Monday, August 24, 2015

Los dilemas del tipo de cambio

Vamos al grano, como recomienda el dermatólogo. El tipo de cambio nominal es el precio de la moneda extranjera en mercado nacional. Es el valor del dólar, el euro o el real expresado en bolivianos. Por ejemplo, un Washington se compra en un 6,96 bolivianos en la Camacho Street, la prima pobre de Wall Street en Nueva York. Ahora, para fines de un análisis económico más sesudo, debemos usar el concepto de tipo de cambio real. Éste es un indicador de los precios de una canasta de bienes y servicios de un país en relación con la de otro país, y mide la competitividad de una economía. 
Es decir, cuán caras están nuestras exportaciones para los socios comerciales y cuán baratos están los productos que importamos. Desde hace más de cuatro años, el tipo de cambio nominal en Bolivia está fijo; pero el tipo de cambio real estaría apreciado en torno del 25%, si tomamos como referencia los principales socios comerciales de la región. Es decir, los productos que vendemos a estos países han perdido competitividad y sus bienes están más baratos en nuestros mercados. 
En los últimos meses, la mayoría de las economías del vecindario enfrentan una reducción de exportaciones debido a la fuerte caída de los precios de las materias primas. Esta semana, el precio del petróleo llegó a 40 dólares el barril. La forma de enfrentar este choque de ingresos negativos ha sido devaluando fuertemente sus monedas. Brasil ha devaluado en un 44% y Chile en 16%, sólo para colocar dos ejemplos. Incluso la gigante China devaluó el yuan, aunque tan sólo en un 4,5%. ¿Por qué devalúan estas economías? Por la sencilla razón de que tienen una industria nacional que proteger y fomentar. 
A pesar de estas turbulencias internacionales, el Gobierno insiste en mantener el tipo de cambio fijo, aunque han surgido muchas voces críticas de la política económica y varios sectores productivos que insisten que el dólar debe devaluarse. Sin duda, se está frente a un dilema complejo cuya solución es política. Veamos los argumentos técnicos en contra y en favor de una medida como ésta. 
En una economía pequeña, devaluar no tiene un impacto significativo sobre las exportaciones, dado que la oferta es rígida en el corto plazo. Sólo una devaluación muy grande tendría, tal vez, un efecto en el mediano plazo. En concreto, una devaluación del dólar en Bolivia no fomentaría la venta de más gas natural o minerales, porque, en el primer caso, la cantidad está determinada por un contrato y, en el segundo, como somos un productor muy pequeño, si abaratamos nuestras exportaciones, devaluando el dólar, el mercado internacional ni se enteraría, seguiríamos vendiendo la misma cantidad. Las exportaciones no tradicionales, como manufacturas y otros productos industrializados, sí podrían ser beneficiadas por una devaluación, pero sus ventas son reducidas (20% del total) y nuestra oferta también es escasa.
Contrariamente, una devaluación cortaría las importaciones, generaría inflación y perforaría el modelo socialista comercial e informal.
En un país como Bolivia, con trauma hiperinflacionario, el tipo de cambio fijo es un anclaje para las expectativas de la gente. Se ha establecido que la inmovilidad de esta variable es uno de los cimientos más importantes de la estabilidad económica; una devaluación, chica o grande, igual podría desorganizar el mercado de divisas. Mucha gente y empresas volvería a ahorrar o transar en dólares. Las reservas internacionales podrían caer a niveles no deseados. Controlar estos flujos con medidas administrativas sería peor, vea los casos de Argentina y Venezuela, donde se han generado mercados negros de dólares. 
Asimismo, el tipo de cambio nominal fijo y el real apreciado ha ayudado a mantener la inflación baja. En una economía importadora neta de alimentos, una devaluación tendría un efecto fuerte sobre la oferta de éstos y encarecería la canasta familiar. Bueno, hasta aquí los argumentos contra una devaluación, muchos de ellos esgrimidos por el Gobierno. Pero, ¿qué pasa en la otra vereda, donde, sobre todo, están los productores nacionales?
El tipo de cambio fijo no es consistente con otras variables de la economía como la productividad, el incremento de los salarios de los últimos años y el segundo aguinaldo. Los costos de las empresas nacionales subieron mucho y, por lo tanto, perdieron competitividad externa. Asimismo, un tipo de cambio real apreciado fomenta la informalidad. En este contexto, los productores nacionales tienen competencia desleal, en especial ahora que los países vecinos han devaluado fuertemente sus monedas. Los helados y yogures chilenos y brasileños volvieron a los supermercados. Y cada vez hay más alimentos básicos importados y contrabandeados. Un tipo de cambio nominal fijo y un real apreciado consolida el modelo primario exportador y comercial, y aleja las posibilidades de una industrialización, entendida ésta como diversificación productiva. 
Finalmente, un argumento de aritmética política que cierra el debate, por el momento: la producción nacional y los exportadores no tradicionales que se beneficiarían de una devaluación, en el mejor de los casos, generan medio millón de empleos. En cambio, el sector comercial importador, legal e ilegal, emplea cerca de 2,5 millones de personas. Si su objetivo es mantenerse en el árbol del poder at infinitum, ¿modificaría usted el tipo de cambio? La respuesta es suya y obvia.

1 comment:

Anonymous said...

Interesante lupa dentro de la "politica" de tipo de cambio.

Como economista, recordaria que una manera de explicar el tipo de cambio es la oferta y demanda de monedas.

Actualmente, y como el BCB acaba de reporter, hay un fuerte incremento a la demanda de $US en el Bolsin. A eso se suma el hecho que nuestra economia ya no "produce" $US como antes debido al bajo precio de la mineria e hidrocarburos.

Dado esto, es solo cuestion de tiempo para que el Boliviano se devalue.

-Chasqui

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