El Corazon y la Espada

Vivimos tiempos de supremacía de la política sobre los otros quehaceres humanos. La política puede ser entendida como guerra y a veces como pacto o alianza. En la coyuntura actual se ha repetido hasta el cansancio el diagnóstico que dice que Bolivia está en un proceso de fragmentación social, política, étnica, regional y económica irreversible. No se ve luz al final del túnel y se avanzó muy poco en cómo se sale de la perversa sublevación de los particularismos. Como es costumbre en el país, somos buenos para establecer la problemática, pero poco creativos para mostrar la solucionática. Me disculpo con el gran Séneca por uso arbitrario de su cita.

Confieso que este escrito tiene un carácter más terapéutico para mí, por eso no me comprometo con el rigor o la coherencia.

Permítanme comenzar contándoles y recomendándoles una película china, que vi recientemente. Ying xiong, que la tradujeron como Héroe, del director Zhang Yimou. El filme relata, de manera épica y con una plástica maravillosa, el proceso de unificación de la China hace 2.000 mil años atrás encabezado por el Rey Qin. Aparte de la unificación y expansión del Imperio, el logro más conocido de la dinastía Qin fue la terminación de la Gran Muralla china. El nombre "China" deriva también de la dinastía Qin.

En el periodo de las guerras entre los Estados de China, 481 y 221 a.C., el país estaba dividido en siete reinos. Durante años, los reinos lucharon inútilmente por la supremacía. Como resultado del largo enfrentamiento, la población sufrió décadas de dolor y miseria. El Rey Qin era el más poderoso de la época y estaba obsesionado con conquistar toda China y convertirse en el primer Emperador. Los otros Estados durante mucho tiempo intentaron matar a este emperador usando guerreros valerosos. De todos los aspirantes a regicida ninguno le preocupó tanto como los tres asesinos legendarios, Broken Sword (Espada rota), Flying Snow (Nieve voladora) y Sky (Cielo). Estos tres guerreros buscan la gloria, que la alcanzarían si mataban al Rey Qin. Dada la enorme protección que tenía el soberano, nunca los asesinos habían llegado cerca.

La película comienza con el rumor de que los guerreros más peligrosos habían sido eliminados. Un guerrero, que se hacía llamar "Sin Nombre", era el responsable de esta hazaña. El Rey Qin decide conocer y recompensar al héroe, quien además de contar la forma en que había eliminado a sus enemigos, debía mostrar las espadas de los guerreros derrotados. "Sin nombre", primero relata una historia sórdida de celos y rivalidades mezquinas entre los tres guerreros, que los llevó a eliminarse entre todos. El Rey Qin, descubre la mentira de "Sin nombre", diciéndole que si bien temía a estos guerreros, sabía que eran nobles rivales y que los guiaban virtudes y valores supremos, y que los sentimientos bajos que acaba de relatarle no correspondían a estos espadachines. El Rey Qin descubre que "Sin nombre" mentía sobre la muerte de los guerreros, en realidad este era un plan para asesinarlo porque era la única forma que se podía estar cerca al Rey. Tenía en su frente a uno de los guerreros.

Los tres guerreros tenían como símbolo un carácter chino, escrito en código, que también intrigaba al Rey Qin. Entonces el soberano, pregunta: "Ya que voy a morir, dígame el significado del símbolo que los une", El guerrero "Sin Nombre", le revela el secreto. El símbolo significa "nuestra tierra". El Rey perplejo dice: Que ustedes, y en especial Espada Rota, entiendan que siempre quise la unificación de China, me permite morir en paz. Entonces el Rey Qin pregunta: ¿Con qué espada piensa matarme? Con la suya, le dice el guerrero. El Rey valiente con su destino, le lanza su espada a "Sin nombre" para que termine su misión y le dice: que el bien de nuestro país guíe su decisión

El guerrero se lanza sobre el Rey, pero no lo mata, más bien le habla al oído: Sólo usted puede traer la paz y la unidad a nuestra tierra. El sufrimiento de uno no es nada comparado con el sufrimiento de todos. Nuestra gente ya ha padecido mucho. El Rey Qin responde: En la primera etapa, el hombre y la espada se vuelven uno. En la etapa siguiente, la espada ya no reside en la mano sino en el corazón. Pero el ideal máximo se da cuando la espada desaparece por completo. Los guerreros aceptan lo que los rodea. El deseo de matar ya no existe, sólo hay paz. Entonces dice, el guerrero: Su majestad he culminado mi misión, sus peores enemigos morirán por lo que hice ahora, un hombre muerto le suplica que nunca olvide el ideal primordial de un guerrero, la gloria de convertirse en héroe por nuestra tierra.

Esto es lo que creo recordar de la película. Y cuando pienso en el país, influenciado por el filme, me parece que por estas tierras olvidadas seguimos viviendo el tiempo de la espada y de los guerreros. Los grupos y regiones en conflicto aún piensan que pueden derrotar al otro, no importando el dolor y sacrificio que esto signifique. Los autoritarismos de izquierda y derecha pululan por los aires. Los liderazgos se alimentan de la confrontación y la resistencia. No estamos todavía preparados para que el corazón controle la espada. Vivimos el reino de las espadas rotas. No estamos preparados para el pacto, para la paz. El ceder, el sacrificio mayor por el país no está presente en el vocabulario de nuestros guerreros. Pasen la voz, se buscan héroes, urgentemente