Monday, February 26, 2018

Y, ¿qué viene después del 21F? El 22F…

Madruga la libertad en Bolivia para mostrar su mejor gala y sonrisa, el clima también se alinea con la defensa de la democracia y recoge sus aguas de febrero. El sol nace e ilumina con sus rayos más luminoso y coquetos la protesta, se adhiere feliz a la causa, desmintiendo al falso astrónomo que decía que el rey astro se escondería. !Nada, waway!. El sol y la gente dijeron un sonoro: Presente. Miles de vecinos toman las calles con mesas, peluches, cuerdas, llantas, feroces carteles y hermosas banderas bolivianas.
Comienzan las barricadas de confraternización, se exorcizan miedo y frío con café caliente, y con un enorme sentido de comunidad y encuentro. 2.682.517 millones de votos No del 21F del 2016 toman las esquinas, la plazas y los horizonte de futuro. Se conocen, estrechan manos, reciben nuevos vecinos que cambiaron de opinión y que ahora tampoco quieren que nadie se perpetúe en el poder,  se abrazan, presentan a sus hijos, conversan sobre política, cantan, reconstruyen –saludo a saludo, paso a paso– un nosotros ciudadano que demasiado tiempo había estado en el desván de la indiferencia, controlado a siete llaves por el abrumador cotidiano.  
El 21F despierta una enorme energía social que toma el país y en algunos lugares es reprimida con violencia por la Policía, pero no se doblega frente a los gases y los palos. Ministros, buzos, infiltrados, comisarios del régimen y los “sordos de alma” comienzan la estrategia de descalificación del movimiento y envenenan  la sociedad con el virus de la polarización.
Sueltan la cansada  ponzoña de siempre: son los ricos, la derecha, los racistas, los agentes del imperio, son cuatro gatos, no es pueblo. Salen los dardos de la propaganda, que ahora se estrellan en los muros de la indiferencia ciudadana. Para los autoritarios de siempre –que creen tener el monopolio del corazón, de la razón y de la moral– el único horizonte posible es la confrontación, inclusive la guerra, que la anuncian toda vez que se los contraría.
 Los dueños del poder perdieron en las urnas, están perdiendo en las calles, pero lo más notable es que fueron expulsados de los surcos de la esperanza, que ahora esperan, fértiles en libertad, nuevas semillas-idea, otras generaciones para construir nuevos sueños.   El mensaje de la movilización del 21F fue claro: respeten nuestro voto, respeten la democracia, pero el subtexto también fue contundente: creemos en un futuro mejor pero  no con las mismas personas ni con las mismas ideas.
 El proyecto MAS es ya el pasado, es un muerto que se olvidó de caer, aunque aún a sus militantes les tome mucho tiempo reconocerlo, son zombis políticos, y como tales se maquillan todos los días para ocultar las fieras arrugas del autoritarismo que necesitan para gobernar.
 El imaginario político ya no les pertenece, han encarcelado el futuro en el museo de Orinoca. A nombre de las causas justas que dicen defender –como inclusión, menos pobreza y desarrollo–  hipotecaron la esperanza en los bancos de la ideología populista, se gastaron medio Plan Marshal (60.000 millones de dólares) para caminar en los círculos viciosos del modelo primario exportador, cultivaron de manera enfermiza el rentismo, de ciertos grupos sociales, para así, controlar sus almas y bolsillos.
Desinstitucionalizaron el Estado para convertirlo en una máquina de subempleo y fuente de rentas mal habidas, se dedicaron a echarle sal a las heridas de la historia para justificar su medicina. Pero, sin duda, lo más grave de todo es que fracturaron al país, sembraron cotidianamente un odio de clases entre los bolivianos y bolivianas que sólo beneficia su estrategia de quedarse eternamente en el poder.
El 21F más de 2,6 millones de ciudadanos volvieron a repetir que no mintieron en las urnas porque son personas conscientes e inteligentes, y no marionetas de una conspiración. Quien mintió, en esta situación, fue el dueño del poder que dijo que respetaría la voz del pueblo.  
 Ahora bien, es difícil superar el pantano del populismo, pero el 21F del 2016 y del 2018 fueron los primeros pasos en dirección a la salida. Ahora los militantes de la democracia enfrentan la tarea buscar un nuevo imaginario político para reenamorar a la gente. Se debe construir un abecedario que ayude a reescribir la compleja poesía del reencuentro entre todos y todas.   
La primera acción es reconstruir el nosotros ciudadano, que como en un gran juego de espejos también requiere recomponer el nosotros creativo que suelte el alma emprendedora de los trabajadores,  innovadores y empresarios;  el nosotros productivo que apueste a una verdadera diversificación industrial, y que deje atrás la trampa de los recursos naturales.
 El nosotros solidario, que haga de la política social el centro de la política pública en base a una revolución en la salud y la educación;  el nosotros democrático, que permita la circulación de ideas y personas; el nosotros justo,  que reinvente, desde las bases, la justicia boliviana; el nosotros competitivo, que nos permita jugar en las ligas mayores de la tecnología; el nosotros emancipado, que apuesta que a la libertad en todas sus dimensiones; el nosotros Bolivia que nos haga en la gentileza del día a día.
 Esta compleja construcción del nosotros, del reencuentro, de la convergencia generacional, del abrazo amplio e inclusivo, requiere cultivar la savia de la organización, impulsar la fuerza de un liderazgo colectivo, elaborar plan de viaje, conseguir los recursos para el proyecto pero, sobre todo, reinventar la ingeniería del pacto y el dialogo. Volver a creer en la actividad más noble del ser humano, es decir, en la política como la que se hizo este 21F en las calles y plazas de Bolivia. Y, ¿después del 21F, qué? Pues el 22, 23, 24.. del resto del año de lucha.
Gonzalo Chávez A. es economista.

Monday, February 19, 2018

21F. Cambia, todo cambia

Una sabrosa comida debe ser acompañada por un mejor vino. Un hermoso atardecer frente al Illimani requiere dosis abrumadoras de una buena compañía. Una sonrisa/ sandía de una niña merece un abrazo redondo de oso orureño. Una buena columna dominical sobre la libertad requiere de una banda sonora a su altura. Esta columna la escribí con Mercedes Sosa en directo en la vena, por lo que le sugiero que la lea escuchando a la Negra cantando Todo Cambia, de  Julio Numhause. Es muy fácil encontrar esta música en el internet.

 “Cambia, todo cambia. Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo”. Cambia la piel de la sociedad, cambia los horizontes de esperanza de la gente, cambia la democracia que requiere de nuevas ideas y personas. Cambia el cambio para no perder su esencia, que es fluidez, que es renovación profunda de los ríos de la historia, pero también reverdecer de vientos pendencieros y afilados que gritan cambio en otras lenguas.

 Pero no cambia el amor de la gente por el cambio, y que en diáfana voz dijo, el 21F,  cambie Presidente, dé paso a las nuevas generaciones con sus mochilas de virtudes y su colección de defectos. Sea consistente con el proceso de cambio, deje avanzar el proceso, no se amarre al árbol del poder, suelte las riendas del futuro, que ciertamente hay muchas manos deseosas de tomarlas con el mismo amor que usted, tal vez siguiendo sus ideas o contra ellas, pero siempre avanzando.

 Esta es la virtud del cambio en democracia y libertad que sabe aceptar que la fila avanza que, por definición, el cambio requiere de cambios de aires y sombras. Por lo tanto, ¡cambiar no es extraño!, como dice la Mecha. 

 Quien se construye su museo en plena juventud política comienza a vivir del pasado pisado, de las glorias de la propaganda y el adoctrinamiento, de los vivos/muertos y sus objetos. Es decir, ya no es un militante del cambio, es un candidato a estatua. Los grandes del ring saben cuando retirarse, no con un uniforme lleno de medallas, sí como un líder semilla.

 Que lo recuerden por su mejores goles y tardes, que ciertamente fueron muchos, y no por sus errores, que también fueron bastantes, o por sus caprichos de quedarse con la pelota y la llave de la cancha.  Y si los jóvenes de estos tiempos no cumplen con el país, usted podrá volver, la democracia lo estará esperando.     

 “Cambia el clima con los años. Cambia el pastor su rebaño.  Cambia el más fino brillante, de mano en mano su brillo”. Cambia el clima político después de 12 años, cambia la geografía del poder, cambia el surco de la economía y la suerte de los precios de las materias primas;  cambia la forma del amor y desamor por la patria, cambian las heridas, que piden menos sal y más bálsamo, y cariño; cambian las epopeyas políticas que antes movilizaban gentes de esperanza en puño y que ahora son zombis que repiten consignas; cambia la forma de la política que no quiere el veneno mortal de la polarización, más bien exige la sabia del encuentro. 

 Cambie, Presidente, para entrar a la historia por la puerta grande. No cultive de por vida el horizonte del odio, ni ayude a escribir el eterno diccionario de los desaciertos que acompañan a los autoritarismos.  Confíe en nuestra gente, el cementerio está lleno de imprescindibles; las nuevas generaciones, de jóvenes y mayores,  están listas para recibir la posta. 

 Cambie y vea que hay muchos caminos para construir un país más solidario, productivo y justo. En la variedad está el gusto, en la circulación de ideas y personas está lo mejor de los vientos de cambio;  en la diversidad está la base del desarrollo, en la heterogeneidad de propuestas y actitudes está el futuro de Bolivia. La gente no caerá en la trampa del pasado, lo mostró varias veces, sabe renovarse mirando hacia adelante. Usted fue la prueba de ello en 2006.

 No vea el 21F como un voto contra una persona, más bien vea como una apuesta, de 2,6 millones de ciudadanos, por la vida que cada segundo cambia y se renueva, como un homenaje a la libertad, como un tributo a las sacrosantas reglas de juego que nos permiten vivir en paz, como una pasión por el pacto civilizado que se construye con el voto. Además, el 21F es una gran oportunidad para honrar la palabra, para mostrar el valor supremo de la confianza en el líder y  en la colectividad. 

 “Cambia el sol en su carrera. Cuando la noche subsiste. Cambia la planta y se viste. De verde en la primavera. Cambia el rumbo el caminante”. Cambia el curso de los ríos voladores trayendo sequías e inundaciones, cambia la tierra cuando se moja y se enoja; cambia los humores de la luna trayendo nuevos oleajes y amores; cambia la forma de producir y entregar el pan y la amistad; cambia la forma de comunicarnos, cambia las hierbas que curan la indignación, cambia el significado de las palabras y las cosas, cambia el no por el sí. 

 Cambie Presidente y este 21F díganos que respeta su palabra y que no irá a una cuarta reelección. Recupere la Constitución, decrete el día del reencuentro, de la democracia, del abrazo fraterno y de la esperanza. Permita que los bolivianos y bolivianas salgamos a las plazas a intercambiar saludos, y besos para seguir discrepando en paz como ciudadanos y no como enemigos, para que así sigamos por los otros cambios. 

 Exorcice los demonios de la violencia de los radicales, de derechas e izquierdas, que quieren más sangre de hermanos. Usted es parte del pasado y el presente le pertenece, pero ya no el futuro, aunque puede ayudarnos a cuidarlo y a reinventarlo con una decisión de estadista. Cambia, todo cambia, inclusive el proceso de cambio. “Pero no cambia mi amor. Por más lejos que me encuentre. Ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente. Lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana. Así como cambio yo…”

Monday, February 12, 2018

Buscando a Ninguno


Cuentan que en la antigua Roma, cuando los generales volvían victoriosos del campo de batalla, celebraban sus triunfos con apoteósicas marchas en las calles. A bordo de  en sus
carruajes recibían los vítores del pueblo, pero los acompañaba un esclavo sosteniendo la corona de laurel, que a medida que las aclamaciones aumentaban, éste se acercaba al oído y le decía: Recuerda que eres mortal. 


 Nuestro César local también pasea a sus triunfos por calles y campos de fútbol del país, y lo hace sobre diversos vehículos rodeados de admiradores, pero no tiene nadie quien le recuerde que es un simple mortal. Al contrario, sus allegados le repiten, una y otra vez, que es imprescindible, cósmico, único, histórico, gigante, padre eterno del pueblo y, sobre todo, inmortal en política.


 Sin embargo, en el medio de las lisonjas, de la nada, como diría un paceño, desde las graderías la gente, a través de una encuesta, le ha recordado al Presidente el viejo adagio romano:  Memento mori, que en este contexto significa que el poder es efímero y se desgasta. Pero lo más grave fue que la población le susurró al oído al líder una misteriosa palabra: Ninguno. 


 La intención de voto de Morales sería de 22%, menos de 40 puntos respecto a las glorias del pasado, cuando era vitoreado hasta por las nacionalizaciones de las peluquerías.  Entre tanto, lo más terrible para quien pensaba que el sol salía sólo para verlo madrugar, es que está perdiendo las gracias de las multitudes frente a un ser sin rostro, frente a Ninguno, quien recibiría el 24% de la preferencia ciudadana. 


 Que le amenace el reinado un representante del imperio o una fina flor de la burguesía, afilaría el brío del líder y le permitiría descargar,  sobre él o ella, la furia de los guerreros virtuales provistos de los celulares Quipus; pero “nadies” es un fantasma, una entelequia que refleja rechazo, disgusto y no aceptación de un masa diversa, una categoría vacía en búsqueda, urgente, de banderas de esperanza, nuevos horizontes de ideas y dirección política.


 Para el dueño del poder, Ninguno es su peor pesadilla, porque es un enemigo invisible y, por el momento, es un sentimiento profundo y rebelde en búsqueda de cuerpo político, pero es una amenaza que debe poblar las largas noches de insomnio del caudillo y su equipo de estrategas. ¿Qué o quién es Ninguno?  


 Pero que Ninguno tenga tanto apoyo popular es también un revés a la oposición, que después de 12 años  fue incapaz de construir un proyecto político alternativo y formar nuevos liderazgos. Entre tanto, el resultado de la encuesta es un desafío a las centenas de agrupaciones ciudadanas que han surgido en los últimos años, a las que les une el rechazo al populismo autoritario, pero que aún no han construido un proyecto político común. Desde este frente social también la pregunta no calla: ¿Qué o quién es Ninguno?  


 El desafío, de situación y oposición es imaginar el perfil de Ninguno y en algún momento encontrar la persona de carne y hueso para armar la estrategia de combatirlo o proyectarlo. 


 Por supuesto, para el Gobierno, el Ninguno ideal sería un neoliberal de hueso colorado, un vendepatria de madre y padre, una mujer u hombre con pasado atroz para que los fuegos de la guerra sucia se regocijen. Incluso, ayudaría que sea un blancoide de apellido con tres pisos y alguna parentela chilena. Este perfil de candidato haría renacer al líder del proceso de cambio como el ave Fénix. 


 Ninguno, para el oficialismo, debería ser un Anti-Evo perfecto. Su otro Yo pero de derecha que le permita al Gobierno seguir con su estrategia política de victimización. El indígena, el eternamente discriminado frente al patrón. Retomar la epopeya de los pobres contra los ricos, lo nacional contra lo antinacional, pueblo contra imperio. Un candidato que polarice al extremo.  


  Del otro lado del río, ¿cuál sería el Ninguno perfecto?  Aquí los desafíos son más complejos. El perfil elemental es que sea joven sin vinculación con el pasado, ideológicamente de centro, que sea capaz de entender un arcoíris enorme de reivindicaciones.  Pero esto es descubrir la curvatura del círculo.

Tal vez una manera de ver quién podría ser Ninguno para la oposición no es hablando de sus virtudes personales y sí de los sueños que tendría que retomar o impulsar, de las heridas que tendría que curar, de los puentes de reconciliación que tendría que construir. 


 Claramente, no debería ser un militante del “contra” y sí un amante del “para”. Estar en política para hacer las pases con la historia de logros y fracasos del país. Para hacer de la práctica política un instrumento de concertación, antes que una espada para matar al adversario. Para reinventar nuestro conocimiento colectivo económico y social a base de  la solidaridad, el respeto al medioambiente y la sana competencia.


 Para respetar las libertades individuales en el marco de las reglas de juego democráticas y el bien común. Para luchar contra la intolerancia, el fanatismo y el chauvinismo. Para  evitar el abuso del capital y del dinero mal habido. Para construir un Estado y sociedad más justa, y transparente. Para construir una nación de jóvenes emprendedores que superan la pobreza desde los proyectos innovadores y los empleos dignos. Para hacer de manera simultánea la primera y cuarta revolución industrial.     


 Para todo esto, Ninguno debe enfocarse en los dolores de los ciudadanos que   deben atenderse (seguridad ciudadana, empleo de calidad, respecto a la naturaleza, acceso a la tecnología y muchos otros) y las alegrías (más democracia y libertad) que hay que reforzar. Es decir, presentar a la sociedad boliviana una propuesta de valor basada en respeto de las reglas de juego democrático, de esta manera superar la dicotomía del voto duro de oposición y oficialismo. 


 En fin, debe buscar a los millones de Ningunos, ciudadanos que tienen otros sueños, que piensan que Bolivia debe entrar en el modo renovación de ideas y actitudes.

Gonzalo Chávez A. es economista.

Monday, February 5, 2018

El Cíclope Bizco

El Gobierno nacional tiene una curiosa lectura de los impactos del contexto internacional sobre la economía nacional, en especial sobre los ingresos que provienen de las exportaciones.  Padece el síndrome del cíclope bizco. Cuando los precios de las materias primas están por los cielos, como en el periodo 2006 – 2014, la bonanza económica es atribuida a las virtudes de las políticas públicas locales, en general, y a la nacionalización, en particular.
Las energías telúricas del nuevo modelo económico nacional serían tan poderosas que incluso habrían influido en la mayor   demanda de recursos naturales y alimentos por parte de los chinos, que fue una de las razones para la escalada épica de los precios de las materias primas hasta el año 2014.
En épocas de mejor crecimiento económico, el cíclope bizco sólo mira a la izquierda, se focaliza en los factores internos para explicar la bonanza. Entre tanto, cuando se produce un deterioro de las variables macroeconómicas, caen los ingresos comerciales y fiscales, y, por lo tanto, el crecimiento de la economía se desacelera, el polifemo del ojo desviado da una vuelta entera para echar la culpa de los problemas económicos al contexto externo y desde una perspectiva más ideológica, a las conspiraciones del imperio. 
Esta lectura sesgada de la coyuntura económica internacional busca construir el país de los cíclopes, la nación con un solo punto de vista donde el tuerto es ciego. Pero ¡ojito!, la realidad es caprichosa y compleja. 
Ahora bien, mirando la realidad económica de un país pequeño como Bolivia y rescatando la multiplicidad  de las miradas, que permite la  democracia de las ideas, el comportamiento del sector externo, en gran medida, es el origen de lo bueno y de lo malo de lo que pasó en la economía desde su fundación, sobre todo porque, independientemente del modelo económico, siempre mantuvimos un elevado grado de apertura externa y una excesiva concentración de exportaciones de recursos naturales. 
Primero, una verdad de Perogrullo, seguimos exportando cuatro materias primas en bruto que representan más del 90 % de los ingresos nacionales, lo que hace que la economía sea tremendamente vulnerable a los vaivenes de los precios.
El grado de diversificación de ventas al mercado internacional es muy bajo. Y por el lado de las compras de afuera, el coeficiente de importación es elevado. Según el Banco Mundial, en  2014 éste llegó al 42% del Producto Interno Bruto (PIB), cuando en 1960 esta variable estaba en 19% del PIB. 
Nuestra dependencia de los bienes de otros países ha aumentado, la cual consiste en la apreciación del tipo de cambio real y la cantidad de gente que se dedica al comercio legal e ilegal de importaciones. Este es el sector en el cual la mayor ascensión social se produjo.  Esta realidad comercial muestra que el discurso nacionalista y de protección del mercado local nunca salió del papel.  
Segundo, desde una perspectiva más de corto plazo, hace tres años que la economía registra un déficit comercial de un promedio del 3% del PIB. En valores, en 2017 se podría llegar a 1.200 millones de dólares. Revertir esta tendencia depende de los santos de los recursos naturales, de los cuales dependen los precios que, de hecho, parece que están respondiendo a los rezos de los bolivianos, porque desde mediados de 2017, el petróleo, los minerales y la soya han mejorado su valor, aunque nosotros no hicimos nuestra tarea, porque la producción de estos productos ha bajado. 
Entre tanto, lo más preocupante es que la tendencia a la caída de ingresos de exportaciones no está asociada sólo al ciclo coyuntural de precios o nuestras dificultades de oferta, sino que, a partir de 2019, cuando renegociemos el contrato con Brasil, es altamente probable que enfrentemos cambios estructurales en el modelo de negocios de gas natural, porque produciría una caída de ingresos más de largo plazo por la venta de este energético. 
En concreto, el nuevo contrato con Brasil, desde el lado de la oferta, enfrentaría problemas con el nivel de reservas de gas para atender las compras del vecino y, por el lado de la demanda, las dificultades podrían ser mayores, a saber:  menores y más complejas de compras de parte de varios clientes en Brasil, sobre todo privados, y precios de venta del gas natural que ya no estarían conectados a los humores del petróleo. 
Es altamente posible que los futuros precios de gas respondan a mercados propios de este energético, como el Henry Hub, cuyos valores comerciales en el pasado han estado por debajo de los precios del gas indexados al petróleo. Podríamos estar frente a un choque estructural de ingresos.   
Tercero, y último, y no por eso menos importante, el país, a pesar de la bonanza económica, presenta bajos niveles de competitividad y poca diversificación productiva.  Según el FMI, la apreciación cambiaria en Bolivia estaría en torno del 26%, lo que perjudica nuestras exportaciones, en especial las no tradicionales.
Así mismo, incrementos salariales por encima de la productividad restan competitividad a la economía. Entre  2006 y 2016, el salario mínimo subió en promedio el 14%, en cuanto la inflación se incrementó en 6% en el mismo periodo. Si bien ésta fue una buena noticia para los trabajadores formales, complicó a las empresas exportadoras, que no vieron un incremento similar en la productividad laboral, perdiendo competitividad.
Y también están las limitaciones de orden institucional y políticos que nos colocan en los rankings de competitividad en los puestos más bajos, y nos complican las exportaciones. World Economic Forum, posición 117 de 121, y el Doing Business del Banco Mundial, colocación 152 de 190.  
En suma, no es conveniente adoptar el síndrome del cíclope bizco al analizar la dinámica del sector externo; es mejor una visión plural de los desafíos de generar y diversificar los ingresos para la economía boliviana.  
Gonzalo Chávez A. es economista. 


La dolarización, pros y contras

Javier Milei, el vencedor de las elecciones primarias en Argentina, tiene como centro de su propuesta la dolarización de la economía para ac...