Monday, August 21, 2017

Necrofilia ideológica

Moisés Naim, un cientista social venezolano, sostiene que: "la necrofilia es la atracción sexual por cadáveres. La necrofilia ideológica es el amor ciego por ideas muertas”. En América Latina, en general, y Bolivia, en particular, somos adeptos a lo que también se conoce como las ideas, económicas o políticas,  zombis o, entrando en el ámbito cinematográfico, las ideas duras de matar. Estas políticas públicas se originan tanto en el neoliberalismo como en el neopopulismo y, no obstante sus comprobados y documentados fracasos, vuelven a ser propuestas e implementadas una y otra vez. Con pequeños cambios de matices, el péndulo del pasado construye museos con novedades recién desenterradas. 
 
 Probablemente, en el ámbito socioeconómico es donde con más frecuencia circulan las ideas muertas. Hoy me gustaría hablar de los zombis más conocidos. Dos económicos y uno político. Estos muertitos son los mimados de los políticos necrófilos. 
 
  Una idea que se resucita con frecuencia es contraponer radicalmente Estado y mercado, y concentrar el debate en un problema de propiedad pública o privada.  Los defensores del mercado siempre vuelven a la propuesta clásica de la privatización de las empresas públicas y  piensan que sólo con este cambio las cosas comenzarán a  funcionar automáticamente. Es el mito de la magia de la mano invisible en acción.  En el otro lado del cementerio de las propuestas, están las estatizaciones. Es sólo cambiar el letrero de la empresa con un nombre rimbombante y,  tanto la eficiencia como la rentabilidad, comienzan a fluir al ritmo de: "con tu quiero y con mi puedo, vamos juntos, compañero”.  
 
 En realidad,  el funcionamiento del tipo de propiedad,  pública o privada,  depende de reglas de juego formales (legislación) e informales (usos y costumbres); es decir, de los arreglos institucionales (reglas de juego) que son el mercado y el Estado.  Para un mejor funcionamiento del mercado se requiere garantizar derechos de propiedad públicos, privados, colectivos y hacer cumplir los contratos, establecer un gobierno corporativo transparente; es decir, instituciones creadoras de mercados. También son fundamentales las instituciones reguladoras de los mercados. Con frecuencia los mercados se desequilibran generando pérdida, para ello se requiere de instituciones estabilizadoras de éstos.
 
 Finalmente, los mercados pueden ser eficientes pero injustos, para ello requieren de instituciones que los legitimen, a saber: políticas redistributivas y tanto políticas de seguridad como de asistencia social. 
 
 Por otra parte, entre las reglas de juego (instituciones) que crean, regulan, estabilizan y legitiman la acción del Estado en la economía están aquellas que acercan a la gente del aparato estatal, promueven participación de los ciudadanos en las decisiones, preferentemente a nivel local, impulsan la división e independencia de poderes, promueven la industrialización diversificadora de la producción y la buena provisión de servicios, la calidad de la educación pública, apoyan la meritocracia técnica y política en el sector público. La necrofilia no ve estas sutilezas, se enamora perdidamente de alguno de los opuestos. 
 
 Otra idea zombie que resiste y persiste en la agenda de propuestas es que el desarrollo económico y social se logra solamente siguiendo etapas fijas. La industrialización, por ejemplo, se alcanza subiendo la escalera del progreso paso a paso: primero la recuperación de la propiedad de las materias primas; segundo, añadir valor a los minerales y gas natural. Así suavecito va el cuento del nuevo modelo económico. En el fondo, se cultiva la ilusión desarrollista de que países pobres, como Bolivia, pueden hacer una revolución industrial, a la inglesa, sobre la base de la agregación de valor a los recursos naturales con un pequeño retraso de 200 años. En esta línea de pensamiento, la minería tradicional debe dar lugar a la siderurgia, el gas debe permitir la creación de la industria petroquímica.   La industrialización de los recursos naturales es una idea muerta que, por lo menos hace más de 100 años, intentamos implementar sin éxito. 
 
 Finalmente, una muestra de la necrofilia ideológica y política es el populismo, tanto en su versión de derecha como de izquierda,  que la experiencia internacional muestra que puede presentarse tanto en países en vías de desarrollo como en economías industrializadas. 
 
 El populismo es sobre todo un estado de emoción permanente que entiende a la entelequia pueblo no como un sujeto político, sino como víctima de alguna conspiración externa al movimiento. 
 
 El populismo es un estado de ánimo societal, un malestar eterno, propiciado y cultivado por un caudillo que convence a la gente de que se está en una guerra constante con un enemigo que adopta varias caras, dependiendo del país. Puede ser la derecha, la élite de turno, el imperialismo, la amenaza externa, la antinación, los latinos o chinos. El populismo adquiere su identidad y cohesión de una guerrilla sentimental que se alimenta de miedos, injusticias y resentimientos. 
 
 El líder populista alimenta de odio este conjunto de sentimientos y lo convierte en un conocimiento, y movimiento político, cuyo diferenciador es la vuelta de la sociedad a un estado de guerra constante. Por eso el discurso político del populismo está repleto de una jerga y simbología militar: luchas, soldados del proceso de cambio, desfiles, símbolos castrenses, actitudes marciales, enemigos de clase y otros. Incluso las ideas se militarizan y se vuelven consignas, y ordenes. No obstante de los diversos fracasos de los populismos, estas "ideas muerto-vivientes” se rehúsan a desaparecer, incluso en tiempos de revolución tecnológica. 
 
 En suma, la falsa dicotomía entre mercado y Estado, el desarrollismo a base de los recursos naturales y el populismo son ideas zombis que reviven una y otra vez de la mano de nuestros políticos necrofílicos.
  
Gonzalo Chávez A. es economista.

2 comments:

Anonymous said...

Lo que pasa es que el gobierno y/o el estado son como socios sin capital de las empresas privadas, son pues los mancagastos, o sea sola saben cobrar, a eso no mas se dedican a cobrar impuestos, al gobierno y/o al estado le conviene que haya muchas empresas privadas , que sean prosperas y que ganan mucho dinero, porque el socio sin capital viene y solo cobra, cobra y sigue cobrando, miren que negocio tan bonito , no tiene que hacer nada, solo se dedica a contar la plata, una especie de tarajchi pero con terno y corbata como buen funcionario de impuestos, o ahora mas acorde con poncho y chulo pero mas o menos lo mismo que quiquillanta.

En el antiguo marxismo el gobierno y/o estado tenia que apropiarse de los medios de produccion del capitalista para quitarle la plusvalia que le pertene en "justicia al trabajador", cuando el gobierno y/o estada incauta, expropia, nacionliza o metaforicamente podriamos llamarlo "roba" los bienes de los capitalistas despues de un tiempo sale perdiendo porque resulta que el gobierno y/o estado habia sido nomas un mal administrador, enseguidita, una vez que se hace cargo el estado se incrementa el peguismo, ordas azules pidiendo empleo, luego viene la corrupción, porque como dice Lenin las revoluciones no son un camino recto, el socialista tiene que pensar en el país, en los demas, en el projimo, tiene que tener conciencia de clase, conciencia social, pero como el ser humano es corrupto desde que nace, bueno en terminos catolicos desde el pecado de Adan, entonces ¿ quién es el tarugo que piensa en los demas?, en general la gran mayoria de los empleados publicos y administradores de justicia, de salud , de la economia terminan mas ricos que cuando han ingresado por primera vez a la administración publica, la idea de Marx de apropiarse con los bienes del empresario o del capitalista era para repartir la plusvalia al trabajador no como estila en las nacionalizacion, que es para repartir bonos a diestre y siniestra a gente que ni trabaja, o a todos los necesidados, ¿ asi como?, ¿que empresa estatal puede competir en un mundo globalizado con las grandes empresas transnacionales que reinvierten sus ganancias? las empresas estatales no pueden competir con empresas transnacionales porque todo lo reparten como piñata, la tasa de reinversion en la gran mayoria de las empresas estatales es baja, aunque siempre hay algunos risueños soñadores llamados keynesianos que siguen creyendo en la buena fe de las empresas estatales, ingenuamente creen en la moral de los administradores estatales ante la tan sobrada evidencia de la administracion de la cosa nostra, o se van a negar estos soñadores de los adminastradoes del gobierno y/o estado que las empresa del estado parace Santa Klous, una especie de Santa Clous cooporativo que tiene que dar de comer a cunto moviento social polule.

Ahora mas facil que apropiarse de los bienes de capital, es cobrar impuestos, se gana mas estando sentado, solo hay que contar la lana, la platita, el el marxcismo del siglo veinti uno 21 , la nueva moda de hacer subir las tarifas de gas, exprimir a la gente labura hasta mas no poder, el tarajchi de cuello bronceado.

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