Monday, June 27, 2016

Un museo de grandes novedades

Comparto mi columna de hoy domingo, con algunas correcciones respeto a la edición del periódico. Analiza los ciclos largos del economía latinoamericana y Boliviana. Y se pregunta  si hemos un iniciado un ciclo regresivo o no.

Un museo de grandes novedades

El torbellino de la coyuntura suele ser demasiado denso y tenso, y no deja ver los ríos profundos de las estructuras económicas y sociales. La dictadura del corto plazo, con su lluvia de pasiones desmedida, nos hace perder la perspectiva de la largo plazo. Por eso hoy, domingo, me tomo la libertad de evocar la historia económica de América Latina (AL) para intentar entender los ciclos largos del desarrollo económico y verificar si en la actualidad estamos frente a rupturas esperanzadoras o estamos re-editando nuestro pasado. En esta perspectiva larga y regional, hay claves analíticas que explican la Bolivia de hoy.

El Producto Interno Bruto (PIB), toda la riqueza creada en un año en la economía de la región, entre 1820 y 2008, se multiplicó por un coeficiente de 304,2. En cuanto el producto del Occidente, básicamente los países desarrollados, tan sólo creció en 118,3. Nada mal, ¿verdad? Aunque es obvio que el crecimiento del PIB no es igual al desarrollo económico, pero ciertamente muestran tendencias. Entre tanto, el PIB per cápita, es decir el producto dividido por el tamaño de la población, en dos siglos tan sólo creció por un factor de 10,4 en AL. En tanto, en las economías del Occidente el ingreso per cápita se multiplicó por un coeficiente de 21,4. Esto quiere decir que la explicación para este desbalance está en la tasa de crecimiento de la población,  que en AL se acrecentó en 26,4, en el periodo 1820-2008.

Contrariamente, en los países desarrollados el coeficiente de multiplicación de la población fue de tan sólo 5,5. En sencillo: en AL nacieron más bocas para comer y se produjeron menos bienes para alimentarlas; más aún, la riqueza generada se concentró en pocas manos. En efecto, a pesar de las mejoras en la distribución de los ingresos, en los últimos años la desigualdad social en AL es una de las más elevadas del mundo. Este es un tema que arrastramos hace más de 200 años. Los datos provienen de un libro de Bértola y Ocampo.

En todo este tiempo hubieron periodos de desempeño mejores y otros peores, pero reflejan esfuerzos de cerrar esta brecha entre el Occidente desarrollado y AL. De manera agregada, la tasa de crecimiento del PIB en los periodos 1870 - 1913, 1913 - 1950 y 1973 - 2008 fue muy similar y baja en torno de 3,3%. La época de oro, en términos de desempeño del PIB, se vive entre los años 1950 - 1973, cuando se crece al 5,5% y el producto per cápita crece al 2,6%. Este es el momento de auge del modelo de substitución de importaciones y de la industrialización en AL. Esta opción, posteriormente, colapsó con la crisis de la deuda externa, a mediados de los año 80.

Los datos presentados, al ser promedios, no muestran los elevados niveles de inestabilidad del crecimiento entre los diversos periodos. Es decir, nos revelan que la economía latinoamericana pasó con mucha frecuencia de la euforia económica a la depresión, y esto se debe al padrón monoproductor de recursos naturales.

Los boom  y colapsos económicos se explican generalmente por la subida y caída de los precios de las materias primas. Cuando esto último ocurre, las economías de AL se sobre endeudan y aceptan elevados niveles de déficit público para sostener el crecimiento económico, y, como los muestra el pasado, terminan colapsando debido a crisis cambiarias y financieras. La historia, con detalles más o menos, se repite hace más de 200 años. Las crisis recesivas de Brasil y Argentina de la actualidad parecen confirmar esta tendencia cíclica de boom y colapso.

Ahora bien, la pregunta del millón: ¿Bolivia seguirá la tendencia de AL como en el pasado?  Antes de todo una nota metodológica: identificamos un colapso cuando el PIB per cápita es menor que 1% por dos o más años; se registra una recuperación o boom cuando por dos años consecutivos el PIB per cápita sobrepasa el 1%.

Tomando como referencia el periodo 1825 - 2014, identificamos seis periodos de caída del PIB, seguidos de boom económicos. El primero va de 1825 a 1870, conocido como el colapso poscolonial y estuvo vinculado a la caída del precio de la plata. Entre 1871 - 1893 se registra un crecimiento muy bajo y en el periodo 1893 y 1904 nuevamente la economía entra en recesión, es la transición de la era de la plata al estaño.  Un tercer colapso, también originado por la caída de los precios de los minerales, se registra  entre 1930 y 1936. El cuarto periodo recesivo es de 1953 a 1961, cuando el PIB decreció, en promedio anual, menos 2,4%. Es decir, estuvimos en la lona por nueve años consecutivos.

El quinto periodo de recesión abarca de 1978 a 1988. Este julepe económico duró 11 años y, en promedio, decrecimos a una tasa de menos 2,3% por año. Finalmente, entre los años de 1999 y 2003 se produjo otro episodio de contracción del producto (-0,4%), aunque de menor intensidad y duración que los anteriores (cuatro años).

Obviamente, todos los ciclos no mencionados corresponden a los boom en la economía, que es la otra cara  de moneda; es decir, surgen cuando los precios de las materias primas se disparan.  

Estos datos de Bolivia parecen confirmar lo mencionado para América Latina: la enorme brecha de crecimiento respecto a países desarrollados se explica parcialmente por la alta variabilidad del PIB que, a su vez, está vinculada a las oscilaciones de los precios de las materias primas, seguidas crisis profundas después de la euforia.

Como mencionado anteriormente, a partir de 2015 varios países de la región entraron en colapso. ¿Qué pasará con la economía boliviana? Bueno, es posible que pueda capear el temporal si: 1) Las reservas internacionales son suficientes para sostener el consumo doméstico; 2) los precios de las materias primas se recuperan rápidamente; 3) las fuentes de financiamiento externo se amplían; 4) el tipo de cambio se mantiene estable; y 5) sobre todo, se puede realizar un aterrizaje suave de la economía en los próximos años, dejando de la lado el exitismo consumista.

Si esto no ocurre, volveremos al síndrome del "museo de grandes novedades” del que habla el gran poeta y rockero brasileño Cazuza. La historia camina en círculo, iniciamos el colapso número siete de los últimos 200 años.

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