Monday, March 23, 2015

Del Estado quejón al Estado Emprendedor

Desde el poder se ha afirmado que el sector privado boliviano sería el responsable de que en 2015 la economía no llegue al 5,9% de crecimiento. En base a esta reclamación, el Gobierno ha rebajado la proyección de crecimiento del producto a  tan sólo  5%.
 La constatación de que el sector privado no está invirtiendo los montos previstos fue una mezcla de queja y denuncia. Homogeneiza a todo el sector privado y se pone a todos en el mismo saco.  Pequeñas, medianas y grandes empresas se las mide con la misma vara.

Se junta firmas de todos los sectores de la economía, se borra la línea entre mercado interno y externo y no se distingue entre los formales e informales. Suena a un reclamo de suegra que le echa en cara al badulaque del sector privado su falta de compromiso con al inversión. 

En términos más técnicos, y siguiendo algunas ideas de Lord Keynes, se interpela por la falta de "espíritus animales” en el sector privado nacional. Es probable que el reclamo sea valedero para algunos empresarios. No hay duda de que sectores como comercio, construcción, servicios financieros, para mencionar los más importantes, están ganando ríos de marmaja, agarrados de la levita de la burbuja de consumo por la que atraviesa la economía. 
Pero les aseguro que al sector privado productivo formal -que genera empleo de largo plazo, aquel vinculado a la industrialización y diversificación del país- no le ha ido bien, porque éste enfrenta un tipo de cambio real apreciado que juega en su contra.

Lidia con una política salarial redistribucionista, incluido el segundo aguinaldo,  que ha aumentado significativamente sus costos y que ignora olímpicamente los temas tanto de innovación como de productividad. Y, más aún, tiene que competir con un sector informal que no tiene ningún tipo de restricciones. 
Pero la política de reproches sólo refuerza una relación de amor y odio viciosa que se reproduce hace nueve años. Por parte del Gobierno, se trata de la vieja estrategia política de curarse en salud y echarle la culpa a los otros, en este caso al sector privado micha que no pone su plata.

Por el lado de los gremios empresariales hay varias respuestas. Unas siguiendo la Ley de Solís: hazte al sonsito y serás feliz,  asustadas porque el poder las convenció que cualquier opinión, contraria a la política económica del Gobierno, es una conspiración; otras presentando el viejo pliego petitorio del "falta todo” para poder invertir.  Y tal vez la mayoría, sufriendo de una ausencia de política productiva e industrial novedosa. 

Antes de seguir con el concurso de pasarse facturas de algo que aún no sucedió, tal vez sería más recomendable reconocer las otras causa que podrían afectar el crecimiento de este año, como ser: la fuerte caída de ingresos por exportaciones y la falta de políticas productivas que miren más allá del modelo extractivista minero y gasífero.
El momento no es para encontrar chivos expiatorios, sino para salir de la caja pensando en soluciones diferentes.  Pasar del Estado (el sector privado) quejón al Estado (al empresario) emprendedor. Para esto me permito seguir las ideas de jóvenes economistas como Mariana Mazzucato http://marianamazzucato.com y Ha-Joon Chang, y viejos gurús como Keynes. Este último afirmaba que: "Lo importante para un gobierno es no hacer cosas que las personas ya  estén haciendo, y hacerlo un poco mejor o un poco peor; sino realizar cosas que en la actualidad no están siendo hechas en absoluto”. 

Es decir, este puede ser un momento para salir de la trampa del rentismo, promover la diversificación del aparato productivo e impulsar un crecimiento inteligente, basado en la innovación, que además sea inclusivo y sustentable.  
Para esto se debe repensar el rol del Gobierno y la política pública en la economía, superando dos paradigmas: el primero, más ortodoxo, que sostiene que las acciones del Gobierno sólo deben corregir las fallas de mercado (externalidades negativas, monopolios y oligopolios, fallas de información y coordinación y bienes públicos); el segundo, más heterodoxo, sostiene que el Estado debe desplazar al sector privado, porque es el único que puede ofrecer valor social.
  
El crecimiento inteligente también evita las fallas de gobierno como ser: la captura del Estado por parte de intereses privados (nepotismo, corrupción, rentismo, grupos corporativos), mala asignación de recursos (elegir a los amigos y compañeros del partido) y competencia desleal con las iniciativas privadas (el desplazamiento). 
El crecimiento inteligente requiere no solamente de recursos para la innovación, sino de una visión estratégica y una dirección. En este camino, la acción del Estado da forma y crea mercados que promueven crecimiento inclusivo y medioambiental responsable. 

Es decir, es un Estado emprendedor dispuesto a invertir y promover de manera pionera áreas donde hay que tomar más riesgos, como la innovación tecnológica para la producción de bienes y servicios que satisfagan a la base de la pirámide social.
Pagina web de Marinana Mazzucato http://marianamazzucato.com

1 comment:

Anonymous said...

Se mal interpreta lo que Keynes clasifica bajo el termino "animal spirits." Los espiritus animales estan estan presentes en Bolivia y finamente sintonizados el clima "socialista" que se vive.

Esa es la pregunta frente a nosotros: como se canaliza el espiritu emprendedor bajo el regimen masista?

La respuesta es simple: te unes al regimen para sobrevivir. Que empresa te crea mas riqueza? ser parte del aparato de gobierno. Y este siempre ha sido el problema de fonde que nos diferencia de lugares como Silicon Valley. En Bolivia los "mas vivos y emprendedores" se meten al gobierno para acumular riqueza. En USA, se mudan a San Franciso para canalizar ideas en empresas.

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