Sunday, February 15, 2015

El pacto fiscal enmanillado

RAÍCES Y ANTENAS 

El Pacto Fiscal enmanillado

Gonzalo Chávez A. 

El Pacto Fiscal enmanillado
Después de mucho tiempo de espera se han iniciado las primeras reuniones del Pacto Fiscal. Este novedoso instrumento de concertación de políticas públicas está frente a un dilema: o se convierte en un espacio de debate y acción de un modelo de desarrollo local más deliberativo y democrático, o es una reunión de militantes y burocracias afines al Gobierno que lo único que harán es bendecir y legitimar el modelo extractivista y rentista en vigencia. Eso sí, en presencia de algunos invitados de piedra.
De hecho, el Vicepresidente ya ha rayado de la cancha en esta dirección "El pacto fiscal es un elemento necesario, pero tiene que coadyuvar, mantener, sostener y mejorar el modelo desarrollo plurinacional exitoso, (la discusión) tiene que enmarcarse en el plan de gobierno con una fuerte presencia del Estado redistributivo y tiene que garantizar la agenda 2025, es decir es una agenda productiva”.
En otras palabras: el diálogo del Pacto Fiscal está encarcelado en los lineamientos del modelo económico oficialista, y si encima de esto se afirma, desde la  cumbre del poder, que no se modificará la forma de reparto de los recursos, estamos frente a más un show político gubernamental que debería llamarse: el pacto rentista del oficialismo.
Una vez más se perderá la oportunidad de repensar el país de manera creativa con los actores del desarrollo nacional y local. El Pacto Fiscal puede ser un espacio multi-actor para proponer una agenda de políticas y acciones públicas novedosas que superen el padrón económico extractivista y el modelo político populista y rentista vigente en la actualidad.
Gente más pragmática afirma que el Pacto Fiscal es una actividad partidaria para ratificar el fin de la historia. No hay nada más que pensar y proponer. El nuevo evangelio está en la agenda 2025. Amén y puño en alto. Pero no pierdo la esperanza y afirmo: Sí hay vida detrás y después del nacional desarrollismo basado en los recursos naturales, se llama desarrollo local tecnológico y productivo, que tampoco es nuevo, pero tiene como protagonista a la gente y no a las burocracias de turno.
El desarrollo local no es excluyente de una propuesta nacional. Más bien, la enriquece, la modifica, la acerca a los actores principales, fortalece al Estado, le da dinamismo y, sobre todo, potencia los motores del desarrollo nacional. Proporciona al Gobierno la oportunidad de convertirse en un conductor armónico de la orquesta del bienestar general y no en un mero repartidor de recursos.  Agranda al Estado local y nacional, pero achica a los políticos populistas.
Visto de esta manera, el desarrollo económico es un proceso de autodescubrimiento por parte de los actores locales de la situación de su territorio. Aquí están las necesidades, pero también las ideas de desarrollo de quien está cerca de la jugada y no en una fortaleza de la plaza Murillo.
Es una especie de laboratorio de investigación donde todos los días se hacen pruebas de ensayo y error para resolver problemas, como la pobreza, la exclusión, la productividad y la competitividad. El éxito de esas tentativas depende de las políticas públicas concertadas en un pacto fiscal y del aprovechamiento productivo del capital social de la localidad.
Los sindicatos, las juntas vecinales, las organizaciones territoriales, los clubes de madres, las organizaciones no gubernamentales, los comités cívicos, las asociaciones de productores, los comerciantes y gremiales construyen las redes sociales a nivel local. Esas agrupaciones sociales tienen una enorme energía productiva y política. A esa energía llamamos capital social, una red que agrupa a ciudadanos que comparten normas, valores, conocimientos y acción colectiva.
El capital social es el cemento de cualquier política de desarrollo local y es la base para un Pacto Fiscal, entendido éste como un gran mecanismo de concertación entre actores públicos y privados. En el caso boliviano, juntar tan sólo a alcaldes y gobernadores es un despropósito, más aún si éstos dejarán el poder en unos meses. Los guardianes del desarrollo local son, sobre todo, aunque no exclusivamente, las agrupaciones sociales independientes.  
La producción de riqueza de un país depende de: el capital físico, que incluye las máquinas, equipos, edificios, tierra; del capital natural, que incluye a los minerales, el gas natural y el capital humano. El capital social es clave para el desarrollo tecnológico y económico especialmente local.
La importancia del capital social se hace evidente cuando se verifica que la confianza, la voluntad y las capacidades de cooperar tienen impactos sobre el espíritu emprendedor, la productividad de una economía y la eficiencia y eficacia de las políticas públicas.
El capital social muere cuando es cooptado y manipulado por el Gobierno de turno con prebendas, transferencias de rentas y otras dádivas políticas o financieras. Cuando el capital social se subordina a la lógica poder desarrolla su vocación rentista.
El desafío es crear un capital social que favorezca lo productivo y que no se emplee exclusivamente para defenderse del Estado o para defender intereses corporativos o para beneficiarse de los recursos del Estado. El capital social no debe estar hiper partidizado, como en la actualidad; es decir, organizado en corporaciones que junto a sus gobiernos locales sólo buscan intereses particulares y rentas del Estado.   Espero estar equivocado, pero todo indica que el Pacto Fiscal va camino a crear una sociedad de socorros mutuos: yo te doy votos y vos me das plata. Se vislumbra un pacto rentista enmanillado por la agenda de desarrollo del Gobierno. 

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