La fuerte caída del precio del petróleo marcará el rumbo de la política y la economía, tanto a nivel mundial como nacional, en el año 2015. Sus efectos serán multidimensionales .
Pero, antes de analizar los impactos, cabe explorar las razones que derrumbaron el precio de crudo de la cima de los 100 dólares al valle de los 47 verdes por barril. Es decir, por qué hubo una reducción de 53%.
Como en todo mercado existen motivos de demanda y de oferta. Entre los primeros están la profundización de la crisis económica en los países europeos que contrajeron su consumo de energía, la desaceleración del crecimiento de China y la reducción de la demanda especulativa de petróleo.
Por el lado de la oferta, varias cosas están ocurriendo, a saber: el más grande productor de crudo en el mundo, Arabia Saudita, no ha bajado su producción, como tampoco lo ha hecho el Estado Islámico, que controla varios pozos petroleros en Irak. Además, sorpresivamente, países como Libia han vuelto a producir para el mercado mundial. Así mismo, la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) no ha podido establecer nuevas cuotas de producción.
En una perspectiva más de largo plazo estaríamos frente a una transformación del mercado del petróleo, donde han surgido productores de petróleo no convencional, en especial Estados Unidos, que se ha convertido en un actor central de la oferta del petróleo y gas natural de esquisto (shale oil y el shale gas), lo que afecta los precios del oro negro.
El país del norte ha podido aumentar su producción de petróleo a un ritmo anual de 1,3 millones de barriles diarios desde 2011, gracias a los avances tecnológicos, como la fractura hidráulica.
La caída de precios del petróleo refleja una tensión entre intereses productores tradicionales y productores no convencionales (producción de esquisto y de alta mar). Los primeros, si bien ganan menos en el corto plazo con precios más bajos del crudo, inviabilizan la producción no convencional, porque ésta tiene costos muy elevados.
Precios más bajos también dificultan las inversiones de largo plazo, lo que compromete la oferta también de largo aliento del gas o petróleo no convencional. A su vez, los productores tradicionales, que tienen espaldas financieras muy grandes, se sacrifican en el corto plazo, aceptando precios más bajos, pero garantizan ingresos futuros más estables y así minan la competencia de los nuevos jugadores del mercado del petróleo y del gas natural.
Sin duda, éste es un juego complejo donde también intervienen razones estratégicas y políticas. La política externa norteamericana tolera precios del gas y el petróleo más bajos, porque esto debilita financieramente a gobiernos con los cuales tiene temas de controversia, a saber: Irán, Rusia o Venezuela. La reducción del precio del crudo es más efectiva que los embargos comerciales y las penalizaciones financieras.
Así mismo, precios de la energía más baratos podrían ayudar en la recuperación económica de países europeos, Japón (importadores de petróleo y gas natural) e, incluso, acelerar el despegue de Estados Unidos. Es decir, los países importadores se benefician, en cuanto los exportadores de energía, como Bolivia, pueden verse afectados.
En efecto, la caída del precio del petróleo también repercutirá en la economía y política nacional. El canal más importante de impacto es el nivel ingresos tributarios provenientes del sector hidrocarburos.
El economista Mauricio Medinaceli realizó algunas estimaciones al respecto. Por ejemplo, si el precio promedio, en 2015, disminuye a 60 dólares por barril, la pérdida fiscal sería de 1,316 millones de dólares.
De una manera más específica, cuando el precio del crudo está en 100 dólares, el Estado boliviano cuenta con 687 millones de dólares, para pagar la Renta Dignidad, pero si el precio del petróleo baja a 60 en promedio al año, tan sólo se dispone de 431 millones; es decir, se tiene menos 256 millones de dólares.
Para aquellos que quieren profundizar en este ejercicio de simulación, ver las posibles pérdidas de gobiernos departamentales, municipios, universidades y otros los invito a visitar la siguiente página web: www.mmedinaceli.com.
También será interesante ver cómo cambiará el escenario político si persiste la baja en los precios del petróleo. El modelo económico vigente tendrá que probar que puede administrar el periodo de las vacas flacas sin provocar grandes desequilibrios sociales. Además, está el desafío complejo de administrar las clientelas políticas creadas en torno a los recursos del gas natural.
La buena noticia es que el Gobierno cuenta con los recursos financieros y los instrumentos necesarios para amortiguar la crisis en el corto plazo. De hecho, la actual administración apuesta a un keynesianismo tradicional. La demanda doméstica seguirá siendo impulsada con vigor. Ahora bien, la pregunta central es: ¿el Gobierno tendrá los recursos financieros para afrontar ingresos más bajos por exportaciones de gas natural?
En el corto plazo, la respuesta es afirmativa. Se cuenta con las reservas internacionales, el déficit público puede ser más elevado (-3,6% del PIB para 2015), se puede conseguir ahorro externo, préstamos o inversiones.
El Gobierno puede también apostar a una mayor eficiencia en la recaudación interna, siempre existe la posibilidad de aumentar impuestos a los sectores más prósperos de la economía. No me atrevo a decir cuáles. Así mismo, en un ataque de sensatez, puede cortar el gasto superfluo, como en propaganda. Finalmente, está el último recurso: un gasolinazo, medida no aconsejable.g
Análisis económico y otras latitudes de la vida y el pensamiento
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muy buen post, muy didactico y explicativo
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