Monday, April 23, 2018

El fin de Don Cecilio: coquetería ideológica obsoleta



 La determinación de poner en circulación la Primera Familia de Billetes (PFB) del Banco Central de Bolivia (BCB) no tiene una justificación económica o financiera. La práctica internacional sugiere cuando se produce desgaste físico de los billetes estos deben ser repuestos. Generalmente un billete tiene una duración de tres y cuatro años como máximo. En estos casos se trata de reimprimir la misma denominativo, por ejemplo una versión rejuvenecida de los 10 Bs. Don Cecilio reloaded.  También se cambían billetes, de manera más radical, en el marco de una reforma monetaria una vez contralada las causas de una hiperinflación, por ejemplo, como ocurrió en 1985 en Bolivia, cuando pasamos de Pesos Bolivianos a simplemente Bolivianos.  La renovación de billetes puede, así mismo, obedecer a aumentar las medidas de seguridad. Entre tanto, el cambio total propuesta por el BCB con nuevo diseño y personajes históricos parece responde a pura coquetería monetaria para seguir construyendo hegemonía política y cultural. 

Entran en escena nuevos personajes que representan al nuevo Estado Plurinacional. Un bello colibrí por un lado y tres héroes: El Tambor Vargas, Apiaguaki Tupa, y el Moto Méndez.  Nada contra la nueva simbología que busca reinvindicar la historia y representar en la moneda el proceso de cambio. El papel moneda simboliza el poder del Estado y busca señalizar la estabilidad financiera. En la lectura del gobierno, la dirección ideológica también se construye a través de la moneda. El nuevo modelo económico en curso no puede facilitar las transacciones con héroes y símbolos del neoliberalismo. Es el pensamiento gramsciano, de constricción de dirección ideológica y cultural,  llevado a las transacciones diarias de la gente. En varias otras áreas están con las ideas de rescribir la historia, como en la educación, buscar crear un nuevo imaginario social y político.

En diciembre de 2016, el ente emisor y la empresa francesa Oberthur Fiduciaire SAS suscribieron el contrato para la impresión de los nuevos billetes plurinacionales, que suman 671 millones de piezas de los cortes de Bs 10, 20, 50, 100 y 200, el cual tuvo un costo de $us 38,9 millones.

Es comprensible que el supuesto nuevo bloque histórico busque avanzar en la conducción ideológica a través de los símbolos monetarios, lo cuestionable es que, en la agenda de prioridades de las políticas públicas del gobierno, el tema de los billetes por encima de temas sociales. Frente a serias carencias en el sector de salud, por ejemplo, el gasto anunciado claramente es innecesario en especial en un momento que la economía boliviana pierde ritmo de crecimiento desde el año 2013. En el mes que se anuncia la nueva moneda, enfermos de cáncer protestan en las calles por falta de equipos e insumos para su tratamiento. Esta ha sido práctica común de los últimos años del gobierno nacional, priorizar lo superfluo, a saber: construir hegemonía y fomentar el culto a la personalidad. Para muestra cuatro botones: los derroches en propaganda, el museo de Orinoca, el nuevo palacio  gubernamental y ahora, los nuevos billetes. Me imagino como se sienten los enfermos de cáncer y sus familias viendo que se derrocha dinero en símbolos culturales y políticos y no se invierten esos recursos en aceleradores lineales para el tratamiento de cáncer. Con 38,9 millones de dólares se podría comprar por los menos dos de estos aparatos para salvar vidas. Pero, por supuesto, el show de la pirotecnia política debe continuar y los temas sociales estructurales pueden esperar.

Finalmente una observación estructural, la mayoría de las economía en el mundo están adoptando el pago con dinero plástico, las tarjetas de crédito y débito, y las transferencias electrónicas. Los billetes y las monedas son cada vez menos usados. En la economía informal e ilegal, los billetes son los únicos que no dejan rastro.

India y Kenia y otros países en Asia, han sido exitosos en la incursión de iniciativas públicas y privadas para universalizar el acceso a tecnologías de la información y la comunicación (TICs) y tecnologías inalámbricas. La moneda del futuro es electrónica, en efecto, a través de programas de uso masivo de teléfonos móviles, denominado Mobile-Money o M-Banking, se ha logrado implementar programas de creación de empleos en las áreas rurales, se ha permitido a los migrantes enviar remesas a sus lugares de origen, pagar las cuentas de los servicios básicos sin hacer colas en los bancos, o simplemente como un medio de pago o de ahorro. Desaparecieron los papeles billetes.

Esta reinvención del dinero tiene impactos económicos potenciales, que están relacionados con el hecho que facilita el comercio. Imagínese, por ejemplo, pagando en el mercado Rodríguez, las Siete Calles o la Cancha con su celular que está conectado a un banco o que simplemente, Usted, recargado con Bs 100 en la esquina de su casa. “Caserita, ¿a cuánto tu papa? Siete con cincuenta centavos, la cuartilla. Qué bien, te pago con un mensajito de mi celu”. La caserita que también tiene su móvil, recibe el pago aceptando la transferencia. “Gracias, cibercaserito, tan churro con su aparatito”. Al final del día del trabajo, el vendedor no tiene que manejar su plata como chuño debajo del sobaco. Apenas apretando un botón de su celu sabe cuánto vendió en la jornada. El consumidor controló mejor sus gastos y no tuvo que estar cargando billetes y monedas. El celular se convirtió en billetera y banco al mismo tiempo. El Mobile-Money (billetera electrónica) o M-Banking (banco móvil) también fomenta el ahorro de los hogares, a través de la promoción del crédito de persona a persona; mejora la calidad de la inversión al permitir realizar transacciones a distancias muy grandes a bajos costos (por ejemplo, el Juancito Pinto se podría pagar por este sistema. ¿Qué tal esta forma de construir hegemonía a través de las TICs?). Además, así se facilita la diseminación del riesgo (al poder hacer transacciones al segundo); y finalmente, constituye en sí, un seguro contra robos. Si te afanan el celular, no te roban la mosca. En Bolivia, Tigo Money es un paso interesante en esta dirección. Caber recordar que en el país existen más de 10 millones de celulares.

Por la tanto, la emisión del nuevo billete es una coquetería monetaria antes que una necesidad económica y es una acción obsoleta. (Artículo extraído en parte de una entrevista radial)

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