Al maestro del bloqueo,
con cariño
Yo bloqueo, tú bloqueas, ellos bloquean, nosotros
bloqueamos, ustedes bloquean. Sin
duda alguna, este es el verbo más conjugado en Bolivia a lo largo de su
historia. De una manera más amplia el nivel de conflictividad social en Bolivia
es muy intenso. Según el Centro de Estudios de la
Realidad Económica y Social (CERES), en el periodo 1970 – 2012, se habrían
registrado 15.560 huelgas, paros,
protestas y bloqueos de todas índole en el país. En 42 años de historia prácticamente
se registró un conflicto cada 24 horas, este resultado sale de dividir los 15.560
conflictos entre 42 años (504 meses), lo que, en promedio, dá 370 huelgas o
paros por año, 31 por mes. Quiere decir, cada santo día, algún grupo, en todo
este tiempo, estaba protestando con buenas o malas razones. A lo largo del
periodo de gobierno del Presidente Morales el promedio de conflictos por mes ha
superado los 55.
Existen decenas de explicaciones económicas,
sociales y políticas sobre los grados de conflictividad que se presentan en Bolivia. Se han gastado
ríos de tinta para explicar este proceso. En buena parte de estos casos existen
razones justas para las movilizaciones sociales, pero también algunas de estas
acciones muestran cierto grado de esquizofrenia colectiva y oportunismo
político. El espectro de explicaciones
es amplio: mejores salarios, defensas de
intereses regionales o corporativos, reclamos por salud, educación, recuperación
de la democracia, rechazo a actitudes autoritarias y muchas otras más. La última causa de los conflictos es la reforma
del sistema de pensiones. Las razones de
fondo de los conflictos se explican por la pobreza, exclusión social, bajo
crecimiento, la escasa industrialización, la informalización de la economía, las
actitudes rentistas y prebendales, y lucha por el poder político.
También existen las causas de corto plazo, en la actualidad, por
ejemplo, el exitismo y narcisismo macroeconómico del gobierno que ha creado una
hiperinflación de expectativas en la sociedad y por lo tanto, reavivó una
fuerte cultura rentista de varios grupos corporativos. Se habla de una bonanza
de riqueza en la economía que la gente cree que no le llega a sus bolsillos.
Además, la nueva Constitución Política promete la felicidad económica
instantánea. Ahora, todos quieren un pedazo del cielo del proceso de cambio.
Sabemos por experiencia propia e
internacional que la inestabilidad social y sindical compromete seriamente el
crecimiento y el desarrollo económico. Las vías más conocidas a través de las
cuales los conflictos sociales afectan el desempeño económico de un país son:
1) A mayor cantidad de huelgas, menor serán los días trabajados, lo que
compromete la producción y productividad media de la economía. 2) Las huelgas y
bloqueos crean un clima de incertidumbre macroeconómica, política y social, que
desestimula las inversiones. 3) Reivindicaciones sociales exitosas capturan
rentas estatales dejando menos recursos para la inversión pública.
Los
conflictos sociales hacen parte de una sociedad democrática, pero qué ocurre cuando
éstos, por exceso y repetición, se
convierten en daniños para el desempeño económico. Aquí creo que entramos en
una dimensión psicoanalítica del problema. Hace muchos años en Bolivia, está en
una vorágine de conflictos, una especie de chorro morro colectivo donde el objetivo principal es que todos se saquen
la entretela, todos salgan perdiendo. En el pasado neoliberal, se elogiaba las
movilizaciones sociales porque eran portadoras de cambio, eran vectores de
contra poder, potadores de un nuevo bloque histórico como diría Grasmci. Pero
llegó el cambio y, en teoría, la construcción de una hegemonía estatal, y las
huelgas y bloqueos continua, más aun, sean multiplicado, aunque ahora se dice
que la protesta social tiene otro carácter, sería la disputa por los frutos del
proceso de cambio. Movilizaciones revolucionarias o de carácter
reinvindicativo, desde el punto de vista económico, generan siempre los mismos resultados.
Bajo crecimiento económico, escaso desarrollo productivo, mayor pobreza
estructural y fomento a la cultura rentista. Las victorias tanto del gobierno,
cuando doble algún movimiento social o las corporaciones, cuando consiguen una
victoria, son pírricas y de corto plazo. El resultado estructural es de perdida
económica generalizada para todos, muchas veces con muertes.
Podremos,
alguna vez, como país, sentarnos en un diván psicoanalítico para explicar este
comportamiento autodestructivo y encontrar otras soluciones, que la simple
repetición del mismo libreto del chorro morro. Cada año, después del carnaval,
se inicia el ritual de las huelgas, paros, bloqueos, represión estatal, el show
en los medios de comunicación, las acusaciones de golpismo, los llamados al
dialogo, la acusación de presencia de extranjeros en las movilizaciones, los heridos,
los muertos, los huérfanos, las viudas, la mediación, algunas demandas
atendidas, muchas promesas, sendas declaraciones, acuerdos ampulosos, políticos
con o sin rasguños, y finalmente, la reconciliación hipócrita hasta la batalla
del próximo año. La historia se muerde la cola y camina en círculos. Hasta el
próximo año, en Bolivia sabemos en la repetición esta el gusto.
1 comment:
Estimado Gonzalo, muy interesantes los articulos y el lenguaje creativo hace que sea un gusto leerlos.
Si fuera posible me gustaria su opinion acerca de que se estima para sector inmobiliario (demanda de bienes inmuebles en general) a partir de la presente gestion 2013 y hacia el 2014.
Desde ya muchas gracias!!
Silvana Rivera M.
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