que tome en cuenta este tipo de globalización? En primer lugar, una estrategia de industrialización que busque la complementariedad productiva con nuestros vecinos, en particular con Brasil, pero también con Perú y Argentina.

Esta idea se sustenta en tres marcos analíticos: 1) La teoría que relaciona comercio y crecimiento, (Renato Baumann) divide a los países en hubs o centros de distribución (Brasil) y spokes o  nodos (Bolivia) que se conectan al hub.  Por ejemplo, los países spoke exportan componente electrónicos, bienes de producción,  a los países hub que hacen el ipad, bienes finales. Este es el caso de Vietnam (país spoke) y China (país hub), y es una muestra de un tipo de integración  productiva. 2) Según la teoría de cadenas de valor o clusters (Michel Porter), Bolivia podría ser parte de cluster regionales como el turismo gastronómico en el Perú o como lo es, en los hechos, parte de la cadena de la soya brasileña, pero aprovechando mejor las sinergias económicas y tecnológicas tanto de los actores de privados como públicos a nivel regional. Aquí nuevamente el tema de la integración económica regional virtuosa es fundamental, donde tan importante como el know how es el know where, el conocimiento y la ubicación.  3) La complejidad económica basada en teoría de redes (Ricardo Hausmann) que también sustenta la integración productiva. En sencillo, países que tienen selvas (redes) productivas más densas (Brasil) tienden a generar más riqueza que aquellas sociedades que tienen pocos árboles productivos (Bolivia). En este marco conceptual los productos son vehículos de conocimiento conducidos por personas o empresas en autopistas de redes. Éstas pueden ser los mercados y las instituciones, públicas y privadas. La cantidad de conocimiento en una sociedad no depende del saber de un individuo, más bien está relacionado con la diversidad de complejas redes de interacción entre las personas y empresas. Las redes de la región latinoamericana son mayores que la boliviana, una integración productiva sería muy útil para nuestra economía, porque nos permitiría arrancar con una industrialización complementaria que después puede adquirir vida propia.

Que la globalización signifique sudamericanización para Bolivia es una gran oportunidad para una economía pequeña como la nuestra, así lo muestran las teorías mencionadas. 

La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...