Monday, March 11, 2019

La economía es un carnaval

El Ministerio de Economía y el Banco Central (BCB) presentaron el Programa Fiscal Financiero 2019 con la cansina cantaleta de que ahora forzamos las variables macroeconómicas con soberanía, cuando, en el pasado, esto era impuesto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. 



En una prueba contundente de coherencia ideológica, le dan palo a los organismos internacionales, pero cuando se trata de hacer retroceder a los opinadores y otros satanases neoliberales, no dudan en sacar la cruz de los datos legitimados y bendecidos por la cooperación externa. Oigan sordos de la oreja derecha, machacan: no ven que nos va de maravilla, inclusive según la suegra FMI. 
Como dice la música leninista Pasito tun tun, “uno para adelante, otro para atrás, uno a la izquierda y sin ponerse coloradito, otro a la derecha, pasito tun, tun…”

Los nuevos datos macroeconómicos presentados proyectan una ligera reducción en el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), este año llegaríamos a 4,5%  y no a 4,7%, como lo establecía el Presupuesto General de la Nación. A muchos les entró el alma al cuerpo porque la nueva estimativa mantiene el segundo aguinaldo. Así que este Carnaval preelectoral se pueden gastar los morlacos a cuenta de este futuro beneficio, al ritmo de si me emborracho es con mi plata, con mi plata que me da el gobierno. ¡Salud, hermanos y compañeros! ¡La casa invita! 
El programa fiscal y financiero anuncia que la inversión pública seguirá comandando la economía,  se inyectará la friolera de 5.323 millones de dólares. Como buenos cocineros, se pone toda la carne al asador electoral.  La economía será el centro de la campaña política de la ilegal candidatura de Morales. El mensaje es claro: los temas de la democracia son secundarios. Carnavaleros del mundo, piensen con los bolsillos: sólo hay un garante en la estabilidad económica y el buen desempeño del producto, Evo.  

La Constitución es papel mojado frente al verano económico eterno que se ofrece desde la cúspide del poder; por lo tanto, todos al son de la morena keynesiana: “Cuánto cuestas cuánto vales, amor mío.  Si tú quieres yo te pago, pero nunca, nunca te olvides”.

¡Ho! ¡Ho! Fuerza morenos, grita el líder. “Vivan los poderosos siempre bien amados neorrevolucionarios del buen gastar”. Y como dice la música: “Qué nos importa que hable la gente,  igual le vamos a meter. Anda y dile que no vas a volver con ese tampulli neoliberal”. 
 Por lo tanto, a aflojar la billetera. El BCB perderá reservas internacionales por 1.215 millones de dólares para financiar la inversión pública.  Es probable que hasta fin de año estas reservas bajen a menos de la mitad de 2015, cuando alcanzaron la cifra récord de casi 15.000 millones de dólares. También se anuncia un déficit  público de 7,8% del PIB, con éste serán seis años de agujero gubernamental. Se estira la cuerda de manera peligrosa. 

A los críticos que sostienen que se gasta mucha plata, se les recuerda la nueva “música-consigna” compuesta por los artistas preferidos del proceso de cambio: “Quien busca una mujer, bella mujer, cara bonita, mucha plata debe tener, pa mantener cara bonita”. La revolución también es cara, cara bonita. 

En lo que respecta a la inflación, ésta se mantendrá en 4% y el tipo de cambio nominal  no se moverá para la alegría de la comparsa de los comerciantes legales e ilegales.   
Por supuesto que detrás de estos anuncios continúa el discurso triunfalista del gobierno y se minimiza el deterioro de las variables macroeconómicas. A saber: déficit público y comercial, fuerte caída reservas internacionales, apreciación del tipo de cambio real e incremento de la deuda externa. ¡Todas mentiras de la derecha! Así que, seco cruzadito. ¡Nadie nos quitará lo bailado! 
Ahora bien, pasada la fiesta qué puede ocurrir. Veamos dos escenarios posibles.

En un escenario optimista la música a corear es: “Ahora que tenemos, bien que cascaremos”, otra vez. El segundo casque depende de la subida del precio del petróleo por  encima de los 80 dólares el barril, lo que dispararía  el valor de gas natural. Además, Argentina  compraría más de este energético y Brasil renovaría el contrato por otros 20 años, en las mismas condiciones de precios que el acuerdo vigente hoy. También, súbitamente, mejorarían las exportaciones de minerales y soya. Consecuencia de este escenario, aumentarían los ingresos del Estado de manera significativa. Así mismo, los proyectos de inversión en carreteras, las plantas de úrea, San Buena Aventura, el satélite, la Casa del Pueblo y otras obras comenzarían a generar impuestos y otros ingresos. 

Un escenario pesimista va al ritmo de la salsa, Llorarás, que en su principal estrofa dice: “Por tu mal comportamiento te vas a arrepentir. Bien caro tendrás que pagar todo mi sufrimiento. Llorarás y llorarás, sin alguien que te consuele”. Y nadie nos consolaría si se profundiza el deterioro de sector externo, con precios de gas natural, minerales y soya a la baja, y sin mercados de largo plazo para los energéticos, con un déficit público cercano al 9% del PIB, con reservas internacionales por debajo de 6.000 millones verdes, y con una enorme presión para devaluar el boliviano y con proyectos estatales con bajo retorno.  En este escenario, el Gobierno, cualquiera que esté, sea en un futuro cercano, tendría que hacer ajustes duros. 
Por supuesto, entre el casque y el llanto, entre el cielo y el infierno, hay muchas combinaciones posibles, y las proyecciones de la economía podrían estar en un lugar intermedio. Por el momento, como decía el gran economista y carnavalero Lord Keynes, en el futuro todos estaremos  muertos, así que mejor disfrute la fiesta de la carne. 
Gonzalo Chávez A. es economista.


Existe vida despues del neoliberalismo?

La respuesta corta de los dueños del poder es un rotundo no. El modelo de desarrollo en vigencia es la cúspide del pensamiento económico y político. El Evoeconomics es la nueva religión, sólo resta, a los simples mortales, la alabanza tántrica y contemplación extasiada. Todo lo contrario a la nueva verdad y luz es pasado neoliberal, es el pantano de mentiras. 

El fanatismo de mercado ha sido substituido por el fundamentalismo estatista y populista, y su versión más pomposa por estos paisajes: la “teología extractivista” (Gudynas).   El futuro está secuestrado por la ideología de los resultados de cemento, por la destrucción de la naturaleza, por la PIBocracia que asimila desarrollo tan sólo al crecimiento de esta variable. 

El gobierno, a pesar de los 13 años de gestión, se resiste a ser pasado. Cree haber tomado el elixir de la eterna juventud. Se contempla embelesado en el espejo de la propaganda. No entiende que su ciclo ha terminado con las cosas buenas y malas que ha hecho.  Y como todo guardián del nuevo status quo niega, persigue y busca encarcelar al tiempo que nos enseña que el cambio de ideas y personas es la esencia de la vida. 


Por supuesto que hay vida después del neopopulismo. Y es un horizonte que no sólo tiene nuevas respuestas para los temas económicos o sociales, sino que ha cambiado las preguntas. Por cuestiones de espacio mencionemos tan sólo tres: ¿Cómo reinventamos el desarrollo a través de la dimensión ética? ¿Qué papel juega la creación de valor público?  ¿Cómo la tecnología se convierte en eje articulador de un crecimiento económico inteligente, inclusivo y sustentable? 

La esencia de la vida es la confianza y reciprocidad, es el pacto en el espacio del microcosmo societal (familia, empresa, comunidad) que muchas veces va más allá de las reglas jurídicas generales (leyes, Constitución). Las razones para justificar cualquier tipo de modelo de desarrollo deben estar ancladas en valores y no al revés, como ocurre en la actualidad. Donde los valores están instrumentalizados. Los medios justifican el fin, razón por la cual el tejido básico de la sociedad está deteriorado, en algunos casos, y en otros, destruido, tanto por el individualismo impuesto por el mercado o el colectivismo financiado con favores del Estado.

 En ambos casos se ha roto la ética de la confianza, prevalece el egoísmo o el privilegio del grupo sobre el todo de la comunidad. Se ha quebrado la relación entre ética y prosperidad. Tanto para el capitalismo especulativo financiero como para el capitalismo estatal de amiguetes todo vale para acumular riqueza y poder. Entre tanto, no puede existir desarrollo sostenible sino se repone la ética de la reciprocidad y del bien común, sostiene Paul Collier, profesor de la Universidad de Oxford. Por eso el desafío es mayúsculo cómo repensar el desarrollo a partir de la ética de la reciprocidad en la familia, la comunidad, la empresa, el Estado y el mundo. 

En una sociedad fragmentada ética y económicamente la creación de valor colectivo se pierde. La creación de valor se define la producción de nuevos bienes y servicios, que en la actualidad debían tener un mayor contenido tecnológico. Aquí el ejemplo es una empresa productiva que puede ser pública o privada. Estamos frente a un capitalismo emprendedor. 

Contrariamente, la extracción de valor se define como actividades focalizadas alrededor de recursos y productos existentes. Aquí el ejemplo es la especulación financiera o comercial. A esta forma de capturar valor también se conoce como rentismo o capitalismo de casino.
Las economías primario exportadoras enfatizan la extracción de valor de los recursos naturales y no la creación de valor en otros sectores. Y cuando la gestión política adquiere un carácter de culto a la personalidad se convierten en “teologías extractivistas”. En estas situaciones el principal rol del Estado es la captura de este valor (rentas) y su distribución populista en la sociedad. 

En economía emprendedora, a la cuál debíamos aspirar, la creación de valor se basa en la innovación tecnológica. La innovación se basa en la inversión en capital humano que, a su vez, es la base de un desarrollo y crecimiento inteligente.   Mariana Mazzucato, profesora de la Universidad de Londres, sostiene que el desafío del siglo XXI es el crecimiento inteligente en el que el Estado es el responsable fundamental para promover innovación. No es un mero distribuidor. Es decir, que el Estado es el principal emprendedor e implementador, de manera directa e indirecta, de varias innovaciones tecnológicas; es decir, que la acción gubernamental va más allá de la corrección de fallas de mercado y se concentra en la formación, y creación de mercados. Y, lo que es mejor, generando innovación y creación de valor económico y social colectivo. Lo que implica también promover también el crecimiento inclusivo y medio ambientalmente responsable. 

En suma, la vida económica después del neopopulismo requiere pensar fuera de la caja y colocar como conductores el desarrollo a la ética de la reciprocidad, la innovación y la creación de valor colectivo.



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