Varias economías importantes en el mundo han reconocido que están en recesión. España, Alemania, Japón y EEUU, que representan casi el 40 por cierto del producto global, registraron tasas negativas por dos trimestres consecutivos. Recesión son máquinas, tierras y personas paradas por falta de consumo e inversión.
La receta clásica en estas situaciones son los estímulos fiscales para reactivar la demanda agregada, es decir: aumentos del gasto público, incrementos de la inversión estatal, reducciones de impuestos a las personas o empresas, el corte de las tasas de interés para rebajar el precio del dinero y fomentar los préstamos, los seguros desempleo y las transferencias directas a los grupos de la sociedad más necesitados.
El anterior domingo sugeríamos que estas políticas se concentren en los más pobres, reactivando la demanda agregada de la economía desde la base de la pirámide social, una especie de keynesianismo popular. Pero no todo es color de rosa cuando se manipulan las políticas macroeconómicas. Su efectividad depende de lo que técnicamente se conoce como el multiplicador keynesiano. Cabe recordar que el economista inglés John Maynard Keynes propuso estas ideas en los años treinta, a raíz de la profunda crisis recesiva del periodo. Pero, pongamos un ejemplo sencillo para explicar lo que es el multiplicador. Supongamos que el Estado le transfiere 100 bolivianos al mes a una persona; ésta, ciertamente, estará muy contenta y es posible que derrame una tierna lágrima por el nuevo héroe boliviano, el “súper amigo de la economía”, conocido también como “pechito de bronce”, cuyo blindaje resiste, sobre todo, las buenas ideas. Pero, ¿qué hará este ciudadano(a), además de estar agradecido, con su nuevo ingreso? Bueno, parte lo destinará al consumo de algunos bienes y servicios: digamos que 80 lucas se van en la compra de más panes y ropa. Si todos los consumidores que han recibido este beneficio gastan más o menos lo mismo, ésta es la propensión marginal a consumir de la sociedad que la representaremos con una “c” minúscula (c=0.8). Es decir, por cada boliviano adicional recibido, una persona gasta el 80 por ciento en consumo. Por oposición, la propensión marginal a ahorrar será de 20 por ciento (s=0.2). Pero de los 80 morlacos recibidos, parte se destinará a la compra de bienes nacionales y parte se irá a la adquisición de productos que provienen de Chile o China.
Otra variable que hace parte del multiplicador keynesiano es, por lo tanto, la propensión marginal a importar, que denominaremos con la letra “m” (m=0.2). En este caso, por cada boliviano recibido adicionalmente, 20 por ciento se destina a la compra de productos externos. También se tiene la tasa marginal de impuestos (t=0.20): por cada boliviano extra recibido por nuestro consumidor, el 20 por ciento vuelve al Estado. Entonces, cuanto el Gobierno inyecta dinero a la economía, el impacto sobre el crecimiento del producto depende del multiplicador keynesiano; en concreto, de la propensión marginal a consumir. Cuanto mayor sea este valor, mayor será el impacto sobre la riqueza generada. Si los consumidores son devotos de la virgen del puño y no gastan la plata adicional recibida, menor será el crecimiento.
Ahora bien, si en el país sólo se produce gas natural y minerales y el resto de productos se importa, es decir, existe una propensión marginal a importar alta, el estímulo fiscal puede salirse todo afuera y va a estimular la economía de Chile o China. Este es el caso de Bolivia, que importa mucho de sus productos; adicionalmente, la cosa es más complicada por estas tierras ya que, en la coyuntura actual, el tipo de cambio real está apreciado, que es un incentivo adicional a importar, legal e ilegalmente. Peor aún si los países que nos venden están abaratando sus mercancías, devaluando sus monedas, como el caso de nuestros vecinos Brasil y Chile. Quiere decir que, en nuestro país, los estímulos fiscales mal dirigidos podrían ser como echar agua a la arena: se diluiría todo hacia afuera.
Análisis económico y otras latitudes de la vida y el pensamiento
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2 comments:
Es el dilema que hay en Europa misma. Alemania cree que estan blindados hasta cierto nivel y no quiere coordinar un estimulo a nivel continental.
Dependiendo de cual "dismal scientist" uno sigue, estamos en lo mas oscuro de la noche o la noche larga recien empieza. En lo relativo a Bolivia, Evo lo haria muy mal dando un "gasolinazo" como amenazo el otro dia para combatir el contrabando (tuvo que hacerlo hace un par de anhos atras pero no la aprovecho) y tambien es una metida de pata a medias el darle la luz verde al contrabando hormiga. Esta medida seria mejor bajo un TLC y deberia ser enfocado a promover nuestras exportaciones y no solamente a agilizar el contrabando.
Lo unico que puedo sugerirle al primer mandatario es mas gasto, hasta cierto punto populista, en sectores intensivos en mano de obra como construccion y agricultura, de una vez un TLC, y por supuesto que tome las medidas para incentivar la inversion extranjera, siendo el primer paso que Bolivia reingreses al ICSID/CIADI.
Excelente aporte, ciertamente el MK se ve interesante. Por cierto, la situación es difícil también aquí, en México, nosotros nos topamos con problemas diferentes, como el terrible Copy and Paste de las políticas extranjeras, sobre todo por que no se contextualiza.
Civediamo!!! =D
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