En Bolivia y el mundo vivimos tiempos extraordinarios y trastocados, en especial en temas políticos y culturales, porque existen fuertes amenazas a las democracias liberales. Gobiernos populistas surgidos de las urnas se tornan autoritarios y mayorías significativas de votantes eligen líderes que ofrecen acabar con derechos ciudadanos básicos.
Después de la desaparición de la Unión Soviética, la democracia liberal, que la definiremos más detalladamente, se suponía que sería régimen político que perduraría hasta el “fin de la historia” en la mayoría de los países del mundo. A pesar de sus imperfecciones, este sistema no había podido ser sustituido ni por el socialismo soviético o cubano, la teocracia islámica y tampoco por el particular modelo político chino.
Asimismo, el liberalismo económico era presentado como el único y definitivo camino hacia el desarrollo. La estabilización macroeconómica, la liberación de los mercados y la reducción del Estado constituían la receta para el crecimiento sostenible. En América Latina esta receta se la conoció como el Consenso de Washington. Este modelo económico hizo aguas a finales de los años 90 y fue sustituido por diversos tipos de estatismos.
Respecto al sistema político –la democracia liberal, que podríamos denominar como el Consenso de Grecia–, permaneció en vigencia por más tiempo que el neoliberalismo económico, pero ahora éste está bajo fuerte amenaza. La desaparición del sistema democrático es uno de los temas de preocupación principal de dos libros recién salidos del horno: El pueblo contra la democracia. Por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla, de Yascha Mounk y Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Ambas investigaciones sostienen que los populismos de izquierda y derecha son las principales amenazas contra las democracias liberales de nuestros tiempos.
Mounk define democracia como “un conjunto de instituciones electorales vinculantes que traducen de manera efectiva las opiniones populares en unas políticas públicas concretas”. A su vez, liberal significa –para el autor– un compromiso con el Estado de derecho, la división de poderes y la defensa de las libertades de culto, expresión y asociación. Por lo tanto, la democracia liberal protege los derechos de las personas y transforma la opinión del pueblo en políticas públicas concretas.
El autor sostiene que gobiernos populistas como el de Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania, Italia y Francia, Venezuela, Hungría, Turquía, Polonia y otros están eliminando las salvaguardias institucionales y van camino a matar las democracias liberales.
Teniendo en mente esta definición y este contexto histórico, Mounk sostiene que las democracias liberales en el mundo están perdiendo su esencia en dos sentidos: en unos casos se camina rumbo a un liberalismo no democrático (o derechos sin democracia); es decir, sistemas donde el gobierno respeta las libertades individuales, pero controla las instituciones electorales, manipulando la democracia para mantenerse en el poder; y una democracia iliberal (o democracia sin derechos), situaciones en las que el gobierno elegido por el pueblo comienza a controlar el Estado, restringiendo la libertad de expresión, controlando y persiguiendo opositores o reprimiendo minorías.
Estos son fenómenos políticos nuevos que no entendemos lo suficiente y es difícil combatirlos porque tienen componentes aparentemente democráticos, pero al mismo tiempo manipulan actos electorales, acaban con la división de poderes y tergiversan leyes para quedarse en el poder.
El libro Levitsky y Ziblatt describe la experiencia de los Estados Unidos de Trump para mostrar cómo un gobierno electo en democracia se va tornando autoritario. Los autores utilizan cuatro características de un líder autoritario, sugeridas por Juan José Linz en 1978 (La quiebra de las democracias), para ver por qué camino sigue Estados Unidos, a saber: rechazo de las reglas de juego democráticas, negación de legitimidad a los oponentes, tolerancia o aliento de la violencia y voluntad de restringir las libertades civiles de sus adversarios.
Por supuesto que ambos profesores concluyen que el gobierno del norte va camino a matar su democracia. Obviamente que estas cuatro alertas son también aplicables a varios en América Latina, en general, y en Bolivia, en particular.
Las dos obras coinciden en señalar que una de las causas de la muerte de las democracias liberales es el rol que juegan las redes sociales, que si bien tienen unas características liberadoras de ideas y opiniones, también ha contaminado el debate público. El ciberespacio se ha convertido en un difusor peligroso de ideologías del odio y lluvia de mentiras.
Si bien las fake news no nacieron con las redes, éstas las potenciaron de manera exponencial ,manipulan mentes de los votantes. Tanto el libro de Mounk como de Levitsky y Ziblatt son una seria invitación a la reflexión y al análisis de cómo un pueblo desinformado y envenenado se está volcando contra la democracia, y es probable que pasemos de momentos populistas, como los que viven varios países en el mundo, a la era de gobiernos populistas, tanto de izquierda como de derecha, que marquen a generaciones.
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