Monday, February 19, 2018

21F. Cambia, todo cambia

Una sabrosa comida debe ser acompañada por un mejor vino. Un hermoso atardecer frente al Illimani requiere dosis abrumadoras de una buena compañía. Una sonrisa/ sandía de una niña merece un abrazo redondo de oso orureño. Una buena columna dominical sobre la libertad requiere de una banda sonora a su altura. Esta columna la escribí con Mercedes Sosa en directo en la vena, por lo que le sugiero que la lea escuchando a la Negra cantando Todo Cambia, de  Julio Numhause. Es muy fácil encontrar esta música en el internet.

 “Cambia, todo cambia. Cambia lo superficial. Cambia también lo profundo. Cambia el modo de pensar. Cambia todo en este mundo”. Cambia la piel de la sociedad, cambia los horizontes de esperanza de la gente, cambia la democracia que requiere de nuevas ideas y personas. Cambia el cambio para no perder su esencia, que es fluidez, que es renovación profunda de los ríos de la historia, pero también reverdecer de vientos pendencieros y afilados que gritan cambio en otras lenguas.

 Pero no cambia el amor de la gente por el cambio, y que en diáfana voz dijo, el 21F,  cambie Presidente, dé paso a las nuevas generaciones con sus mochilas de virtudes y su colección de defectos. Sea consistente con el proceso de cambio, deje avanzar el proceso, no se amarre al árbol del poder, suelte las riendas del futuro, que ciertamente hay muchas manos deseosas de tomarlas con el mismo amor que usted, tal vez siguiendo sus ideas o contra ellas, pero siempre avanzando.

 Esta es la virtud del cambio en democracia y libertad que sabe aceptar que la fila avanza que, por definición, el cambio requiere de cambios de aires y sombras. Por lo tanto, ¡cambiar no es extraño!, como dice la Mecha. 

 Quien se construye su museo en plena juventud política comienza a vivir del pasado pisado, de las glorias de la propaganda y el adoctrinamiento, de los vivos/muertos y sus objetos. Es decir, ya no es un militante del cambio, es un candidato a estatua. Los grandes del ring saben cuando retirarse, no con un uniforme lleno de medallas, sí como un líder semilla.

 Que lo recuerden por su mejores goles y tardes, que ciertamente fueron muchos, y no por sus errores, que también fueron bastantes, o por sus caprichos de quedarse con la pelota y la llave de la cancha.  Y si los jóvenes de estos tiempos no cumplen con el país, usted podrá volver, la democracia lo estará esperando.     

 “Cambia el clima con los años. Cambia el pastor su rebaño.  Cambia el más fino brillante, de mano en mano su brillo”. Cambia el clima político después de 12 años, cambia la geografía del poder, cambia el surco de la economía y la suerte de los precios de las materias primas;  cambia la forma del amor y desamor por la patria, cambian las heridas, que piden menos sal y más bálsamo, y cariño; cambian las epopeyas políticas que antes movilizaban gentes de esperanza en puño y que ahora son zombis que repiten consignas; cambia la forma de la política que no quiere el veneno mortal de la polarización, más bien exige la sabia del encuentro. 

 Cambie, Presidente, para entrar a la historia por la puerta grande. No cultive de por vida el horizonte del odio, ni ayude a escribir el eterno diccionario de los desaciertos que acompañan a los autoritarismos.  Confíe en nuestra gente, el cementerio está lleno de imprescindibles; las nuevas generaciones, de jóvenes y mayores,  están listas para recibir la posta. 

 Cambie y vea que hay muchos caminos para construir un país más solidario, productivo y justo. En la variedad está el gusto, en la circulación de ideas y personas está lo mejor de los vientos de cambio;  en la diversidad está la base del desarrollo, en la heterogeneidad de propuestas y actitudes está el futuro de Bolivia. La gente no caerá en la trampa del pasado, lo mostró varias veces, sabe renovarse mirando hacia adelante. Usted fue la prueba de ello en 2006.

 No vea el 21F como un voto contra una persona, más bien vea como una apuesta, de 2,6 millones de ciudadanos, por la vida que cada segundo cambia y se renueva, como un homenaje a la libertad, como un tributo a las sacrosantas reglas de juego que nos permiten vivir en paz, como una pasión por el pacto civilizado que se construye con el voto. Además, el 21F es una gran oportunidad para honrar la palabra, para mostrar el valor supremo de la confianza en el líder y  en la colectividad. 

 “Cambia el sol en su carrera. Cuando la noche subsiste. Cambia la planta y se viste. De verde en la primavera. Cambia el rumbo el caminante”. Cambia el curso de los ríos voladores trayendo sequías e inundaciones, cambia la tierra cuando se moja y se enoja; cambia los humores de la luna trayendo nuevos oleajes y amores; cambia la forma de producir y entregar el pan y la amistad; cambia la forma de comunicarnos, cambia las hierbas que curan la indignación, cambia el significado de las palabras y las cosas, cambia el no por el sí. 

 Cambie Presidente y este 21F díganos que respeta su palabra y que no irá a una cuarta reelección. Recupere la Constitución, decrete el día del reencuentro, de la democracia, del abrazo fraterno y de la esperanza. Permita que los bolivianos y bolivianas salgamos a las plazas a intercambiar saludos, y besos para seguir discrepando en paz como ciudadanos y no como enemigos, para que así sigamos por los otros cambios. 

 Exorcice los demonios de la violencia de los radicales, de derechas e izquierdas, que quieren más sangre de hermanos. Usted es parte del pasado y el presente le pertenece, pero ya no el futuro, aunque puede ayudarnos a cuidarlo y a reinventarlo con una decisión de estadista. Cambia, todo cambia, inclusive el proceso de cambio. “Pero no cambia mi amor. Por más lejos que me encuentre. Ni el recuerdo ni el dolor de mi pueblo y de mi gente. Lo que cambió ayer tendrá que cambiar mañana. Así como cambio yo…”

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