Monday, July 26, 2010

Jacha Uru de la productividad

En Bolivia, los imaginarios sociales y los discursos políticos sobre desarrollo económico han estado sobre concentrados en los temas distributivos. Neoliberales, neo-estatistas o pachamámicos sostienen que la prioridad número uno, de la política pública, es la distribución del ingreso. Recordemos el Bonosol, que después se transformó en Renta Dignidad, una política pública que sobre vivió al péndulo entre estado y sector privado. En un plano muy secundario, queda el tema de la generación de riqueza, , del aumento de la productividad, y la sostenibilidad del desarrollo. En concreto, se discute muy poco el hecho que el crecimiento económico bonsái, del que neoliberales y neorevolucionarios sacan pecho hace mas de un siglo, se explica, en gran medida, por la baja productividad de los factores de producción, quiere decir, que el capital físico, la tierra y tanto la mano como el pie de obra (piense en el Chapare) rinden muy poco en nuestras actividades. En Bolivia producir una mesa por ejemplo, puede tomar tres días, en cuanto el mismo objeto en Chile se elabora en un día y medio. Así, es sencillo concluir que países que hacen las mesas en menos tiempo, generan más riqueza y por lo tanto, más crecimiento económico y menos pobreza.

En la nueva élite intelectual y burocrática que administra el Estado boliviano hablar de temas como la productividad y la competitividad de empresas, sectores, regiones o la propia nación se han convertido en anatemas. En algunos casos inclusive produce reacciones alérgicas y desmayos. De una manera burda se ha asociado los conceptos de productividad al pensamiento neoliberal, este equívoco conceptual hace que el país no esté haciendo transformaciones estructurales en su base productiva.

En los últimos años, los cambios se sitúan solamente a nivel de la superestructura como diría un viejo marxista. Los nuevos dueños del poder están tomados por una fiebre leguleya que los tiene muy ocupados en un campeonato de poesía jurídica, que parte de la idea neocolonial, de que escribiendo constituciones, leyes y reglamentos la realidad se transforma automáticamente. Está escrito, está hecho parece ser el conjuro que se grita a los cuatro suyos. Los doctorcitos revolucionarios están en éxtasis.

Pero tal vez la euforia legalista nos permita ayudar a convencerlos de la importancia del concepto de productividad. Aunque puedan haber dudas sobre la calidad de la legislación que se esta elaborando, no se puede negar que ha habido un aumento en la productividad en la creación de preceptos, y artículos.

La Asamblea Plurinacional se convirtió en una gran academia de aeróbicos, las manos oficialistas se levan de manera graciosa y coordinada bajo la batuta del Poder Ejecutivo. Cinco leyes en dos meses y 100 nuevos cuerpos jurídicos en cuatro años. No hay la menor duda, que las nuevas élites políticas del país sí entienden el concepto de productividad. Por lo tanto, el desafío consiste que el entusiasmo el entusiasmo jurídico también contagie a los encargados de las políticas públicas en el país para apoyar, con acciones concretas, a las pequeñas y medianas empresas, a las actividades comerciales y de servicios y sobre todo al sector público. Amerita que, después de casi 5 años de Woodstock de palabras, se produzca un shock de productividad. Inclusive para no herir la sensible alma del cambio podríamos prescindir de esta palabreja (productividad) que tanta urticaria produce, pero quedarnos con el concepto; países que producen bienes y servicios en menos tiempo (por ejemplo, mesas) generan más riqueza y si eso lo queremos llamar Jacha Uru de la madera no hay problema, al contrario podría ser otra oportunidad para crear una frase de efecto, que junto al vivir bien, pueden seguir embobando a las organizaciones no gubernamentales internacionales y la izquierda caviar que hacen turismo revolucionario en Bolivia.

Porque, al final del día lo interesa es que la enorme energía social que se ha destapado en Bolivia muestre su rostro social productivo bajo el apoyo de incentivo de políticas industriales de nuevo cuño, que ponen entre sus objetivos centrales el aumento de la productividad promedio del país. El aumento la productividad, no el resultado de algún conjuro mágico o de la poesía jurídica, sino más bien de la interactividad del capital social es decir de intensos esfuerzos de colaboración coordinación complementariedad de empresas y ciudadanos organizados tanto el sector público como privado que hagan de la revolución productiva su motivo más importante de vida en el en el corto y largo plazo. Para vivir bien hay que producir más y mejor, para vivir mejor hay que hacer una revolución productiva en base a la innovación. Las política sociales son insuficiente para resolver el tema de la pobreza, se necesita un shock de innovación, un Jacha Uru de la productividad.

4 comments:

David Navarro said...

Habría que responder si los objetivos de una transformación económica productiva son parte central de la visión del gobierno. O son solo una condición limítrofe de su emplazamiento en el poder. Sus decisiones hasta la fecha indicarían que la apuesta es que el país puede seguir subsistiendo por sus energéticos, y cualquier logro industrial es ya un plus, obedezca o no a una política integral de desarrollo productivo.

Por eso se ven hasta ahora iniciativas desparejas y descoordinadas en diferente rubros económicos: fábricas de papel y carton, industrializadoras de leche y de coca, disqué de cítricos y quinua. Nada estratégico como siempre mencionan.

Los mega proyectos con El Mutún, Karachipampa, YPFB han hecho evidente la incapacidad de plantearlos y gestionarlos.

Concordamos con que la innovación sea más bien "catalizador" de un cambio productivo, pero no como el motor. La razón es entender de lo que es innovación.

Hay miles de definiciones. La más simple y potente es que esta es convertir en riqueza al conocimiento. Conocimiento de mercados, de tecnología, de procesos organizativos y operacionales, de investigación, de mercadotecnia, de desarrollo organizacional, de finanzas de negocios, de comunicaciones, etc.etc.

Por ende, si no existe ejes o redes claves de conocimiento, la innovación per se no se dá, tal vez fortuitamente pero no sistémicamente.

Centros de conocimiento estatales y privados, bases de datos en los diferentes rubros, agentes de conocimiento, redes coyunturadas de generación y de integración de información, acuerdos multilaterales de apoyo de inteligencia de negocios, etc. tc. es por donde la susodicha revolución comienza. Pero hilvanados, fondeados y galvanizados por una estrategia coherente y de mediano a largo plazo. Productividad? Es un resultado. Un "lagging indicator". No un generador.

Anonymous said...

Estimado Sr. Chavez:

Una de las teorias económicas reconocidas a saber el institucionalismo, halla en la estructura institucional (formal e informal) la causa para el bajo rendimiento económico de las sociedadas llamadas sub desarrolladas.

En este sentido, como usted muy bien observa en nuestro país se está renovando el marco normativo formal con gran rapidez (y hasta sin mucha reflexión o concertación) y en alguna medida tambien el informal (tratando de recuperar y promover algunas tradiciones), lo que deja muchas dudas con respecto a la relacion entre el nuevo marco normativo y un estado de productividad apropiado que nos permita generar riqueza y crecimiento para Bolivia.

Por favor si usted está en la posibilidad de hacer algún analisis sobre este tema estaré muy agradecido a su persona, de ultima si usted sabe de algun otro profesional que haya realizado este analisis el dato tambien es de mucha ayuda. Gracias....

Anonymous said...

Me permito hacer una anotación sobre lo recientemente comentado sobre las teorías económicas reconocidas. Lo adecuado en este punto debería ser utilizar el término "neoinstitucionalismo".

Por otro lado, mencionar que existe vida más allá de Douglas North. Existe una basta literatura que ha permitido romper el imperio de la dualidad "formal-informal" que frecuentemente utilizamos como cuña cuando nos referimos a esta corriente de la economía.

Si bien buen paseo por la web podría ayudar, entre diversos trabajos específicos sugeriría los de Peter de Hann.

Suerte...

Anonymous said...

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