Sunday, July 18, 2010

El Chaqui y el Viagra Keynesiano

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El mundo desarrollado va camino a una depresión económica. Estados Unidos y Europa son las regiones más afectadas. En cierta ocasión, le preguntaron a Theodore Roosvelt cuál era la diferencia entre recesión y depresión económica. La respuesta fue: “Recesión es cuando el vecino pierde el empleo y depresión es cuando el desempleado soy yo”. En efecto, las elevadas tasas de desempleo son los indicadores que están quitando el sueño a las economías industrializadas.
En los hechos, esta información significa miles de personas en serias dificultades financieras y familias con problemas. Revertir la masacre de la cesantía es el desafío central de la política pública en las economías industrializadas. En la actualidad, los motores económicos que están impulsando a la economía internacional son las potencias emergentes como China, India, Brasil. Obviamente esto también está cambiando la configuración del mapa económico mundial.
La crisis recesiva, que se originó en un gran desajuste financiero neoliberal, fue combatida con ideas keynesianas. A saber: mayor inversión y gasto público, seguros de desempleo, diversos tipos de transferencias a grupos vulnerables, reducción de impuestos, política monetaria expansiva, que llevó a las tasas de interés al nivel, prácticamente, de cero. Todo el arsenal de manipulación de la demanda agregada fue activado para que la recesión no se convierta en depresión. En términos más conceptuales, el Estado volvió con fuerza a la economía.
En el año 2008, en el centro capitalista, la economía tocó fondo, pero logró recuperarse rápidamente, siguió un modelo de recesión del tipo V. El poderoso viagra keynesiano funcionó, pero, sin duda, el remedio tuvo efectos secundarios, los más importantes fueron enormes déficits públicos y aumentos significativos de las deudas públicas. Pasada la primera emergencia, ahora el dilema de política pública es: continuar con los estímulos gubernamentales o cortarlos porque, primero, no estarían funcionando, y segundo, estarían reviviendo los monstruos de la inflación.
El pensamiento neoliberal sostiene que los impulsos de demanda han fracasado. El resultado del experimento keynesiano fueron deudas insostenibles y fiscos quebrados. Habría llegado nuevamente la hora de volver a la disciplina fiscal y dejar que el mercado y el sector privado vuelvan a comandar la economía y la recuperación. En esta línea de pensamiento conservador, la crisis recesiva puede actuar como un mecanismo de ajuste y disciplina del sector empresarial débil y poco competitivo. Sólo sobrevivirán los más fuertes y productivos. Los empresarios ineficientes deberán pagar por la farra financiera y especulativa que se alzaron en el pasado. Morirán de Chaqui.

La teoría del Chaqui sostiene que las recesiones económicas son deseables porque castigan los excesos anteriores. Esta aproximación es bastante atractiva porque ofrece una respuesta fácil y tiene un claro mensaje moralista. Borracho(a) mal entretenido(a) purgarás por tu borrachera, pero después quedarás agradecido(a).

Una recesión, por más corta que sea, hace retroceder en años al aparato productivo. Rompe con cadenas productivas, destruye redes de negocios y descapitaliza trabajadores y gerentes. El resorte productivo que se contrae difícilmente vuelve a ser el mismo cuando se expande nuevamente.

Sabemos que hasta los perros de raza tienen pulgas, pero no por eso vamos a matar al quiltro. Frente a esta visión conservadora, economistas como Paul Krugman, Nouriel Roubini, Joseph Stiglitz o Dani Rodrik están defendiendo la manutención de las políticas keynesianas, sostienen que sería un gran error colocar el freno en los estímulos fiscales, sería el mejor camino a la depresión económica. El mercado no puede resolver la crisis recesiva, es hora que el Estado dé el primer impulso, pero sobre reinvente sus formas de regular y supervisar los mercados, en especial al financiero para evitar que siga jugando al casino. Más aún es hora de re-crear las políticas industriales que ayuden a un cambio estructural, que es la forma de volver a crear empleo.

10 comments:

Anonymous said...

Coincido con Krugman, Stiglitz, Roubini y otros, no es momento de quitar o frenar los estímulos keinesianos, es muy peligroso cortar la medicina cuando el enfermo recien se esta recuperando, todo indica que la medicina keynesiana habria funcionado, pero si se corta de golpe la medicina las probabilidades de una recaída son altas, es como quitarle el suero a alguién que todavía continua enfermo,quizas no sea bueno aumentar la dosis o aumentar los gastos fiscales pero tampoco es bueno reducir o eliminar los gastos fiscales en este momento, además que la medicina debe ser quitada en forma gradual cuando el paciente se recupere o cuando el crecimiento sea de 4% o mas, como dice San Agustin Señor hazme casto, pero no todavía, incluso tal vez USA debería hacer mas uso de su política monetaria, eso de la teoría del helicoptero tal vez no es tan mala idea, tal vez USA debería ampliar un año mas las reducciones de impuestos de Bush, si es que hubiese presiones deflacionarias no dudar en usar el helicoptero, esto si es que la inflacion subyacente fuese menor medida en un año menor a 0,5% ;
podrían continuar con sus compras de bonos del gobierno, compras de hipotecas, si es que hubiera extrema urgencia se bajaría a tasas negativas, se compraría bonos del gobierno a tasas negativas en un cierto límite de monto, se fijaría un target de inflación de 1,25 -1,75 %, si es que hubiese deflación, o se podria eliminar algún dígito de los billetes verdes , a pesar de todo Europa estaría en otra dirección pero afectaría muy poco o nada a la economía del Norte si es que sus políticas fracasaran porque el pib de Estados Unidos recibe poco impacto en las exportaciones, además es solo Europa, America Latina ya esta en recuperación, China también ya esta en recuperación, incluso algunos países de Europa ya están en recuperación.

Victor Mármol said...

Coincido con el sentido común. El crecimiento económico no puede ser contínuo y debe ir reduciéndose en algún momento. Sencillamente porque los recursos (energéticos, materiales, y aquellos esenciales para la vida) son finitos y cada vez son más difíciles y más costosos de extraer y transformar. Ley de la entropía.

La actividad de servicios, entre ellos la financiera y especulativa, no crea valor tangible y se presta a hacer casino sin controles inteligentes de parte de los negocios mismos, de los estados ni de la sociedad.

La condición básica de la enfermedad es calibrar hacia la reducción de la intensidad de la explotación y transformación de las industrias, consumir menos, en sintonía con la capacidad de sustentación del valor de la producción tangible.

El ritmo de paso exacerbado del consumismo ha dado lugar a una economía desquiciada. Déficits tiranosaúricos insostenibles, una sed de energéticos insaciable que estresa tanto el sistema técnico como biosistémico (descontrol de pozos petroleros en el Golfo, en China, Venezuela; desastres ecológicos; contaminación de aguas suelos y aire).

Mayores estímulos son como atuendos más finos o aire puro para un corredor exhausto. Es dinero que al fin carece de valor, porque no tiene respaldo sino deuda. Los estímulos no han creado suficientes empleos, y han creado por su lado más déficit.

La idea absolutamente errónea la de creer que hay que reactivar al demanda para encarrilar al sistema, se basa en que el ritmo e intensidad del consumismo y explotación de recursos puede ser recuperados. No puede. Los recursos son cada vez más escasos y más inextraibles. Aunque.... sí podría...artificialmente, pero por un lapso efímero en el tiempo.

La solución va por aceptar la finitud y barrera o muro termodinámico contra el que embestimos ufanamente nuestras cabezas económicas y consumistas, pensando en que el crecimiento debe y puede ir en aumento siempre.

Física: cuando un vehículo impulsado por motor a combustión está acabando su gasolina, si acelera para llegar a destino gastará más rápido su combustible por unidad distancia recorrida, que si reduce su velocidad tardando pero maximizando su chance - gastando menos por unidad de distancia - de llegar a la meta.

Lo mismo con la economía de una sociedad. Comenzamos con un tanque (planeta, año cero de la humanidad) con una masa dada y finita de recursos para aprovechar y explotar. Comenzamos a explotar estos recursos lentamente pero con mayor ritmo cada vez. Aceleramos exponencialmente su explotación en el siglo XX y XXI, pero si queremos llegar lo más lejos posible, esa intensidad e explotación debe ser regulada racionalmente según las leyes no económicas ni financieras ni políticas, sino según aquellas físicas y biológicas. Estas últimas imponen sus condiciones de contorno inexpulgable e impertérritamente.

Claro, a no ser que se descubra otro planeta con recursos explotables, donde solo algunos puedan trasladarse - a tiempo - a recomenzar esta desquiciada manera irracional de vivir.

Otra solución, no homogénea pero brutalmente local, es que sólo ciertas sociedades o enclaves de poder aseguren la intensidad de su propio ritmo de consumo explotador, alargándolo pero no asegurándolo indefinidamente, a través del control y apoderamiento explícitos de los recursos en otras partes del planeta.

Ergo, la vida está ciegamente limitada por las condiciones de contorno utilizables finitas. La economía y la política solo pueden acelerar la huída del equilibrio.

Victor Mármol said...

Coincido con el sentido común. El crecimiento económico no puede ser contínuo y debe ir reduciéndose en algún momento. Sencillamente porque los recursos (energéticos, materiales, y aquellos esenciales para la vida) son finitos y cada vez son más difíciles y más costosos de extraer y transformar. Ley de la entropía.

La actividad de servicios, entre ellos la financiera y especulativa, no crea valor tangible y se presta a hacer casino sin controles inteligentes de parte de los negocios mismos, de los estados ni de la sociedad.

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El ritmo de paso exacerbado del consumismo ha dado lugar a una economía desquiciada. Déficits tiranosaúricos insostenibles, una sed de energéticos insaciable que estresa tanto el sistema técnico como biosistémico (descontrol de pozos petroleros en el Golfo, en China, Venezuela; desastres ecológicos; contaminación de aguas suelos y aire).

Mayores estímulos son como atuendos más finos o aire puro para un corredor exhausto. Es dinero que al fin carece de valor, porque no tiene respaldo sino deuda. Los estímulos no han creado suficientes empleos, y han creado por su lado más déficit.

La idea absolutamente errónea la de creer que hay que reactivar al demanda para encarrilar al sistema, se basa en que el ritmo e intensidad del consumismo y explotación de recursos puede ser recuperados. No puede. Los recursos son cada vez más escasos y más inextraibles. Aunque.... sí podría...artificialmente, pero por un lapso efímero en el tiempo.

La solución va por aceptar la finitud y barrera o muro termodinámico contra el que embestimos ufanamente nuestras cabezas económicas y consumistas, pensando en que el crecimiento debe y puede ir en aumento siempre.

Física: cuando un vehículo impulsado por motor a combustión está acabando su gasolina, si acelera para llegar a destino gastará más rápido su combustible por unidad distancia recorrida, que si reduce su velocidad tardando pero maximizando su chance - gastando menos por unidad de distancia - de llegar a la meta.

Lo mismo con la economía de una sociedad. Comenzamos con un tanque (planeta, año cero de la humanidad) con una masa dada y finita de recursos para aprovechar y explotar. Comenzamos a explotar estos recursos lentamente pero con mayor ritmo cada vez. Aceleramos exponencialmente su explotación en el siglo XX y XXI, pero si queremos llegar lo más lejos posible, esa intensidad e explotación debe ser regulada racionalmente según las leyes no económicas ni financieras ni políticas, sino según aquellas físicas y biológicas. Estas últimas imponen sus condiciones de contorno inexpulgable e impertérritamente.

Claro, a no ser que se descubra otro planeta con recursos explotables, donde algunos puedan trasladarse - a tiempo - a recomenzar esta desquiciada manera irracional de vivir.

Otra solución, no homogénea pero brutalmente local, es que sólo ciertas sociedades o enclaves de poder aseguren la intensidad de su propio ritmo de consumo explotador, alargándolo pero no asegurándolo indefinidamente, a través del control y apoderamiento explícitos de los recursos en otras partes del planeta.
Ergo, la vida está ciegamente limitada por las condiciones de contorno utilizables finitas.

Victor Mármol said...

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Claro, a no ser que se descubra otro planeta con recursos explotables, donde algunos puedan trasladarse.

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Anonymous said...

Tal vez, en esta lógica, habría que cobrar un impuesto a V.Marmol por el uso indiscriminado de espacio en este blog y por el irremediable tiempo desperdiciado al recorrer sus 4 comentarios en búsqueda de algún otro nuevo aporte.

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Gracias aprendido mucho

SHAHZAIB said...

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