Monday, September 25, 2017

¿Cómo está la economía boliviana? ¿Desacelerada, frenada, constipada o trancada?

El gran trovador Papirri, creador de la genial Metafísica popular, está recibiendo grandes contribuciones a su larga lista de frases antológicas desde la cima del poder. Entre los clásicos epígrafes del cantautor cabe recordar: "Ese caballero es una dama o  estoy caliente con este frío”.

Pero ahora han surgido dos nuevas joyas para su repertorio. Una en el ámbito político: "Nos están vulnerando nuestros derechos con nuestra propia Constitución. No vamos tolerar este autoabuso”.

Y otra en el campo económico: "Desacelerando vamos más rápido”. Dejo el primer caso al buen saber de los constitucionalistas, pero me encargo del segundo aforismo. 

Resulta que dio las caras la tasa de crecimiento del primer trimestre del 2017, el Producto Interno Bruto (PIB) sólo subirá en 3,34%. En el primer trimestre del año pasado este valor había llegado a 5,4%. Antes que cante un gallo  las autoridades del sector han salido a decir que no se puede hablar de desaceleración porque el PIB sigue en expansión. Recórcholis, resulta que ahora, en la aritmética del proceso de cambio, tres es mayor que cinco. Para negar la relentización de la economía boliviana se apela a un sofisma y a torturar   los datos sin pudor ni clemencia.

La idea de la desaceleración viene de la física y se la entiende como una variación negativa de la velocidad. Un ejemplo sencillo es cuando se produce el frenado de un automóvil que iba a 50 km por hora y ahora va a 33 km por hora. El ritmo de avance es más lento. Se ha desacelerado el carro, que no es lo mismo que andar de retro. Cuando una economía se desacelera, como la nuestra, se trata de un periodo en el que probablemente, de manera transitoria, se produce una relentización de la trayectoria de alguna variable, en este caso el crecimiento, teniendo en cuenta la anterior medición en un lugar determinado   en un periodo de tiempo. 

 Este fenómeno que el Gobierno se empeña en negar no sólo se produjo en el primer trimestre del periodo en curso, se remonta al año 2013, cuando se alcanza el pico del crecimiento del PIB, 6,8%.

A partir de este momento comienza la desaceleración: en el 2014,  la velocidad de la economía baja a 5,5%; en el año 2015 se vuelve desacelerar y se llega al 4,9%; un periodo después (2016) se alcanza un ritmo menor, 4,3%, y para este año que termina se prevé que llegue tan sólo al 4%, según los malos del FMI.  

 Se crece pero cada vez a un ritmo menor. Sostener que no hay desaceleración porque el PIB está creciendo a una tasa más chica es un sofisma o, si se quiere, una cachaña de estudiante universitario que en su niñez no vio Plaza Sésamo, donde se enseñaba la diferencia entre desaceleración y retroceso o recesión. Beto mostrando el auto avanzando más lento o un carrito yendo para atrás.

 La sopapeada a los datos viene de la afirmación de que no hay desaceleración de la economía porque los sectores generadores de empleo y que dependen del mercado interno están creciendo bien, a saber:  la agropecuaria creció al 8,6%, construcción 7,2%, industria  de alimentos, bebidas y tabaco 5,6%, transporte y comunicaciones 5,4%, comercio 5,2%, administración pública 4,8%, otros servicios 4,4%, servicios financieros 4,3%, y agua y electricidad 4,2%. La contabilidad creativa consiste en taparse un ojo y ver sólo los sectores que me ayudan a mostrar un crecimiento casi chino de 5,5%. Pero me hago al cieguito con los sectores de peor desempeño, como hidrocarburos, que decreció en –14,1%, la minería y el resto de industria, que bajaron en -1,6% y -1,1%, respectivamente. 

 En esta lógica, se podría afirmar que en la economía boliviana registró una recesión de -5,6%, viendo las actividades económicas volcadas al sector externo. Inclusive, un sagaz bachiller en humanidades podría decir cinco de un lado y cinco del otro: empate técnico. El argumento es falaz porque, además, en los sectores de hidrocarburos o minería también está el componente de demanda interna y son generadores de empleo. Piense, por ejemplo, en el consumo de gasolina y en el empleo de los cooperativistas mineros.

A estas alturas de la columna y la argumentación, cabe recordar la definición del PIB, que es el valor total de la producción corriente de bienes y servicios finales dentro del territorio nacional, durante un cierto periodo de tiempo. Es una variable agregada de lo que produjeron todos los sectores de la economía. Distinguir cuáles fueron los sectores que suben o bajan puede ayudar a explicar los responsables de la aceleración o desacelaración de la economía, pero la explicación de la trayectoria o ritmo del PIB es un fenómeno agregado. 

 Por ejemplo, uno no podría decir que la inflación se disparó en Bolivia sólo viendo los precios que subieron en la economía, esto sería una cocina de datos grosera. La inflación es el promedio de precios que suben y bajan. El mismo razonamiento se aplica a la tasa de crecimiento del producto.

Pero más complicado que no reconocer que hay en curso una desaceleración  es constatar que la relentización del carro de la economía se produce cuando más gasolina de gasto e inversión pública le pone el Gobierno. En efecto, la tasa de crecimiento del PIB en Bolivia es cada vez más baja; en cuanto el aumento de la inversión es más alto. El porcentaje de la participación de la inversión pública en proporción del PIB, un componente fundamental de la demanda doméstica, fue cada vez mayor desde  2013, pasó de 12 al 15% en el 2016. Cuanto más se achica el Producto, más sube la inversión.

 Así mismo, la tasa de crecimiento de la inversión pública fue muy superior al crecimiento del PIB.

Por ejemplo, éste creció en 4,3% en 2016 y para lograr esta tasa desacelerada fue necesario un aumento del 22% de la inversión pública. El carro va más lento cuando se pone más combustible y se acelera más a fondo.  Probablemente la explicación de este fenómeno tiene que ver con la baja rentabilidad de la inversión estatal, la poca productividad de la economía y los límites de la demanda interna. Es decir que aunque le pongan gasolina de aviación a la peta, ésta no volará.


1 comment:

Anonymous said...


buenisimo!

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