Monday, April 30, 2018

NOSTRADAMUS ABRAZA EL PROCESO DE CAMBIO

En la semana que termina el Gobierno ha desenfundado todas las armas del populismo económico vinculado al tema de los salarios. En primer lugar avanzó en la captura política de la Central Obrera Boliviana (COB). Para neutralizar su carácter contestatario la dividió, propició el cambio de dirigentes díscolos y, finalmente, la controló.  El chery de la torta vino con el paquete de regalos a la dirigencia sindical, a saber: una  nueva sede sindical y la entrega de automóviles. La típica prebenda del papá Estado.
Segundo lugar,  el Gobierno creó el escenario para el regateo salarial bilateral  tradicional de cada año en el que los dirigentes piden el cielo y la tierra en términos monetarios; y el Gobierno ofrece incrementos ligeramente superiores a la inflación pasada, pero al final todo termina  con una coqueta foto en el Palacio de Gobierno y un abrazo revolucionario.
Este año, la pantomima del trapicheo salarial tuvo dos actos: el incremento de 5,5% al haber básico y 3% al salario mínimo, y la garantía del pago del segundo aguinaldo. Es decir, la fórmula populista en su máxima dosis, que en esta oportunidad reveló que Nostradamus, el mago de las profecías,  abrazó con ahínco y pundonor las causas del proceso de cambio y despacha desde el Ministerio de Economía y Finanzas de Bolivia. 
Faltando tres meses para conocerse el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) del año -que va de junio de 2017 a julio de 2018-, el Gobierno predijo que esta variable crecería a 4,5% y que, por lo tanto, se pagará el segundo aguinaldo. La otra hipótesis, menos romántica, es que, una vez más, las estadísticas se pondrán al servicio de la revolución y la reelección del caudillo. 
El economista Coase decía que si torturamos los datos lo suficiente, estos terminarán confesando las maravillas de cualquier modelo económico. Así que, estimado lector, puede dar rienda suelta a su mejor furor consumista, que la marmaja está en camino y ya comenzó la sopapeada de los números. 
Bueno, pero la fiesta no es para todos. En el país sólo el 20% de los empleos están en sector formal y serán beneficiados por las predicciones de Nostradamus; el restante 80% de los trabajadores deben contentarse con los cuidados de Nosferatu, cuya mano invisible rige implacable el mercado del empleo en el sector informal, bajo la inspiración del vampiro neoliberal Adam Smith.        Este año si sumamos el incremento salarial (5,5%) y el equivalente del aumento del segundo aguinaldo (8,3%), los trabajadores recibiremos un neto de 13,8%. Nada mal. Pero aquí entra en escena otro gran personaje, el mago Pipoquita: “Nada por aquí nada por allá. Fuera manos trabaja vista”. El dinero que mete el Gobierno por el bolsillo izquierdo, el aumento de la inflación lo saca por el bolsillo derecho. O,  lo que puede ser peor, en un sobre recibes tu incremento salarial y el otro tu carta de despido. 
Además, la propaganda oficial se vanagloria del incremento nominal. En 2004 el salario era de 440  bolivianos; ahora, gracias al yatiri jefe, es 2.016. ¡Oh, milagro!, exclaman sacerdotes y monaguillos del régimen, y se ponen en posición decúbito prono/ventral.  Pero hablando en oro, lo que importa es el salario real, lo que realmente se puede comprar con lo que uno gana, descontada la inflación.
En este caso, la historia es diferente, según datos elaborados por el trabajo de Fernanda Wanderley, empleados y profesionales, mejor calificados,  han reducido sus salarios promedio reales en los últimos 12 años. Eso sí, obreros y trabajadores de baja calificación mejoraron sus ingresos, aunque en porcentajes más bajos que lo que la propaganda oficial se jacta.
Según el CEDLA, en el sector privado el salario real sólo se incrementó en 22%, en cuanto que la inflación acumulada fue de 62%, entre   2006 y  2015. O como dicen en la calle, hace 12 años con un boliviano se compraban cinco marraquetas panzonas y ahora, con la misma moneda, se adquieren dos flacuchentas sarnitas. 
El otro lado de la ecuación salarial son los costos de las empresas, en especial, las micro y pequeñas vinculadas a la producción, que generalmente crecen por debajo del 4,5%. Estas empresas no pueden afrontar el incremento sistemático de sus costos laborales y son obligadas a trasladarse parcial o completamente al sector informal.
Las empresas comerciales y de servicios probablemente resisten más. En el comportamiento de esta se basa el optimismo del Gobierno sobre el impacto multiplicador de los incrementos salariales. La historia va así: la gente con más plata compra más bienes y servicios, y las empresas venden más y recuperan los ingresos perdidos por la subida de sueldos. Esto sería cierto si la economía boliviana fuera cerrada, pero como la nuestra es muy abierta, más recursos en manos de la gente reactivan el aparato productivo de Brasil, Argentina, Perú  y Chile, porque el tipo de cambio real está apreciado y fomenta la importación legal e ilegal de todo. Por eso las empresas que tanto admira el Gobierno en realidad son Micromarket Charito, Alitas el Pollo azul o Importadora Wantong.
  
Gonzalo Chávez A. es economista.

Monday, April 23, 2018

El fin de Don Cecilio: coquetería ideológica obsoleta



 La determinación de poner en circulación la Primera Familia de Billetes (PFB) del Banco Central de Bolivia (BCB) no tiene una justificación económica o financiera. La práctica internacional sugiere cuando se produce desgaste físico de los billetes estos deben ser repuestos. Generalmente un billete tiene una duración de tres y cuatro años como máximo. En estos casos se trata de reimprimir la misma denominativo, por ejemplo una versión rejuvenecida de los 10 Bs. Don Cecilio reloaded.  También se cambían billetes, de manera más radical, en el marco de una reforma monetaria una vez contralada las causas de una hiperinflación, por ejemplo, como ocurrió en 1985 en Bolivia, cuando pasamos de Pesos Bolivianos a simplemente Bolivianos.  La renovación de billetes puede, así mismo, obedecer a aumentar las medidas de seguridad. Entre tanto, el cambio total propuesta por el BCB con nuevo diseño y personajes históricos parece responde a pura coquetería monetaria para seguir construyendo hegemonía política y cultural. 

Entran en escena nuevos personajes que representan al nuevo Estado Plurinacional. Un bello colibrí por un lado y tres héroes: El Tambor Vargas, Apiaguaki Tupa, y el Moto Méndez.  Nada contra la nueva simbología que busca reinvindicar la historia y representar en la moneda el proceso de cambio. El papel moneda simboliza el poder del Estado y busca señalizar la estabilidad financiera. En la lectura del gobierno, la dirección ideológica también se construye a través de la moneda. El nuevo modelo económico en curso no puede facilitar las transacciones con héroes y símbolos del neoliberalismo. Es el pensamiento gramsciano, de constricción de dirección ideológica y cultural,  llevado a las transacciones diarias de la gente. En varias otras áreas están con las ideas de rescribir la historia, como en la educación, buscar crear un nuevo imaginario social y político.

En diciembre de 2016, el ente emisor y la empresa francesa Oberthur Fiduciaire SAS suscribieron el contrato para la impresión de los nuevos billetes plurinacionales, que suman 671 millones de piezas de los cortes de Bs 10, 20, 50, 100 y 200, el cual tuvo un costo de $us 38,9 millones.

Es comprensible que el supuesto nuevo bloque histórico busque avanzar en la conducción ideológica a través de los símbolos monetarios, lo cuestionable es que, en la agenda de prioridades de las políticas públicas del gobierno, el tema de los billetes por encima de temas sociales. Frente a serias carencias en el sector de salud, por ejemplo, el gasto anunciado claramente es innecesario en especial en un momento que la economía boliviana pierde ritmo de crecimiento desde el año 2013. En el mes que se anuncia la nueva moneda, enfermos de cáncer protestan en las calles por falta de equipos e insumos para su tratamiento. Esta ha sido práctica común de los últimos años del gobierno nacional, priorizar lo superfluo, a saber: construir hegemonía y fomentar el culto a la personalidad. Para muestra cuatro botones: los derroches en propaganda, el museo de Orinoca, el nuevo palacio  gubernamental y ahora, los nuevos billetes. Me imagino como se sienten los enfermos de cáncer y sus familias viendo que se derrocha dinero en símbolos culturales y políticos y no se invierten esos recursos en aceleradores lineales para el tratamiento de cáncer. Con 38,9 millones de dólares se podría comprar por los menos dos de estos aparatos para salvar vidas. Pero, por supuesto, el show de la pirotecnia política debe continuar y los temas sociales estructurales pueden esperar.

Finalmente una observación estructural, la mayoría de las economía en el mundo están adoptando el pago con dinero plástico, las tarjetas de crédito y débito, y las transferencias electrónicas. Los billetes y las monedas son cada vez menos usados. En la economía informal e ilegal, los billetes son los únicos que no dejan rastro.

India y Kenia y otros países en Asia, han sido exitosos en la incursión de iniciativas públicas y privadas para universalizar el acceso a tecnologías de la información y la comunicación (TICs) y tecnologías inalámbricas. La moneda del futuro es electrónica, en efecto, a través de programas de uso masivo de teléfonos móviles, denominado Mobile-Money o M-Banking, se ha logrado implementar programas de creación de empleos en las áreas rurales, se ha permitido a los migrantes enviar remesas a sus lugares de origen, pagar las cuentas de los servicios básicos sin hacer colas en los bancos, o simplemente como un medio de pago o de ahorro. Desaparecieron los papeles billetes.

Esta reinvención del dinero tiene impactos económicos potenciales, que están relacionados con el hecho que facilita el comercio. Imagínese, por ejemplo, pagando en el mercado Rodríguez, las Siete Calles o la Cancha con su celular que está conectado a un banco o que simplemente, Usted, recargado con Bs 100 en la esquina de su casa. “Caserita, ¿a cuánto tu papa? Siete con cincuenta centavos, la cuartilla. Qué bien, te pago con un mensajito de mi celu”. La caserita que también tiene su móvil, recibe el pago aceptando la transferencia. “Gracias, cibercaserito, tan churro con su aparatito”. Al final del día del trabajo, el vendedor no tiene que manejar su plata como chuño debajo del sobaco. Apenas apretando un botón de su celu sabe cuánto vendió en la jornada. El consumidor controló mejor sus gastos y no tuvo que estar cargando billetes y monedas. El celular se convirtió en billetera y banco al mismo tiempo. El Mobile-Money (billetera electrónica) o M-Banking (banco móvil) también fomenta el ahorro de los hogares, a través de la promoción del crédito de persona a persona; mejora la calidad de la inversión al permitir realizar transacciones a distancias muy grandes a bajos costos (por ejemplo, el Juancito Pinto se podría pagar por este sistema. ¿Qué tal esta forma de construir hegemonía a través de las TICs?). Además, así se facilita la diseminación del riesgo (al poder hacer transacciones al segundo); y finalmente, constituye en sí, un seguro contra robos. Si te afanan el celular, no te roban la mosca. En Bolivia, Tigo Money es un paso interesante en esta dirección. Caber recordar que en el país existen más de 10 millones de celulares.

Por la tanto, la emisión del nuevo billete es una coquetería monetaria antes que una necesidad económica y es una acción obsoleta. (Artículo extraído en parte de una entrevista radial)

Monday, April 16, 2018

Roba, pero hace


Lamentablemente, en el mundo en general y en América Latina, el particular el cáncer de la corrupción corroe la sociedad, las instituciones y la economía. La mordida puede estar presente en un simple trámite que requiere de una buena aceiteada  o el adecuado timbre de aceleración hasta en una obra pública millonaria, que para adjudicarse, necesita de una quinciañera (15%) para que el jefe se jubile tranquilo. En el pasado, las licitaciones  tenían un carácter más religioso por que solo se habla del diezmo (10%) milagroso.  Las situaciones de corrupción se presentan en lo micro y lo macro, durante los controles de tránsito cuando se pide que aplique el artículo $ 100 del Código de Tránsito.  Aunque mucha gente me ha contado que ahora se produjo una inflación del cariñito necesario para engañar a la implacable napia, (versión nativa del alcoholímetro), del oficial Diga Farfan. Entre tanto,  la corrupción también está en las altas esferas, en lo que se conoce como la patria contratista, en la relación mafiosa de empresas privadas y Estado, cuya obra maestra es la Lava Jato de Brasil, pero que puede presentarse en cualquier compra o licitación del sector público, local o nacional donde la jabonada, la carnaza, el amollar o el reconocimiento son moneda común.
     
La corrupción es el uso del sector público para obtener beneficios privados. En bueno español eso significa convertir al estado en la cueva de Alí y Baba y sus ciertamente más de cuarenta amigos Por supuesto que también existe corrupción entre privados.  Este es un mal que se presenta en administraciones tanto izquierda como derecha.  

Una pregunta que hace muchos años se hacen los economistas es de qué manera la corrupción afecta el crecimiento y desarrollo económico.  Cierta lectura, entre pragmática y cínica, sostiene que la corrupción no es mala porque engrasa los mecanismos burocráticos y pesados dentro del estado, y supera las leyes rígidas de control. En esta dirección lo que importa es el resultado de la inversión pública, por ejemplo. El subtexto de esta aproximación es la idea que ciertas gestiones roban o dejan robar, pero hacen obras. “Le menten no más” para que después los abogados arreglen, porque hay un bien mayor que es el resultado: un crecimiento económico elevado en base a infraestructura pública, carreteras, museos, edificios, transporte público y otros.  Esta manera pragmática  de ver el desarrollo enfatiza los efectos estáticos y de corto plazo del crecimiento económico.    Porque en una perspectiva más estructural, la corrupción hace un enorme daño a la economía y la sociedad.

Según estudios del Banco Mundial, empresas y las personas pagan aproximadamente 1.5 billones de dólares en sobornos cada año. Meterle la cucharada al dulce, este caso sería la pala, representa aproximadamente el 2% del producto interno bruto (PIB) mundial, y 10 veces el valor de la asistencia para el desarrollo en el extranjero. De manera agregada se calcula que las coimisiones se come entre 1 y 2% del PIB de los países latinoamericanos. Si este fuera el caso de Bolivia, nuestra economía, perdería por corrupción, lo mismo que pierde por no tener acceso libre y soberano al mar. Los mismo estudios empíricos mostraron que los más pobres pagan el mayor porcentaje de sus ingresos en aceiteadas. Por ejemplo, en Paraguay, los pobres pagan 12.6% de sus ingresos a sobornos, mientras que los hogares de altos ingresos pagan 6.4%.

Por lo tanto, el roba pero hace mata a la economía en el mediano y largo plazo, porque: i)  debilita la capacidad del estado para aumentar los ingresos y por lo tanto de realizar inversiones públicas de calidad. Se da prioridad a montos y obras grandes, que son vistosas,  antes que inversiones en capital humano, por ejemplo,  que no se ven. ii) Infla costos y asigna mal los escasos recursos. Hace poco veía, en un hospital público nacional,  que se denunciaba que se habían compararon basureros a 3,800 Bs., pero que no habían ciertos insumos médicos para operar.

La corrupción también provoca déficit público, porque obras públicas mal ejecutas, sobre dimensionadas  y sin retorno sobre la inversión terminan siendo financiadas por los ingresos públicos. Así mismo, la cultura de la mordida tienden a atraer a inversionistas extranjeros de dudosa reputación. La cultura del engrase también distorsiona y muchas veces fomenta el desarrollo de la economía informal, restándole recursos al estado y provocando la muerte lenta de centenas de pequeños empresarios que actúan en un mundo de negocios sin reglas de juego claras y a merced de la peculato y la extorción. El soborno reduce los ingresos del gobierno y por la tanto limita y empobrece la provisión de bienes y servicios públicos. En suma, la corrupción mata el desarrollo económico y el pragmatismo del: “roba, pero hace” es un espejismo populista.


La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...