Entran
en escena nuevos personajes que representan al nuevo Estado Plurinacional. Un
bello colibrí por un lado y tres héroes: El Tambor Vargas, Apiaguaki Tupa, y el
Moto Méndez. Nada contra la nueva
simbología que busca reinvindicar la historia y representar en la moneda el proceso
de cambio. El papel moneda simboliza el poder del Estado y busca señalizar la
estabilidad financiera. En la lectura del gobierno, la dirección ideológica
también se construye a través de la moneda. El nuevo modelo económico en curso
no puede facilitar las transacciones con héroes y símbolos del neoliberalismo. Es
el pensamiento gramsciano, de constricción de dirección ideológica y cultural, llevado a las transacciones diarias de la
gente. En varias otras áreas están con las ideas de rescribir la historia, como
en la educación, buscar crear un nuevo imaginario social y político.
En
diciembre de 2016, el ente emisor y la empresa francesa Oberthur Fiduciaire SAS
suscribieron el contrato para la impresión de los nuevos billetes
plurinacionales, que suman 671 millones de piezas de los cortes de Bs 10, 20,
50, 100 y 200, el cual tuvo un costo de $us 38,9 millones.
Es comprensible
que el supuesto nuevo bloque histórico busque avanzar en la conducción
ideológica a través de los símbolos monetarios, lo cuestionable es que, en la
agenda de prioridades de las políticas públicas del gobierno, el tema de los billetes
por encima de temas sociales. Frente a serias carencias en el sector de salud,
por ejemplo, el gasto anunciado claramente es innecesario en especial en un
momento que la economía boliviana pierde ritmo de crecimiento desde el año
2013. En el mes que se anuncia la nueva moneda, enfermos de cáncer protestan en
las calles por falta de equipos e insumos para su tratamiento. Esta ha sido
práctica común de los últimos años del gobierno nacional, priorizar lo
superfluo, a saber: construir hegemonía y fomentar el culto a la personalidad.
Para muestra cuatro botones: los derroches en propaganda, el museo de Orinoca,
el nuevo palacio gubernamental y ahora,
los nuevos billetes. Me imagino como se sienten los enfermos de cáncer y sus
familias viendo que se derrocha dinero en símbolos culturales y políticos y no
se invierten esos recursos en aceleradores lineales para el tratamiento de
cáncer. Con 38,9 millones de dólares se podría comprar por los menos dos de
estos aparatos para salvar vidas. Pero, por supuesto, el show de la pirotecnia
política debe continuar y los temas sociales estructurales pueden esperar.
Finalmente
una observación estructural, la mayoría de las economía en el mundo están
adoptando el pago con dinero plástico, las tarjetas de crédito y débito, y las
transferencias electrónicas. Los billetes y las monedas son cada vez menos
usados. En la economía informal e ilegal, los billetes son los únicos que no
dejan rastro.
India
y Kenia y otros países en Asia, han sido exitosos en la incursión de
iniciativas públicas y privadas para universalizar el acceso a tecnologías de
la información y la comunicación (TICs) y tecnologías inalámbricas. La moneda
del futuro es electrónica, en efecto, a través de programas de uso masivo de
teléfonos móviles, denominado Mobile-Money o M-Banking, se ha logrado
implementar programas de creación de empleos en las áreas rurales, se ha
permitido a los migrantes enviar remesas a sus lugares de origen, pagar las
cuentas de los servicios básicos sin hacer colas en los bancos, o simplemente
como un medio de pago o de ahorro. Desaparecieron los papeles billetes.
Esta reinvención del dinero tiene impactos económicos potenciales, que están relacionados con el hecho que facilita el comercio. Imagínese, por ejemplo, pagando en el mercado Rodríguez, las Siete Calles o la Cancha con su celular que está conectado a un banco o que simplemente, Usted, recargado con Bs 100 en la esquina de su casa. “Caserita, ¿a cuánto tu papa? Siete con cincuenta centavos, la cuartilla. Qué bien, te pago con un mensajito de mi celu”. La caserita que también tiene su móvil, recibe el pago aceptando la transferencia. “Gracias, cibercaserito, tan churro con su aparatito”. Al final del día del trabajo, el vendedor no tiene que manejar su plata como chuño debajo del sobaco. Apenas apretando un botón de su celu sabe cuánto vendió en la jornada. El consumidor controló mejor sus gastos y no tuvo que estar cargando billetes y monedas. El celular se convirtió en billetera y banco al mismo tiempo. El Mobile-Money (billetera electrónica) o M-Banking (banco móvil) también fomenta el ahorro de los hogares, a través de la promoción del crédito de persona a persona; mejora la calidad de la inversión al permitir realizar transacciones a distancias muy grandes a bajos costos (por ejemplo, el Juancito Pinto se podría pagar por este sistema. ¿Qué tal esta forma de construir hegemonía a través de las TICs?). Además, así se facilita la diseminación del riesgo (al poder hacer transacciones al segundo); y finalmente, constituye en sí, un seguro contra robos. Si te afanan el celular, no te roban la mosca. En Bolivia, Tigo Money es un paso interesante en esta dirección. Caber recordar que en el país existen más de 10 millones de celulares.
Por
la tanto, la emisión del nuevo billete es una coquetería monetaria antes que
una necesidad económica y es una acción obsoleta. (Artículo extraído en parte
de una entrevista radial)
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