Monday, September 5, 2016

La llamada al embajador y las teorías de las relaciones internacionales

El Estado boliviano ha decidido llamar para consultas a su embajador en  Brasil como rechazo al proceso de destitución de la presidenta Dilma. Similar camino han seguido países como Venezuela y Nicaragua. La respuesta no se dejó esperar, el vecino también llamó a sus embajadores en estos países.

Generalmente, un llamado para consultas de un embajador es resultado de algún tipo de fricción comercial o diplomática que involucra a dos países y es un gesto de distanciamiento en las relaciones bilaterales. Es bastante inusual que un país tome esta medida extrema como reacción a un proceso político interno, como fue el caso de la destitución de la presidenta de Brasil. Por supuesto que cualquier ciudadano en el mundo puede tener una opinión, negativa o positiva, sobre el evento, pero cuando la Cancillería y las autoridades del más alto nivel se posicionan sobre un tema interno de otro país, lo convierten en una razón de Estado.

¿Cómo se explica esta decisión del Estado boliviano de convertir un tema de política interna del vecino país en una declaración de política exterior? Permítame usar la teoría de las relaciones internacionales para dar una respuesta.

La teoría marxista sostiene que el sistema internacional es un espacio de dominación y sometimiento, donde los países ricos o potencias hegemónicas explotan a los países pobres o periféricos. Desde Lenin (El Imperialismo fase Superior del Capitalismo) hasta Hard y Negri (Imperio), pasando por toda la Teoría de la Dependencia, la dominación de clases transciende las fronteras debido a la internacionalización del capital. La forma superior de control y hegemonía es el imperialismo o en el caso brasileño, el subimperialismo. Por lo tanto, la política internacional debe estar pautada por la lucha contra estos imperios y un nuevo sistema internacional, para lo cual requiere de alianzas fuertemente ideológicas entre gobiernos de izquierda para contraponerse al sistema dominante.

Si adoptamos esta perspectiva, el llamado del embajador es una acción de solidaridad internacional basada en una sintonía ideológica. Es un repudio al golpe de Estado de la oligarquía brasileña, que es la interpretación oficial del Partido de los Trabajadores (PT) sobre la salida de Rousseff. Para el alineamiento ideológico, poco importan otras lecturas de la realidad brasileña, como el hecho de que el PT gobernó, en pacto político, con los partidos de la derecha de Brasil por 13 años. Y que en varios de los escándalos de corrupción reciente (Petrobras) hubo participación de jerarcas del oficialismo brasileño, como el señor José Dirceu, otrora hombre fuerte del régimen, y de otros políticos de la oligarquía aliada. La solidaridad ideológica de la política exterior también se manifiesta en el apoyo incondicional al gobierno de Maduro en Venezuela. Bajo esta perspectiva, la lucha de clases deber estar alineada con la causa revolucionaria mundial, aunque se trate de una dictadura como la de Cuba. El lenguaje y las acciones nacionales en este tema  recuerdan el periodo de la Guerra Fría.

La escuela idealista de las relaciones internacionales sostiene que las naciones son unidades autónomas y que se relacionan a través de principios y valores, como la promoción de la paz, la democracia, los derechos humanos y la autodeterminación de los pueblos. Este último es uno de los principios más importantes porque está vinculado a la soberanía nacional. Las Naciones Unidas y los tratados internacionales encarnan el pensamiento idealista. En este contexto conceptual, tanto las declaraciones de las autoridades nacionales como la decisión de llamar al embajador vulneran acuerdos internacionales y constituyen una intromisión en los asuntos internos de otra nación. En el pasado reciente, el Estado boliviano ha fundamentado su política externa, con mucha razón, en el idealismo, por ejemplo, cuando rechazó la injerencia externa en materia de drogas. ¿Alguien se imagina a un otro país llamando a su embajador, en rechazo a la tentativa del  presidente Morales de buscar una cuarta reelección, con base en el argumento de la oposición local de que esta acción es inconstitucional? No hagas lo que no quieres que te hagan.

Finalmente, y no por eso menos importante, está la escuela realista de las relaciones internacionales que sostiene que los países no tienen amigos y sí intereses. Y que las relaciones entre Estados se basan en la defensa de intereses económicos, estratégicos, simbólicos, militares, diplomáticos y políticos. Bajo esta perspectiva teórica, las acciones internacionales de un país deben ser resultado de un cuidadoso análisis de costo-beneficio que coloquen en el centro el interés nacional. En estas circunstancias, el hecho de haber llamado a nuestro embajador de un país con el cual tenemos muchos intereses económicos y estratégicos y del cual dependen más de un tercio de nuestras exportaciones, no es una acción destinada a preservar los intereses nacionales. Estas decisiones tendrán consecuencias económicas y financieras a futuro. Cabe recordar que es altamente probable que negociemos el nuevo contrato de gas natural con el gobierno de Temer. Entonces, ¿es pragmático que nos distanciemos de nuestro principal mercado?

Debo manifestar que me identifico mucho más con la escuela idealista y realista y menos con la marxista. Además, tanto la declaración del Estado boliviano como la acción de llamar a nuestro embajador es precipitada;  además, carece de una visión estratégica, en especial en un país que necesita sumar fuerzas y apoyos internacionales para alcanzar el principal objetivo de su política exterior: la recuperación del mar.

1 comment:

Anonymous said...

los dados yá fueron lanzados....negociaremos el gás al Brasil en los términos de la iniciativa privada de esse país , sus industriales negociarán particularmente, como entes privados, lo que necesitarán de gás para atender sus requerimientos. eso no lo decidió ni Temer ni mucho menos el despreperado gobierno evo in/morales. eso lo decide el mercado consumidor, el que pone la plata, el que paga para ver: São Paulo y Cia.

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