Suspenso, intriga.. La novela está servida.
Gonzalo Chavez A.
La salida de la Embajada de Brasil en Bolivia, del senador Pinto ha causado un temblor diplomático. Este evento ha sido profusamente analizado desde una perspectiva normativa. Cumplimiento o no de tratados, violación de acuerdos internacionales, el derecho y la cobertura del asilo. Y una inmensidad de condenas, explicaciones y una aparatosa renuncia, con pinta de premio. La presidenta Dilma, muy enojada, envió al canciller Patriota a que sufra en Nueva York, como embajador ante las Naciones Unidas. ¿Donde lo hubiera enviado si no estaba irritada?
En este domingo sin Pinto, quería abordar el tema desde una óptica diferente. Adoptaré en el análisis dos focos analíticos, por una parte, la teoría realista de las relaciones internacionales, que sostiene que los países no tienen amigos sino intereses y el marco conceptual que sostiene que son los factores políticos internos y las disputas interburocráticas que determinan la política exterior de un país.
Por supuesto que a estas alturas de los acontecimientos uno solo puede moverse en el ámbito de la hipótesis de trabajo porque aún los hechos, que están detrás de la salida de Pinto, están cubiertos por la densa nube de la política, las pasiones, la coyuntura, los nacionalismos, y la falta de información. Es probable que solo la historia a futuro revele con más precisión las tendencias profundas de las acciones de las personas y los Estados comprometidos con el caso Pinto. Mientras tanto aquí van unas conjeturas que podrían guiar la escritura de una novela de suspenso e intriga internacional.
Desde una perspectiva brasilera, la salida de Pinto fue resultado de la acción del Embajador Eduardo Saboya que habría actuado solo, para algunos, como Quijote del Sur movido por sentimientos humanitarios, y para otros, como un rebelde que rompe la cadena de mando. El Estado Brasileño no sabía nada de la acción, por lo que la considera inadmisible, sujeta a una investigación y posterior punición ejemplificadora. Un hecho fortuito que obligó a Brasil ha entregar la cabeza de Patriota a Morales pero que no devolverá al retirado-huido senador Pinto. Pasada la tormenta, cada país deberá administrar los daños y logros provocados por el evento. Brasil intentando arreglar la tremenda abolladura que la salida de Pinto significa para la otrora inmaculada y profesional diplomacia del Itamaraty. Bolivia electoralizando la huida de los opositores, pero también en la incomoda tarea de explicar el daño que se hizo al honor de la soberanía nacional.
Una segunda hipótesis de trabajo tiene un carácter algo más rocambolesco y conspirativo. Esta fue una acción encubierta del Estado brasileño con participación inclusive de fusileros navales (marines), cuyo objetivo era mostrar el carácter y capacidad de la potencia emergente, que no solo usa el poder suave, sino también el poder duro. Con esta operación, Brasil estaría mostrando que tiene todas las condiciones para sentarse en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y puede actuar como cualquier potencia cuando sus intereses simbólicos y de prestigio se ven afectados. En esta conjetura, es probable que la Presidenta no fue comunicada de la acción para preservar su imagen. Además jamás se reconocerá que esta operación obedeció a razones de Estado. Muchos de los países que juegan en las ligas mayores del poder mundial también tienen esqueletos en sus roperos y ahora, Brasil tiene lo suyos.
Una tercera hipótesis es que la acción del rescate de Pinto, revela una pugna de poder al interior del Estado brasileño entre Itamaraty o parte de este, el grupo de asesoría en relaciones internacionales de la Presidencia (una especie de diplomacia paralela y sobre ideologizada que irrita al Itamaraty) y el ejercito o sectores de este. En esta teoría conspirativa uno de estos grupos habría impulsado el operativo. El objetivo sería doble, mandar un mensaje duro al vecino, una especie de devolución de favores por ofensas pasadas como la nacionalización Petrobras, el maltrato a OAS, la revisión de los aviones, entre otras y al mismo tiempo, colocar en evidencia los extravíos y debilidades de la política exterior brasilera de la gestión del PT que da más importancia a la sintonía ideológica con otros países que a los verdaderos intereses del Brasil. En el caso del canciller Patriota, para exponer su gestión considerada tibia y carente de decisiones. Una diplomacia encima del muro que ni siquiera pudo resolver el caso de Pinto. Estos serían los primeros embates, entre grupos burocráticos vinculados a las relaciones externas dentro del Estado, en el marco de la carrera electoral por la sucesión de la Presidenta Dilma.
El menú de hipótesis está servido. Cabe a Usted, amable lector adoptar la que más le satisfaga y seguramente de aquí a algunos años, algún estudioso de las relaciones internacionales ratificará o descartará algunas de las conjeturas o descubrirá otras. Solo el tiempo, el implacable, lo dirá. Ahora tenemos la trama de una novela de suspenso internacional. Cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia.
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